La imprescindible huella de Nicolás Dorr en el teatro cubano


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Como testimonio de una época, con sus angustias y esperanzas, sus amarguras y alegrías, sus contradicciones y realidades, puede calificarse el teatro de Nicolás Dorr, nacido en La Habana el 3 de febrero de 1947, hace ahora 76 años, y fallecido en esta misma ciudad el 18 de diciembre de 2018. Sus obras que pertenecen a lo mejor del patrimonio de la escena cubana de entre siglos e invitan a soñar, a reír, a meditar... Una dramaturgia que no sólo es una cartografía personal, sino también resulta una cartografía de sentimientos, actitudes, acciones, de quienes protagonizan la vida misma.

En sus obras se entretejen el absurdo, el humor negro, el surrealismo y una imaginación extraordinaria 

Inscripto por sus padres como Nicolás Blas Damorresea Udaeta, a los 15 años de edad estremeció la escena insular con su memorable pieza Las Pericas, estrenada el 3 de abril de 1961 en la capitalina sala Arlequín, obra en la que hay mucho de la personalidad forjada durante la existencia de este gran amigo, en la que se entretejen el absurdo, el humor negro, el surrealismo y una imaginación extraordinaria cuyas raíces se solidifican en una auténtica cubanidad, con sus ironías y sarcasmos. Escucharlo narrar cualquier anécdota de la vida real contemporánea poseía todos esos ingredientes, al punto de que, muchas veces, sus historias nos parecían un poco exageradas y causaban risa.

Las Pericas se transmitió también por la televisión cubana, en el programa Escenario 4. Luego de su estreno, toda la crítica le hizo encomiables ecos. El respetable crítico cubano, Rine Leal, escribió: Ha nacido un autor que no se parece a ningún otro en Cuba. El 24 de octubre de 1982, con motivo del 8º Festival Internacional de Ballet de La Habana, se estrenó la versión de esta pieza para el ballet clásico, era la primera vez que una obra teatral cubana era llevada a la danza.

Antes de Las Pericas, escribió El palacio de los cartones, igualmente estrenada en 1961. Luego vino La Chacota, de la cual hizo tres versiones hasta 1974, cuando ya había alcanzado plena madurez artística. Le siguieron La esquina de los concejales (1962); Maravillosa inercia (1963 y estrenada en 1985) y Clave de sol (1965, llevada a escena al año siguiente en Bogotá, Colombia, bajo la dirección de Carlos Perozzo y en La Habana en 1985, bajo la dirección del propio Nicolás; además de Un viaje entretenido (1972), El agitado pleito entre un autor y un ángel (Premio Uneac 1972), y La puerta de tablitas (1978).

También novelista y fundador de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba 

También novelista y fundador de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), Nicolás, Premio Nacional de Teatro en 2014, me honró con una fecunda amistad durante las últimas décadas de su vida, iniciada en el estreno de Una casa colonial (Premio al mejor texto en el Festival Internacional de Teatro de La Habana, 1982), la cual fue incluida por el Ministerio de Educación en el sistema nacional de enseñanza, en el libro Español (séptimo grado); y en 1984 fue llevada al cine para la televisión.

Sus vínculos con el teatro comenzaron cuando tenía diez años de edad y era alumno de la sección de teatro infantil de la Academia municipal de Artes Dramáticas de La Habana, donde participó en puestas en escena dirigidas por Antonio Vázquez Gallo, Modesto Centeno, Julio Matas y Adela Escartín. 

En 1968 tuvo una participación destacada en el Primer Seminario Nacional de Teatro, auspiciado por el Consejo Nacional de Cultura. Ese mismo año fue invitado a la celebración en el Berliner Ensemble (RDA) del Aniversario 70 del nacimiento de Bertolt Brecht. Asimismo, en 1976, el Instituto Italoamericano de Roma lo seleccionó como uno de los ocho autores latinoamericanos de Vanguardia, para una antología de igual nombre. A partir de 1978 incursionó en la dirección teatral. Fue director general y artístico de grupos dramáticos como el Teatro Popular Latinoamericano y el Grupo Rita Montaner, así como de los teatros Martí y El Sótano.

Teatro Escogido una joya literaria de Letras Cubanas 

En mayo del año 2010, viajé a la ciudad de Matanzas junto con Nicolás para presentar una joya literaria de Letras Cubanas en su colección Repertorio Teatral Cubano: sus dos tomos de Teatro Escogido, donde se agrupa una importante muestra del quehacer dramatúrgico de este emblemático autor. Compuesta por doce obras teatrales, esta edición abarca una extensa cronología que parte de 1961 con Las Pericas, hasta Caminos, 2007. Incluye, además —entre otras exitosas obras Una casa colonial, Un muro en la Habana, Confrontación, Nenúfares en el techo del mundo, Los excéntricos de la noche y Confesión en el barrio chino. 

Teatro escogido se unió a otros textos publicados por Nicolás Dorr, entre ellos Teatro (1963), El agitado pleito entre un autor y un ángel (1972), Cinco farsas y dos comedias (1978), Dramas de imaginación y urgencia (1987) y Teatro insólito (2001), en los que se agrupan sus proyecciones dramatúrgicas. En el año 2008, entregó a los lectores su primera novela, El legado del caos.

Una casa colonial, título imprescindible en la historia del teatro cubano

Debo confesar que entre las obras de Nicolás siento especial predilección por Una casa colonial, uno de los títulos imprescindibles en la historia del teatro cubano, Premio al Mejor Texto en el Festival Internacional de Teatro de La Habana en 1982, la cual volví a disfrutar en el año 2009 en la sala Mella, bajo su dirección artística, en una puesta concebida por su hermano Nelson sobre la original estrenada el 28 de agosto de 1981 en el Teatro Nacional de Cuba. Eminentemente humanística y barroca, en esta comedia sentimental en dos actos el espectador disfruta de un juego dramático recreado en el enfrentamiento generacional. 

Aún recuerdo a Margot de Armas en el papel de Severina, querida y gran figura del teatro, preferida por Nicolás, junto con María de los Ángeles Santana y Rosa Fornés, para la interpretación de algunas de sus más emblemáticas obras. Margot conmovía con su extraordinario histrionismo. Con sus 90 años de vida brilló, por su vivacidad y humor, en esta comedia dramática de corte costumbrista que logró prolongadas ovaciones del público.

Jugar con nuestras emociones

A través de su obra toda (incluyendo sus novelas, poesías, ensayos y cuentos) Nicolás nos hace reflexionar, entre otros sentimientos universales, en torno a la soledad, el miedo, la hipocresía y, ante todo, el amor, la confianza y la comprensión hacia nuestros semejantes. Él se valía de un ardid tan efectivo como perverso: jugar con nuestras emociones y el enfrentamiento entre viejos cánones de convivencia y las interrelaciones personales.

Mediante su teatro, que sobrepasó los treinta títulos en comedias dramáticas, farsas, teatro del absurdo, tragedias, y comedias musicales; todos publicados y la gran mayoría, estrenados, se impuso llegar a la vida misma a través de un episodio realmente revelador de nuestra realidad social, el cual trasciende en el tiempo y el espacio, por la amenidad de un conjunto de historias diferentes en la que se recrean significativos valores humanos.

Tanto en La Habana, como en el Festival de Teatro de Camagüey y en Matanzas (en el legendario teatro Sauto), donde fue presentado por Teatro Icarón, bajo la dirección artística y general de Miriam Muñoz, el monólogo Yo tengo un brillante, obtuvo elogios del público y de la crítica. Se trata de la historia de una mujer maltratada por el tiempo y el olvido. Y ese sentido eminentemente humanístico prevalece en toda la producción literaria y dramatúrgica de Nicolás, quien hizo reír, llorar y meditar con la narración de aquella ex bailarina del Teatro Alhambra, la cual a partir de su deterioro físico y mental decide vender su sortija de brillantes sin pensar siquiera que este pudiera ser falso.

Vivir en Santa Fe 

Otro de los grandes éxitos teatrales de Nicolás Guillén fue Vivir en Santa Fe, comedia musical de 1986, con composiciones originales de Juan Formell, la cual aseguraba había escrito para la vedette Rosa Fornés. Se trata de una obra, según me dijo, por la que sentía particular devoción, no solo porque se refería a esa barriada del litoral oeste de la capital donde había vivido durante muchos años junto con su madre, sino porque, además, la escribió para alguien a quien amaba mucho, su actriz preferida y la más grande de todos los tiempos. Decía que a ella se debía todo el triunfo de esa puesta en escena. De toda mi producción dramática creo que fue la obra que más autenticidad ha tenido, había expresado.

Para esta emblemática actriz Nicolás escribió cuatro títulos, inspiración movida por sus criterios de que Rosita dominaba totalmente la comedia y la tragedia de manera orgánica y conmovedora, como igualmente lo había hecho, en 1984, en Confesión en el Barrio Chino, llevada al cine por la productora mexicana Tabasco Films, bajo el título de Violeta.

La década de los años 80 del pasado siglo fue prolífica en la creación dramatúrgica de Nicolás, con otras obras como Mediodía candente (Premio Revista Diálogo Social, Panamá, 1980) y Confrontación (1989), estrenada en 1992 en Buenos Aires, en el ciclo Voces con la misma sangre, que presentó a los autores más significativos de América Latina; y aunque para algunos críticos su producción teatral experimentó una recaída en los años 90, durante esa década escribió Un muro en La Habana (1993), Nenúfares en el techo del mundo (1997) y Los excéntricos de la noche (1999). Con la llegada del nuevo milenio fue considerablemente menor su creación dramatúrgica, no obstante se dedicó a incursionar en otros géneros literarios y en 2016 aparece un nuevo título de su autoría para el teatro: Duelo en el Metropolitan (2016).

La huella en el cine

También en el cine quedó la huella de este maestro en la asesoría dramatúrgica de los filmes cubanos Clandestinos y Hello, Hemingway, así como el guion de Una casa colonial. Asimismo fue jurado del Premio al Mejor Guion Inédito en el XX Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, en 1998. Fue fundador de la Escuela Internacional de Cine, Televisión y Video de San Antonio de los Baños, donde ofreció talleres de Guion y Dramaturgia cinematográfica; en tanto se desempeñó como asesor de la Presidencia del Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográficos (Icaic). 

En la docencia igualmente fue destacada su participación como fundador del Instituto Superior de Arte (ISA) y como profesor de Historia del Teatro y Dramaturgia, así como catedrático invitado en la Universidad Centroamericana, Nicaragua (1989); en la Facultad de Filología Española de la Universidad de Valencia (marzo-abril del 2000) y en el Instituto Superior de Arte de Gualeguaychú, Argentina (mayo del 2001); en tanto ofreció Conferencias Magistrales en universidades de Bogotá, Colombia (1992); Facultad de Derecho de la UNAM, México, D.F. (1994); en las de Wisconsin y Milwaukee, Estados Unidos (1996); así como en el famoso Teatro San Martín, Buenos Aires, Argentina (1992). Impartió cursos de dramaturgia en la Escuela de Literatura de la Sociedad General de Escritores de México (SOGEM), 1992-1994. Fue Profesor Titular de la Facultad de Comunicación Audiovisual del Instituto Superior de Arte.

Vivimos de las vivencias de los otros y de las de uno mismo también

Acreedor de la Distinción por la Cultura Nacional y de la Medalla Alejo Carpentier, los personajes de Nicolás Dorr están recreados en figuras de la cotidianeidad insular, en gentes de la calle, muchas veces en sicologías extraídas a través de un diálogo o de una simple mirada. Vivimos de las vivencias de los otros y de las de uno mismo también, decía. Para él se trataba de una suerte de transmutación, de la absorción de problemas e inquietudes sociales que pasaban a formar parte de su imaginería. 

Las obras de Nicolás han sido presentadas o publicadas en numerosos países como España, Estados Unidos, Unión Soviética, Francia, Italia, Polonia, Hungría, Nicaragua, Panamá, Colombia, Venezuela, Argentina y Puerto Rico. En el 2011 la Hispanic Organization of Latin Actor de Nueva York le entregó su premio anual HOLA (por sus siglas) al mejor texto estrenado en el 2010 por su obra Confesión en el Barrio Chino, presentada por el Teatro Rodante Puertorriqueño. Igualmente, la Asociación de Cronistas de Espectáculos de Nueva York, lo congratuló con el premio ACE de Dramaturgia 2011, por la misma pieza.

Publicó ensayos y artículos sobre dramaturgia, tanto teatral como cinematográfica, en las revistas Cine Cubano, Bohemia, Cuba en el Ballet, Gaceta de Cuba, Casa, entre otras.


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