La expedición “En canoa del Amazonas al Caribe”, 30 años después


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El anuncio del Simposio Internacional titulado “En canoa hacia una cultura de la Naturaleza”,  que tendrá lugar en el Museo Nacional de Bellas Artes, La Habana, entre los días 25 al 28 de junio de los corrientes, nos trae hasta la actualidad una de las grandes proezas científicas y culturales diseñadas, organizadas y realizadas en el siglo pasado (1987-1988) gracias a la Revolución cubana: la expedición “En canoa del Amazonas al Caribe”. Esta fue protagonizada por el doctor Antonio Núñez Jiménez y un grupo de valerosos cubanos y cubanas a los que se sumaron investigadores de diferentes disciplinas y colaboradores procedentes de naciones latinoamericanas y caribeñas muy variadas.

La expedición fue propuesta como una de las actividades del V Centenario del Encuentro de Dos Mundos, alrededor del supuesto descubrimiento de un nuevo Continente por el Almirante Cristóbal Colón (1492-1992). Sin embargo, el proyecto presentado por Núñez Jiménez a la Reunión Especial de las Comisiones Nacionales del V Centenario, que tuvo lugar en la capital cubana, en enero de 1986, durante el Primer Simposio Mundial de Arte Rupestre, no mentaba el término celebración sino el de conmemoración. 

Por otro lado, la propuesta reconocía una de las hipótesis no verificadas acerca del antiguo poblamiento de las Antillas: los descubridores de las islas fueron los más antiguos pobladores de estas, los pueblos aruguacos o aruacos,  que en oleadas ya milenarias, habían seguido la ruta fluvial del Amazonas y el Orinoco para llegar hasta el Mar Caribe, después de cruzar desde la Península de Paria a la isla de Trinidad, así nombradas con los nuevos topónimos que les fueron asignados por los invasores europeos cientos de siglos después.

Los objetivos principales de la expedición propuesta, a nombre de la Comisión Nacional de Cuba, transformaron una celebración, de fondo colonialista, en una conmemoración de naturaleza evidentemente americanista, descolonizadora y científicamente revolucionaria:

1) reproducir el descubrimiento original del Caribe y sus islas por las tribus prehistóricas de las cuencas del Amazonas y del Orinoco;

2) realizar investigaciones científicas en los campos de la Naturaleza y el Hombre, por la vía de la ciencia y la cultura;

3) dar un paso concreto en la unidad latinoamericana y caribeña. (Núñez, [1988]:3]

La aprobación definitiva del proyecto se produjo poco después, en el transcurso de la IV Conferencia Iberoamericana del V Centenario (San José de Costa Rica, abril de 1986), en presencia de 23 países, incluida la República de Cuba. A partir de ese momento, Núñez comenzó un periplo por distintos países en busca del apoyo oficial, al mayor nivel de gobierno,  necesario para llevar a cabo aquel audaz propósito encabezado por él como Jefe de la Expedición.

Asombra no solo la originalidad de la idea, probablemente madurada en el transcurso de años de estudio, también el arrojo con que Núñez se lanzó a su ejecución, cuando el científico  contaba ya sesenta y tres años de edad; había nacido el 20 de abril de 1923, en Alquízar (entonces una pequeña ciudad de La Habana). ¿Quién es este personaje, cuál es su preparación para una tarea gigantesca y de tan alta complejidad?  Pues, se pretendía un largo recorrido fluvial y marítimo, realizado fundamentalmente en canoas primitivas, similares a las utilizadas por las antiguas culturas y pueblos aruacos, cuyos descendientes fueron los encargados de construir las cinco ligeras embarcaciones que utilizaría la expedición.

Conocemos que Antonio Núñez Jiménez fue geógrafo, espeleólogo y arqueólogo.  Obtuvo en la Universidad de La Habana su doctorado en Filosofía y Letras, cuando aun era una especialidad de esa disciplina la Geografía. Su oficio de explorador se había iniciado en 1939, al visitar la Cueva de la Loma de la Candela. En 1940, con diecisiete años de edad,  fundó la Sociedad Espeleológica de Cuba. Cinco años más tarde, organizó la Expedición Geográfica a Oriente, en la cual, entre otros estudios, “se ascendió por primera vez hasta la cima del Pico Suecia, se exploró el río Toa [uno de los más desconocidos y caudalosos de Cuba] y se continuaron los estudios en la Cueva de Seboruco, donde años atrás había encontrado los restos de la cultura Seboruco de 6 000 años de antigüedad” (García y otros, 2002: 292)

Por su obra profunda y revolucionaria, es proscrito durante la dictadura de Fulgencio Batista y Zaldívar (1952-1958), debido a ello, […] “se traslada a la ciudad de Santa Clara y se desempeña en la Cátedra de Geografía Regional (Eurasia, África y Oceanía) y Geomorfología en la Universidad Marta Abreu. Allí creó la Sociedad Científica de Espeleología, que estudió la región central del país. […] Estos estudios coadyuvaron a preparar el teatro de operaciones, adonde llegaría más tarde la columna 8 Ciro Redondo [del Ejército Rebelde]. (Ibid.:293)

Durante la Campaña de Liberación del Centro de Cuba, 1958, alcanzó el grado de Capitán del Ejército Rebelde bajo el mando del comandante doctor Ernesto “Che” Guevara.

Al triunfo de la Revolución Cubana, ocupó altos cargos gubernamentales: Director del Instituto Nacional de Reforma Agraria (1959-1962), Jefe de Artillería (1960-1962); al mismo tiempo, obtuvo el grado de doctor en Ciencias Geográficas por la Universidad de Lomonosov, Moscú,1960. Es nombrado Presidente (fundador) de la Academia de Ciencias de Cuba en 1962, desempeñando esta labor hasta 1972; Embajador de Cuba en Perú (1972-78) donde se le designa Investigador Honorario del Museo Nacional de Antropología y Arqueología de Lima, Perú, en 1975. Le fue otorgada la categoría científica de Investigador titular de la Academia de Ciencias de Cuba en 1982.

Su carrera como científico internacional se consolidó con su participación en las Expediciones al Polo Norte, en 1972 y a la Antártida, en 1982; en esta década de los  80 realizó, también, exploraciones en la Cordillera de los Andes, desde Perú hasta Venezuela, algunas son muy destacadas. Hacia 1987, ha publicado alrededor de una veintena de libros, entre los cuales se destaca Cuba La Naturaleza y el Hombre; Bojeo (Letras Cubanas, La Habana, 1984). Recordemos que más adelante, en 1995, recibió el diploma de “Cuarto descubridor de Cuba”.

 No es posible abarcar la totalidad de la vida y obra del doctor Núñez Jiménez en tan breve espacio. Solamente añadiré algunas de sus cualidades: robustez, perseverancia y firmeza caracterizaron sus propósitos a lo largo de su trayectoria vital.  Razones todas que debemos tomar en cuenta al evaluar su disposición ante una tarea extraordinaria en su organización y ejecución como fue, en mi modesta opinión, la expedición “En canoa desde el Amazonas al Caribe”. 

Tuvo gran trascendencia para nuestra región geohistórica su certero liderazgo científico cultural, justamente porque logró culminar los objetivos principales de la expedición en dos etapas, las cuales totalizaron cuatrocientos ochenta y nueve días, realizando un recorrido exploratorio de 17 422 kilómetros por veinte países de América del Sur y el Caribe. Las investigaciones multidisciplinarias se desarrollaron por un grupo científico multinacional, de más de 70 personas, y en su apoyo logístico se involucraron a tres centenares de colaboradores, entre civiles y militares, con recursos aportados por gobiernos latinoamericanos del continente y de las islas caribeñas.

De manera que, la expedición significó un primer paso firme hacia la integración científica y cultural a la cual seguimos aspirando todavía hoy.

En otro trabajo comentaré los positivos resultados obtenidos que fueron expuestos en dos libros, muy enjundiosos y amenos, escritos por Núñez: En canoa del Amazonas al Caribe (Fundación Antonio Núñez Jiménez de la Naturaleza y el Hombre, La Habana, 2008, 1ª ed., y 2017, 2ª ed.) y En canoa por el Mar de las Antillas (Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 2010), recientemente reeditados en Cuba, donde aun son poco conocidos y estudiados por las nuevas generaciones. 

La importancia de la verificación de la hipótesis y de los nuevos conocimientos aportados, incluido un concepto amplio del Caribe, nos sirven de nuevo punto de partida para continuar el estudio de nuestra región. Todavía, treinta años después, la expedición sigue contribuyendo de forma extraordinaria a la educación y cultura de la Naturaleza y  de los seres humanos.


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