La Habana nuestra de cada día


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Durante los festejos por el aniversario 500 de la fundación de la villa de San Cristóbal de La Habana, salió a la luz el libro La Habana nuestra de cada día, con textos de Leonardo Padura Fuentes y fotografías de Carlos Torres Cairo, del sello Aurelia Ediciones. Verdadera joya editorial por su edición cuidada y diseño y, sobre todo, por la calidad de textos e imágenes, merece la atención por ser una sincera manifestación del amor que los dos autores sienten por su ciudad, plasmado en clave artística, del arte que cada uno produce y defiende.

La Habana aparece en este volumen como producto de la memoria y la pasión. Es la ciudad registrada en sus expresiones literaria y sociológica, iconográfica y espiritual, poética y atropológica. No es, vale decirlo, un homenaje complaciente o encomiástico a ultranza, sino lo contrario, es una inmersión crítica en la ciudad-historia y en la urbe viva de nuestros días, con todos los problemas y carencias que presenta en la realidad. Las miradas, tanto del escritor como del fotógrafo, se entrelazan para ofrecernos un caleidoscopio muy particular.

Tres textos ofician de prólogo: uno a manos de Lucía López Coll, coordinadora de la publicación; otro del novelista y dramaturgo Abilio Estévez, y el tercero, de la crítica de arte y curadora Nahela Hechavarría. Cada uno, desde su especialidad de conocimientos, brinda una semblanza de las obras de Padura y Torres Cairo y de los pormenores de la gestación del volumen.

Los textos de Padura son una recopilación de sus trabajos, algunos de más de treinta años de existencia, como “Yarini, el Rey”, “Casablanca, según pasan los años” y “Una cacería de fantasmas”, entre otros, que son de cuando el entonces joven periodista y ensayista publicaba periodismo de investigación en las páginas de Juventud Rebelde, en los ochenta del siglo pasado. Los restantes pertenecen a la presente centuria y, como en todos los casos, han sido publicados internacionalmente en diversos libros de compilaciones de ensayos y artículos de la ya vasta obra de Padura. La Habana es la línea que vertebra esos trabajos. Al leerlos, uno siente la sensación de estar uniendo fragmentos de un rompecabezas en el que la mente del escritor ha reconfigurado su Habana personal (dentro de la que no puede faltar su Mantilla natal, en la que sigue viviendo y trabajando).

Dice Abilio Estévez: “Opino, no obstante, que en la búsqueda de la ciudad que no existe, que acaso nunca existió, vamos intentando reescribirla para leerla de otro modo.  Si no es así y en el caso de Padura, ¿cómo se explica esa pasión por resucitar a Yarini, a Cabrera Infante, a Chano Pozo?” El mismo prologuista intenta una respuesta al decir que lo que anima esas tensiones entre la letra y la ciudad es el deseo de reconstruir lo perdido, de recorrer nuevamente los paisajes que no se borran de la memoria, en los que la ciudad es un eterno acompañante de los autores.

Como aclara Lucía López Coll en su prólogo, algunos de estos textos son totalmente inéditos para las publicaciones cubanas, un elemento adicional que estimula su lectura. Ya sabemos que Padura es el escritor más leído en su país y que cada vez que se anuncia la presentación de alguno de sus libros la afluencia de público a adquirirlos es multitudinaria, así como cuando ofrece alguna de sus conferencias o se le dedica un evento de análisis sobre su obra en los que se rebosan los teatros o salas.

En el caso de las imágenes fotográficas de Carlos Torres Cairo, treinta y siete en total, se trata de una cuidadosa selección de sus trabajos, los mismos que integraron la muestra “Renuencia” en la galería Cairostudio, grupo creativo, uno de los tantos espacios expositivos que han surgido debidos al emprendimiento civil en distintos lugares de la ciudad. Tanto los originales expuestos en la galería como su reproducción en las páginas de La Habana nuestra de cada día, son fotografías de notable calidad y muestran a un artista ansioso por dialogar con los públicos y la crítica especializada.

El prólogo de Nahela Hechavarría informa sobre Carlos Torres, su obra fotográfica y su labor como editor y cabeza de Aurelia Ediciones. Según la especialista, Cairo es hacedor de “Un tipo de fotografía que a veces como registro puro y en ocasiones casi abstracto busca reflejar inmanencias, índices (atisbos) de lo real”; con sus fotos, “entendemos cuánto puede evocar una imagen de ciertos aspectos memorables, más cuando cercana está en nuestra mente la crónica que nos sumerge en cada uno”. Lo cierto es que se trata de imágenes muy bien logradas que se mueven entre lo fotográfico y lo pictórico.

Este tipo de libro, en el que el signo fotográfico y la letra copulan armoniosamente, tiene un antecedente en los volúmenes publicados en la primera mitad del siglo pasado en Laussane, Suiza, por el reconocido editor Albert Mermoud (1905-97), fundador de la casa editorial La Guilde du Livre, que vendía sus obras por correspondencia. Eran libros que conjugaban imágenes fotográficas con la obra de un escritor famoso. Así, editaron libros de escritores como Ernest Hemingway, Alberto Moravia, Henry Miller, Thomas Mann y Jean-Paul Sartre, entre otros. La Guilde du Livre se hizo notable en 1941 gracias a los álbumes de fotografía editados con la técnica heliográfica, de gran calidad de impresión. Albert Mermoud promovió la edición de varias monografías con fotos de Izis Bidermanas sobre los temas: Jacques Prévert: Grand Val du Printemps; Colette: Paradis terrestre y André Maulraux, Israel. La casa editorial cerró sus actividades en 1977. Hoy son libros buscados con afán por coleccionistas de todo el mundo. A partir de aquella experiencia se comenzó a publicar en todas las latitudes este formato de libro.

En la presentación de La Habana nuestra de cada día en la Biblioteca Nacional José Martí, el director de la institución y reconocido historiador, Eduardo Torres-Cuevas, calificó a Padura como gran explorador de una Habana que no es la de las postales turísticas, sino una ciudad más real, quizá la verdadera urbe que habitamos. También afirmó que “este no es un libro común, es un reto para la lectura”, por la relación simbiótica que se logra entre la imagen y el texto. Finalizó diciendo que el libro refleja fielmente "la visión, frustraciones, sueños, ideas, dolores y angustias", de los habitantes de la ciudad.

En el teatro de la Biblioteca Nacional, repleto de público, Padura refirió los detalles de la gestación del libro y expresó: "Pocas urbes del mundo pueden exhibir un origen tan literario como la capital cubana" aludiendo a los grandes escritores que recrearon la ciudad en sus obras. Previamente, Claudia Acevedo, lingüista y editora de Aurelia Ediciones y del libro, así como Torres Cairo, revelaron detalles de cómo se produjo el encuentro y enlace creativo con el novelista, así como hablaron de sus propósitos con relación al volumen (del cual no hubo venta pues solo se consiguió traer un puñado para ambas presentaciones), Se espera, según se dijo en esa ocasión, que en la venidera Feria Internacional del Libro de La Habana el libro se ponga a disposición del publico lector. De ser así, será, con toda seguridad, uno de los platos fuertes de la Feria.

La editorial Aurelia fue fundada en 1996 y está especializada en literatura cubana. Con anterioridad había realizado una edición de la novela de Padura “El hombre que amaba los perros”, que no llegó   a presentarse por razones desconocidas. Aurelia cuenta con dos colecciones, una de fotografía y otra sobre cultura afrolatinoamericana y afrocubana. Hace solo tres años la editorial abrió una nueva línea para darle cabida a la narrativa y a la historia de la arquitectura cubana.

El libro La Habana nuestra de cada día merece la atención de los públicos interesados en la obra de Padura y es una excelente oportunidad para encontrarse con la obra fotográfica, poco conocida en el país, de Carlos Torres Cairo. Es indudablemente uno de los homenajes a los 500 años de La Habana que serán más perdurables.


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