La Ermita de Montserrat: Patrimonio Cultural Matancero


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Dentro de las regiones que sin dudas aportaron sustanciales elementos a la conformación de la identidad y la idiosincrasia del cubano se encuentra Cataluña, antiguo principado español integrado por las provincias de Barcelona, Tarragona, Lérida y Gerona. En el desarrollo de las artes y las letras; la industria, el comercio y la agricultura; en el modo de asumir el contexto y la realidad de la Isla desde el período colonial hasta nuestros días, no es difícil encontrar el legado de esa distante región; de ahí que historiadores e investigadores de no pocas ciudades, centren su atención en cuánto de Cataluña palpita en nuestro entorno. 

Entre las razones que permiten constatar el legado de los catalanes en Cuba pudiera considerarse la manifiesta capacidad de organización de sus moradores en gremios y sociedades para con espíritu fraternal proteger, en primera instancia, una íntegra supervivencia en espacios distantes del terruño tanto geográfica como culturalmente y, en segundo, consecuencia del primero, dar continuidad a los horizontes culturales que le acompañaron en su nacimiento. Es común en nuestras principales ciudades, la obra de las colonias españolas y dentro de ellas resulta notable la de las sociedades de catalanes. Precisamente a este accionar debe la Atenas de Cuba, Matanzas, uno de sus más emblemáticos lugares: la Ermita de Montserrat, en las antiguas alturas de Simpson.

Cuentan los historiadores locales que la devoción a la Virgen de Montserrat encuentra su origen en Matanzas a partir del 8 de septiembre de 1871, asociada a las fiestas populares organizadas por los catalanes radicados en la ciudad, quienes por número e incidencia en la vida política, económica y cultural se organizan en 1872 en la Sociedad Protectora Catalana y solicitan permiso a las autoridades civiles y eclesiales para construir un santuario donde venerar a la su Virgen.

La propuesta fue acogida con beneplácito y en honor a ello se concede autorización para que se edifique la obra en el potrero de María Alfonso de Armas, designándose para su ejecución al catalán Bartolomé Borrell, maestro de obras, quien asume el encargo gratuitamente. La elección del espacio, el lenguaje arquitectónico y las festividades que acompañan la ceremonia de la virgen recrean el imaginario de los catalanes en relación con el santuario reedificado en 1827 por los benedictinos en la sierra rocosa de Barcelona.

Así, crearon los catalanes en Matanzas una plataforma de 600 metros planos con el uso de muros de contención de piedra y sobre ella proyectó Borrell un modesto y hermoso templo uninave de unos 12 metros de frente y 25, 5 de profundidad. Como era costumbre en esos casos, la Sociedad encargó al escultor Juan Roig y Soler, en Barcelona, la imagen a colocar en el altar mayor, una talla en bajo relieve a tamaño natural semejante a la existente en el monasterio de Montserrat en Cataluña y su recibimiento constituyó un acontecimiento sociocultural que avalaba cuánto contaba la presencia de esta cultura en la ciudad.

Se dice que una vez en la ciudad, la imagen fue colocada bajo la custodia del presidente de la Asociación hasta que el 29 de noviembre de 1875 fue llevada en andas a la Iglesia Parroquial y, el 8 de diciembre, coincidiendo con el Día de la Purísima Concepción de María Santísima, Patrona de España y de las Indias, a su definitivo emplazamiento en la ermita, acompañada de una procesión en la que participaban no solo los catalanes y sus descendientes, sino también el pueblo en general. (1)

Por su lado, en la placa de mármol colocada en la fachada del edificio reza: “La Sociedad de Beneficencia de Naturales de Cataluña, Islas Baleares y descendientes de ambos, ha erigido esta ermita en honor de su patrona la Virgen de Montserrat. Se inició el pensamiento en 12 de septiembre de 1872. Se inauguró con gran fiesta el día 8 de diciembre de 1875” (2); texto que indica que además de los hijos de las referidas provincias de Cataluña, participaron en esta obra los hijos de las Islas Baleares: de Mallorca, Menorca, Ibiza, Formentera, Cabrera, Conejera y otras más pequeñas, territorio unido históricamente con Cataluña por su subordinación a Aragón, Castilla y finalmente al reino de España.

Desde finales del siglo XIX fomentaron los matanceros las tradicionales Romerías de la Colla, asociada al culto de la virgen en el mes de diciembre, una cita en la que durante varias jornadas la ciudad se engalana con la música, la danza y la cultura culinaria española; y dentro de ellas, como gala especial, se realiza la peregrinación a la Ermita de Montserrat, un paseo cultural que con origen en la Plaza de la Vigía y escala en el Parque de la Libertad, recorre el antiguo camino hasta las alturas de Simpson; un camino que deberá seguir el interesado en contactar de manera directa la espiritualidad que encierra este exponente del patrimonio cultural cubano.

Cierto que el camino tradicional ha quedado abandonado y en su lugar a la ermita se le descubre desde el fondo; sin embargo, seguir el recorrido tradicional posibilita dialogar con un paisaje natural que rememora el cerro de la prístina Virgen catalana; se suma a ello, las cuatro esculturas que en representación de las provincias de Cataluña fueron colocadas en su jardín. No es posible visitar la ermita sin subir a su espadaña y tras pedir un deseo tocar su campana con el anhelo de que se haga realidad.

Otro aporte de la Ermita de Montserrat al patrimonio matancero lo constituye la colección de exvotos que atesora el Museo Provincial Palacio de Junco desde 1982, un conjunto de 300 piezas entre las que figuran medallas, bustos, figuras humanas de adultos e infantes y, de forma significativa, la representación de miembros y órganos como piernas, pies, brazos, riñones y corazones, entre otros, elaborados en metal de diferentes naturalezas entre los que se encuentra el oro. Un rico testimonio de la religiosidad popular que acompaña a la Virgen de Montserrat. (3)

Tras su restauración, entre los años 2007 y 2009, por el arquitecto Ramón F. Recondo Pérez, la ermita se erige en Centro Cultural de la ciudad bajo la dirección de la licenciada Milvia Rivero Leicea, un espacio en el que no solo se ofrecen conciertos, exposiciones, conferencias y servicios de documentación, sino también como un excelente mirador desde el cual intentar abrazar una cultura regional en su totalidad por estar a sus pies la ciudad, la bahía y el hermoso valle Yumurí. “Por el correcto tratamiento a una edificación de alto significado simbólico en el patrimonio arquitectónico de la ciudad de Matanzas y el respeto integral a un conjunto de especial importancia nacional como patrimonio tangible e intangible, recibió el Premio de Intervención en el Patrimonio Edificado del VII Salón Nacional de Arquitectura Cubana y Mención en la VII Bienal de Arquitectura del Caribe en el 2009”. (4)

En el año 2010 la Ermita de Montserrat estuvo nominada al Premio Nacional de Conservación y Restauración de Monumentos, evento en el que “por los valores de proyecto y ejecución y por destacarse en razón de la importancia de su función social”, recibió el Premio Especial de la Unión Nacional de Arquitectos e Ingenieros de la Construcción de Cuba “Por la protección del patrimonio construido cubano”. En el diploma acreditativo, expuesto de forma permanente en la galería de la misma, la comisión que integró el jurado para dicho premio deja constancia de honrar en este lauro “a la arquitecta Eliana Cárdenas Sánchez en reconocimiento a la labor que por el patrimonio cultural construido realizó en vida”.   

 

 

Notas:

(1) Esta imagen ha sido cambiada en cuatro ocasiones, en la actualidad los visitantes disfrutan de una talla en madera, a tamaño natural, realizada por los artesanos artistas de localidad. 

(2) Para una mejor comprensión del texto la ortografía ha sido modernizada.

(3) V. “Los exvotos de la Ermita de Montserrat”, Catálogo de la Muestra del Mes, Museo Provincial Palacio de Junco, mayo de 1999. 

(4) Las Villas y Matanzas. Guía de arquitectura y paisaje, Sevilla-Santa Clara, 2012, p. 209.


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