La juventud no está perdida


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¿Cómo escribir sobre una década donde tú apenas sabías nombrar las cosas? ¿Qué entendemos nosotros, los nacidos en los 90, por Período Especial? ¿No es acaso un residuo nebuloso de la experiencia de nuestros padres, sobre esa superficie de la hecatombe?”, con estas preguntas escritas por el joven autor Ray Veitía Rodríguez, se dio paso a la inauguración de la exposición personal “Nací en los 90”, del fotógrafo Javier Pérez Ramos.

La sala Federico García Lorca, del Centro Cultural Dulce María Loynaz, fue la sede en la que, en esta ocasión, fotografía, poesía y trova, se unieron de manera armónica como parte de una familia con el mismo apellido: arte.

El motivo de la agradable unión, fue la celebración del Día Internacional de la Juventud, declarado así el 12 de agosto por la Asamblea General de las Naciones Unidas hace 20 años, que por esta vez está dedicado al desarrollo de la educación y la cultura por parte de los jóvenes.

Con curaduría de Giselle Lucía Navarro, la exposición está compuesta por doce retratos en blanco y negro, los protagonistas son jóvenes escritores, narradores, poetas, ensayistas, dramaturgos, guionistas… mujeres y hombres que tienen en común algo más que el amor por la palabra: el haber nacido en los años 90 y poseer esa serie de inquietudes, herencias y sentimientos, propios de su época.

Javier Pérez Ramos, fotógrafo autor de la exposición, explica: “Aprovechamos el contexto para presentar la muestra, que realmente es el inicio de un proyecto más abarcador en el que incluiremos estudiantes y obreros. La muestra nace con la idea de contar la historia de los escritores que nacieron en los años 90. Es importante que se conozca la vivencia de personas que parten de esa época, de la herencia de sus padres. Resulta interesante contar la historia desde ese punto de vista”.

Para el fotógrafo, es de vital importancia promover el arte joven, sobre todo a los escritores, ya que considera que tienen poca visualidad, por lo que una exposición es una buena manera de dar a conocer la imagen de los artistas, su meta es combatir la mediocridad.

Con la estética justifica el uso del blanco y negro en los retratos, porque piensa que aporta mayor nitidez y calidad, y resalta la esencia de las personas, pero dice que lo hizo también por una especie de reencuentro con su pasión por la fotografía analógica, a la que se encuentra vinculado.

“Es un proyecto más pretencioso”, afirma Javier Pérez Ramos, lo que argumenta con la próxima realización de un proyecto audiovisual, en el que participarán los escritores y otras personas que no forman parte de la exposición.

En un segundo momento de la actividad, fueron realizados dos paneles donde los escritores invitados leyeron y declamaron, algunas de sus obras, varias de ellas, inéditas aún. No solo estuvieron presentes los nacidos en los 90, sino que la muestra fue más heterogénea.

El toque musical de la velada, lo puso la participación de los trovadores Charlie Sargado y Yunier Pérez. Con una magistral interpretación de “Chivo que rompe tambó”, Yunier Pérez se ganó a la audiencia, por lo que, al terminar de tocar su segundo tema, le fue pedido un tercero, petición que cumplió con “Oda al plagio”, una de sus más recientes producciones.

Con esta jornada en que la que convergieron y se complementaron tres manifestaciones artísticas, se celebró el Día Internacional de la Juventud, fecha que debe promover el análisis y la reflexión, en un país como Cuba, amenazado con el envejecimiento poblacional, pero en el que los jóvenes demuestran a diario su reinvención, sus ganas de demostrar que la juventud no está del todo perdida, menos cuando existen poemas por escribir, décimas por declamar, fotos por crear y canciones por cantar.

Por Karla Castillo Moret


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