La primera tribuna, el primer discurso


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Hay personas que todo lo que tocan lo convierten en oro. Ese es el caso de José Martí, Apóstol de Cuba, mezcla de sentimiento y razón enriqueció la historia universal para gloria de los seres humanos.

Desde la histórica tribuna del Liceo Artístico y Literario del habanero municipio de Guanabacoa, el héroe nacional de Cuba ofreció su primer discurso en la Patria, el 22 de enero de 1879, por el sepelio del poeta Alfredo Torroella Era un privilegio para el Liceo contar entre los miembros de su junta directiva con José Martí, a quien se había encomendado la secretaría en la Sección de Literatura; y como tal, asumió la despedida de duelo.

“Algo nace, poeta, cuando mueres”, dijo Martí entonces.

Desde este Monumento Nacional, declarado como tal el 23 de junio de 2014 también hablaron importantes escritores y patriotas cubanos como Juan Clemente Zenea, Gertrudis Gómez de Avellaneda, José de la Luz y Caballero, Anselmo Suárez y Romero, Rafael María de Mendive, Antonio Zambrana, José Fornaris y Enrique José Varona, entre otros.

Desde ella, también se les rindió tributo a personalidades de gran relevancia, como el homenaje brindado al destacado violinista Rafael Díaz Albertini y en el cual Martí expresó a través de metáforas ideas independentistas en presencia, nada más y nada menos, que del Capitán General Ramón Blanco.

Nacido en la capital cubana el 9 de agosto de 1845, Alfredo Torroella fue un dramaturgo, poeta y maestro cubano, quién colaboró con varias publicaciones y realizó traducciones del francés. Vivió en México donde nació su  amistad con José Martí.

Estuvo relacionado con el movimiento independentista cubano, tuvo que trasladarse en 1868 a Mérida y luego a Ciudad México. En este país desempeñó distintas labores y entre ellas tuvo a su cargo la publicación del periódico literario El Álbum.

En México conoció a José Martí quién había llegado allí en 1875. En 1878, al sentirse enfermo, decidió retornar a la capital cubana y residió en la zona de Guanabacoa hasta su deceso el 21 de enero de 1879.

Del Apóstol se escucharían sentidas palabras acerca de la trascendencia de la actividad creador de Torroella: “como orador, arrasó, como poeta, sedujo y como autor dramático escuchó de los mexicanos aplausos ferventísimo”.

Según se dice, de este canto fúnebre considerado el primer discurso público de nuestro apóstol en Cuba, aflorarían indudablemente su arenga patriótica. Aquellos fragmentos que del discurso se conservan fueron publicados el día 26 de enero en el Diario de Matanzas, que dirigiera Rafael María Mendive, su maestro.

Martí, conmovido expresó: “El pudor del dolor es el silencio. Ante la tumba de los poetas, no deben bautizarse los oradores, pero lo que no sabe mi voz de peregrino levantar dignamente hasta tu tumba, te lo dicen en tono solemnísimo ese rumor de pueblo agradecido, esos niños que miran medrosos tu cadáver, esos ojos de mujeres cubanas que te lloran.”

De lo expuesto por Martí, se desprende que Torroella transformaba su alma sosegada en briosa: “Si aún vive en ti algo de aquella alma pura de paloma que supo trocarse en alma de águila para cantar los males de la patria; –si no vaya ya tu espíritu, como todos nuestros espíritus, por entre las pencas gemidoras de nuestras palmas, como para amparar de cerca nuestros campos, llenos más que de yerba, de querellas.”

De sus nobles esperanzas dijo: “Cuando, con el dolor, con la oración, con el suspiro, llevabas a otras tierras, el perfume y el fuego de la nuestra, –lleno de flores, el seno de la patria agradecida, tejía con ellas la corona que va a aromar ahora tus nobles sienes, pálidas y frías.”

¿Por quién mejor que por ti? Tú te vas orando de la tierra, no con las manos manchadas de sangre, crispadas por el miedo, mordidas por el odio, sino blancas y puras como tu alma, blandamente unidas, en demanda de amor para los hombres…”

Y culmina su discurso el secretario en la Sección de Literatura; “y más que ello el amigo y compatriota que comparte los ideales del ser a quien despide: ¡Ora mucho, hermano mío, por tu pobre tierra! –¡Ora por ella!.”

Por todo ello la Tribuna, donde hablara José Martí fue considerada un símbolo para la juventud y la resistencia cívica frente a la dictadura a mediados del siglo pasado. Logró ser preservada en una urna de cristal, la cual pudo ser confeccionada mediante una colecta pública.

Ella es un símbolo relevante de nuestra historia patria, es vínculo con personalidades trascendentes de la política y la cultura cubanas y forma parte ineludible de la memoria histórica y la identidad cubana. Ella nos da también un excepcional sentido de pertenencia. Ella es nuestra como su gloria.

En consecuencia, y como parte del patrimonio que defiende y protege la nación cubana la Tribuna donde habló nuestro Héroe Nacional José Martí en el Liceo de Guanabacoa fue declarada, como fue expresado anteriormente, Monumento Nacional de la República de Cuba el 23 de junio de 2014 y se encuentra bajo la custodia del Museo Municipal de Guanabacoa, en la provincia de La Habana.


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