La esencia cubana de Guillermo Collazo Tejada


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Aunque no es hasta 1933 que la obra de Guillermo Collazo Tejada se expone en Cuba, gracias a una muestra organizada en el Lyceum de La Habana, el pintor nacido en Santiago de Cuba hace 170 años es uno de nuestros más destacados retratistas y paisajistas del siglo XIX.

Para muchos críticos, La siesta (1886) no es solo su obra más conocida sino también la más lograda, mientras que otros llaman particularmente la atención sobre el retrato que le hiciera a Carmen Bacallao de Malpica en 1883, tras regresar de los Estados Unidos, a donde había sido enviado por su familia 15 años antes, a causa de su participación en los movimientos políticos que desembocaron en la Guerra del 68.

En Nueva York trabajó como creyonista y también como dibujante de algunos periódicos de la ciudad, en uno de los cuales, el semanario The Hour (La Hora), consiguió empleo a José Martí, compañero suyo de hospedaje en casa de los Mantilla y líder del levantamiento revolucionario que se gestaba, en el cual participó de forma destaca su hermano Enrique.

De Cuba, Collazo Tejada partió hacia Europa en 1888, radicándose en la capital francesa; donde participó en numerosas exposiciones, entre ellas la del Salón de París de 1890 con las obras En la taberna y Los amantes del arte.

Calificado por Julián del Casal como de “un consumado caballero y una de nuestras glorias pictóricas”, al artista se le reprocha la frialdad y el oropel de las mismas; estilo que rompe en la titulada El Patio en cuanto a síntesis, color y composición. Asimismo, se le ha criticado que su pintura no haya estado a tono con la situación política de Cuba, aun cuando siempre colaboró con los independentistas.

Acerca de su pretendido afrancesamiento, José Lezama Lima apuntó que a Collazo su estadía en París sólo lo hizo “más finamente cubano”, aludiendo al modo implícito en que trasladó al lienzo la esencia de una nacionalidad a la que se mantuvo fiel hasta su temprana muerte, ocurrida el 26 de septiembre de 1896, en la también llamada Ciudad Luz.

Una decena de obras suyas atesora el Museo Nacional de Bellas Artes, entre ellas La siesta y el Retrato de Carmen Bacallao de Malpica.


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