La obra imperecedera de Raúl Corrales


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Apenas dos años después de haberse instituido en Cuba el Premio Nacional de las Artes Plásticas y en momentos en que aún existían muchos prejuicios en cuanto a considerar a la fotografía como una de sus genuinas manifestaciones, en 1996 le fue otorgado el alto reconocimiento a Raúl Corrales.

Así de incuestionable eran ya desde mucho antes los valores documental y estético del conjunto de la obra de este artista del lente, considerado junto a Alberto Díaz (Korda) y Osvaldo Salas, como uno de los principales exponentes de la llamada Fotografía Épica de la Revolución Cubana, esa que entre 1960 y 1965 dejó para la posteridad un invaluable testimonio de aquellos primeros años del proceso revolucionario. 

Precisamente, una de las fotos tomadas por Corrales en aquella etapa, la titulada El sueño, está considerada entre las cien mejores imágenes de la historia de la fotografía.

Cuentan que el propio Korda se refería a él como al “más grande de los fotógrafos cubanos”, juicio que se reafirma a partir del reconocimiento que hacen los críticos de su poder de síntesis, sagacidad para atrapar los detalles y maestría a la hora de dar a la luz un tratamiento que acercaba la imagen a lo tridimensional.

El humanismo y la capacidad de conservar la intencionalidad del mensaje aún con un mínimo de recursos, también han sido destacadas como características de la obra de Corrales, dentro de la cual sobresalen antes de 1959 sus trabajos con los pobladores de Cojímar y, posteriormente, los ensayos fotográficos dedicados a la batalla de Playa Girón y a los estudiantes en las Escuelas al Campo.

En homenaje a este artista del lente, de cuyo nacimiento se cumplen este 29 de enero 96 años, la Fototeca de Cuba convoca anualmente a la Beca de Creación Raúl Corrales; mientras que, en la calle OˈReilly de La Habana Vieja, una galería lleva su nombre.

 


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