La obra de Rafael Zarza en la XIII Bienal de La Habana


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Foto: Cortesía de la autora.

Incorporado, como muchos otros compatriotas, a la épica angolana en la década de los años 70, a Rafael Zarza (La Habana, 1944) no solo lo acompañaron entonces el valor que caracteriza al soldado cubano y los pertrechos de un combatiente de las tropas de exploración; sino también su honda sensibilidad artística y un cuaderno de dibujo.

En esas páginas, fue plasmando gráficamente algunos elementos espirituales de las etnias que encontró a su paso, como las máscaras o muquixes empleadas por los yakas en los rituales de las ceremonias de circuncisión, reservadas solo a la población masculina. Experiencias que posteriormente fue trasladando a su quehacer como pintor, grabador, ilustrador y diseñador.

Estas máscaras un tanto aterradoras, centran la exposición homónima que será inaugurada en el Taller de Serigrafía René Portocarrero en la tarde del 19 de abril, dentro del programa colateral de la XIII Bienal de La Habana, en la que también habrá otras propuestas de esa institución perteneciente a la empresa Génesis. Galerías de Arte.

En un breve intercambio con el Periódico Cubarte, Zarza adelantó algunos detalles de lo que ha decidido seleccionar para esta muestra, dentro de la amplia gama de técnicas que domina.

“Con esta exposición estamos tratando de retomar que el Taller no sea solo un lugar para la reproducción de obras de arte; sino que se convierta en un sitio al que los artistas también vayan a trabajar. Es un proyecto que queremos desarrollar.

Muquixes es, básicamente, una muestra de serigrafía. Obra gráfica basada en aquellos dibujos que hice en África, aunque le incorporé algunos posteriores. Actualmente no estoy trabajando este tema, pero es una obra que quería mostrar. Sobre todo, en serigrafía, en la que no lo había hecho tampoco”.

Pero Ud. sí ha trabajado esa técnica…

“Sí, yo había hecho serigrafía, pero hace muchos años. Últimamente me he enamorado un poco de ella”.

¿No aparecerá la pintura en esta exposición?

“La exposición deberá tener como mínimo veinte piezas, de ellas tres o cuatro serán pinturas en óleo y acrílico. Algunos críticos han dicho de mí que soy como una especie de pintor oculto porque hay piezas que no enseño y guardo. Pero, bueno, en esta ocasión sí las voy a enseñar. Tal vez, tal vez incorpore también una instalación, pero eso todavía está en proceso”.

La gráfica no es de las expresiones más representadas tradicionalmente en la Bienal de La Habana.

“Por lo general, otros artistas tratan de hacer instalaciones, trabajar con otras técnicas. Creo que es bueno que en la Bienal haya gráfica y se dio esta oportunidad de que yo hiciera serigrafía, pues me brindaron el Taller. Estoy muy agradecido de su directora, de los especialistas, de los impresores. También le agradezco a Génesis que posibilitó el que yo trabajara allí. Y hasta ahora me siento muy bien”.

Un trabajo colectivo, multidisciplinario, como el que alienta esta edición de la Bienal.

“Eso es lo que se quiere: que haya un equipo de trabajo. A mí me gusta mucho que los impresores se integren. Te hacen sugerencias y tú les puedes consultar acerca de qué material se puede emplear o no. Se establece un diálogo que es muy interesante. Se logra un trabajo colectivo y las piezas están quedando preciosas. Al menos para mí”.

Algunas de dichas máscaras se imprimirán en mapas de Angola y de África; en tanto que otras, en un formato más pequeño pasarán a formar parte de una carpeta que podrá ser adquiridas por quienes deseen llevar a casa reproducciones de estas piezas de Rafael Zarza, un artista que ha expuesto en prestigiosas galerías de varias latitudes y recibido premios dentro y fuera de Cuba.


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