Quizás, incluso, con un estilo en ocasiones más minimalista que el de los haigas —esas pinturas que suelen acompañar a los haikus—, los dibujos que por estos días exhibe Irving Vera Chirino (La Habana, 1979) en el Centro de Desarrollo de las Artes Visuales me remitieron de inmediato a dichas composiciones de la lírica japonesa.

De tal magnitud pueden llegar a ser la economía de los trazos del grafito o de la tinta sobre la blanca cartulina y el poder de sugerencia poética que de ellos se desprende. Resulta, pues, que nada más es necesario para revelarnos, desde sus esencias, determinado paisaje o circunstancia.

Como es posible recordar, la muestra personal de este artista se anunció inicialmente bajo el título de Zen Trash. Algo así como lo espiritualmente desechable tras la meditación; principal práctica que promueve la antes mencionada escuela budista, estrechamente relacionada con los haikus.

Sobre esta naturaleza de los más de 40 pequeños dibujos que cubren las también blancas paredes de las que pudieran ser asumidas como salas para el recogimiento, alertaba el breve texto promocional de la que finalmente quedó inaugurada bajo el también apropiado título de Pensar (sentir) Hacer, en la que se incluye un video con similares códigos expresivos.

Graduado del Instituto Superior de Arte en 2005, Irving Vera Chirino perteneció a ese grupo de jóvenes artistas que, como Michel Pérez Pollo o Alejandro Campins, se impusieron el no encasillar sus obras en los estrechos cánones del conceptualismo por entonces imperante en las aulas del alto centro docente.

Sus piezas han sido exhibidas en exposiciones personales y colectivas organizadas en Cuba, España, México y Noruega.