Leyenda del tres: Arsenio Rodríguez


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El próximo lunes 31 de agosto, se conmemora el  aniversario 104 del natalicio de El Ciego Maravilloso. Recordarlo es rendirle un merecido tributo.

Quiso la casualidad, más bien la necesidad del padre de buscar trabajo en Guira de Macurijes, Matanzas, que Ignacio Arsenio Travieso Scull, Arsenio Rodríguez, llegara al mundo el 31 de agosto de 1911 por aquellos lares. Sin embargo, afirma el investigador güinero Abilio Estévez que el “ciego maravilloso”, como se le conoció después, aparece asentado en el  Registro del  Estado Civil de Güines, cuna de su familia, como nacido el 31 de agosto de 1913.

Salvando esta disquisición histórica y escuchando la voz de ese otro gran músico que es Senén Suárez Hernández (ya fallecido), sin lugar a dudas, Arsenio fue, es y será toda una leyenda en la historia de la música cubana. Senén, tras verlo tocar en un bailable en el Centro Asturiano de La Habana cuando él tenía 19 años, ocasión en la que alternaron su orquesta y la de  ese otro grande que fue Arcaño y  sus Maravillas, escribió:

 “El ciego con sus dedos regordos y su cuerpo rozando la obesidad, se movía con una agilidad inconcebible. Arsenio tan pronto mostraba virtuosa rapidez como se extasiaba en sus famosos  tumbaos, siempre atento al sonido de su agrupación. El público bailador disfrutaba de lo lindo con aquel genio y su tres pegado a la barbilla y concentrado al máximo en su genial dirección”.

Tresero y compositor, a los 13 años, en Güines, viviendo en el barrio de Legüina, muy cerca de la casa donde nació y vivió esa otra leyenda de la músca cubana que es Tata Guines, Arsenio quedó ciego debido a un accidente. Por entonces ya hacía música. Allí -afirma Abilio- lo recuerdan pobre, negro, enfrentando las injusticias  y las desigualdades de la sociedad clasista de su época. Se afirma que  poseía un carácter muy  huraño, a la  par que  era muy laborioso y disciplinado.

En la década del 30 marchó hacia la Capital, donde laboró como tresero del septeto Belén, y después del Bellamar. Apareció mucho en los Salones de La Tropical. En 1938 reforma su septeto, al cual le agregó dos trompetas, un piano y una tumbadora, dando lugar a la aparición de este formato nuevo por primera vez. El Conjunto de Arsenio Rodríguez fue una agrupación integrada por destacados músicos. Eran ellos: los cantantes Marcelino Guerra y Rolando Scull; los trompetas Félix Chapotín, Rubén Calzado y Armando Armenteros; Lázaro Prieto en el contrabajo, Lilí Martínez en el piano, Israel Rodríguez (Chocolate) en las tumbadoras, y  “Papaquillo” en los bongóes.

Con su tres como una “batuta sonora” Arsenio Rodríguez salió a conquistar el mundo. El músico, que había creado en 1938 la nueva estructura porque creyó -según dijo en 1955, en una entrevista ofrecida a la revista  Bohemia- que la formación de septeto no tenía la armonía que necesitaba, empezó a hacerse cada vez más grande. Su estilo estableció un cambio en la música bailable cubana y en toda la música bailable latina de Nueva York y el Caribe.

Se le atribuye además, haber renovado las formas interpretativas del viejo son cubano, avivando sus melodías con un cadencioso montuno con mucha clave, en el que además de los solos de tres, piano, trompeta y tumbadora, el cantante se apoyaba en rítmicas improvisaciones acompañadas de un coro.

Como compositor, intérprete y experimentador musical, Arsenio Rodríguez fue uno de los gigantes indudables de la música cubana. En los Estados Unidos fue una decisiva influencia en el movimiento típico de los años ’60 y ’70, y su experimentación apuntaba a algunos de los desarrollados por los más aventurados arquitectos de la salsa, como Willie Colón.

En los años finales de la década del 40, comenzó sus viajes a Nueva York, con la esperanza de curar su ceguera, aunque le resultó infructuoso en este aspecto la aureola de la fama y éxito lo cubrió en aquella ciudad, al punto de que es aún recordado como “El Cieguito Maravilloso”. En Estados Unidos hizo conciertos de música abakuá junto a su hermano Quique.

Realizó varios viajes a Cuba, el último fue en abril de 1957. Murió en Los Angeles, California, el 31 de diciembre de 1971, y en 1972 sus restos fueron trasladados a Nueva York.

En su prolífico quehacer autoral sobresalen los sones  Bruca Maniguá (la primera canción suya que se grabó, originalmente interpretada por la Orquesta Casino de la Playa. Posteriormente Ray Barreto hizo la versión interpretada por el sonero Adalberto Santiago); Güira de Macurijes, Triste Lucha, Matanzas, Fuego en el 23, Laborí, Tumba palo cocuyé, No me llores, Vacuno, Lo dicen todos; También se le acredita a su autoría Dile a Catalina, Se va el Caramelero, Un cachito pa huele, Juventud de Cayo Hueso y El Cerro tiene la llave. Entre sus  boleros se destacan: Camagüey, Nacer y Morir, Feliz viaje, Acerca  el oído, Nos estamos alejando y La  vida es un sueño.

En sus años finales continuó experimentando y desarrollando un estilo que el llamó "swing son". El último disco grabado por Rodríguez fue "Arsenio dice", en 1968,  para Tico.

Su figura se suma a la de nombres como Nené  Manfugás -el primer tresero que recoge la historia-, Isaac Oviedo, Eliseo Silveira, Niño Rivera, Pancho Amat, Cotó, César Echevarría ”El lento”, todos historias en la ejecución del tres.


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