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Lilí Martínez: ¡que piano toca usted!


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“En Lilí Martínez se fusionaron varias cosas difíciles de concretar en una misma sensibilidad: un gusto poco común en los fraseos de estirpe sonera, dominio de las esencias del piano clásico, dicción jazzística y el sabor de sus tumbaos”, escribió el musicólogo y escritor Helio Orovio. Mientras la periodista venezolana Lil Rodríguez, escribió: “Luis Martínez Griñán el más grande pianista del son montuno”. Precisamente antes de morir, La Perla de Oriente como lo llamó Arsenio Rodríguez, le confesó  a Lil: “siempre quise ser como Chopin: tierno frente a la música, dulce frente al piano y romántico ante la vida” 

Ambas opiniones dan fe de lo grande que fue (y sigue siendo) en la música cubana, el pianista sonero, compositor y arreglista Luis “Lilí” Martínez Griñán (Guantánamo 19-8-1915-La Habana 17-9-90), de quien precisamente hoy, se celebra  el centenario de su nacimiento.

Autor  en su mayoría de sones montunos, entre ellos los conocidos No me llores más, Sazonando, Que se fuñan y Mami me gustó, de boleros, sones y hasta de merengues. Lilí comenzó sus estudios de piano en la academia de su hermana Ana Emilia Martínez y los perfeccionó de forma autodidacta. En 1935 tocó en la orquesta de Corsino Calzado en la Base Naval Norteamericana en Guantánamo. En 1937 creó la orquesta Los Champions de Lilí Martínez revelándose como el músico y la orquesta más solicitados por todos los bailadores del Guaso. Trabajó para la emisora CMKS y en academias de baile de Santiago de Cuba y Guantánamo.

En 1945 a Rubén González Fontanills, integrante del conjunto de Arsenio Rodríguez, se le presentó un contrato para viajar a Suramérica. Fue así como tuvo la oportunidad de trabajar con Arsenio,  con conocimiento pleno de lo que era un conjunto de son duro. Tan bien se adaptó, que comenzó a realizar arreglos musicales para este, lo cual hizo que el nivel del conjunto creciera rápidamente así como su popularidad.
Los solos de pianos de Lilí fueron comentados por todo el ambiente musical de la época. Se puede decir sin reparos que el conjunto se encontraba en los mejores momentos musicales de su corta vida, pues en su nómina contaba con: Lázaro Prieto, contrabajo; Lilí Martínez, piano; Miguelito Cuní, René Scull y Carlos Ramírez, cantantes y guitarra; Antolín Suárez (Papa Kila) bongoes; Félix Chappotín, Alfredo Almenteros (Chocolate) y Carmelo Álvarez, trompetas, Félix Alfonso, tumbadora, más Arsenio Rodríguez y su tres, un "todos estrellas", del que aún se habla en Cuba y en el  mundo.

En el año 1950 Arsenio Rodríguez se marchó para los Estados Unidos. Al volver, invitó a Lázaro Prieto y a René Scull a regresar con él. Al proponerle el viaje a Lilí Martínez este prefirió quedarse con sus compañeros, quienes deciden cambiarle el nombre al conjunto y ponerle el de Félix Chapotín. Con esta agrupación se mantuvo un largo período actuando de forma similar que con el Ciego Maravilloso, y su presencia fue habitual en  bailables, la  radio, la televisión e infinidad de grabaciones.

El contacto con el nengón, el kiribá, la regina, el changüí y otras formas de la música guantanamera lo nutrieron de conocimientos que le sirvieron durante toda su carrera. Fue creador de la Escuela Pianística del Son y un gran innovador que transfirió células del folclor norteamericano a nuestra música bailable.

En 1958  viajó con el conjunto de Félix Chapotín a Curazao y de regreso se separó del grupo, incorporándose a la orquesta  "Estrellas de Chocolate".

Sus formas interpretativas influyeron en músicos de la talla de Chucho Valdés, Frank Fernández, Emiliano Salvador, Papo Lucas, Eddie Palmieri, Enrique Culebra Iriarte, entre otros. Con Chucho y Frank se presentó en la TV cubana. Hoy pianistas de la talla de Manolito Simonet, por solo citar a uno solo de los pianistas soneros de la actual escena sonora cubana en la música popular bailable, siguen su impronta.

Lilí fue una persona muy comunicativa y afectuosa. Según testimonio de su hijastro, el Dr. Baldrich, resultó ser una persona estudiosa al extremo que poseía título de técnico en Dactiloscopía y se adentró mucho en la Criminalística, hablaba el idioma inglés perfectamente, tenía conocimiento del francés y también le gustaba la música clásica y el jazz a tal punto que en sus arreglos se notaba su influencia.

Su retiro se produjo en el año 1967. Sin embargo, en 1977 fue pianista del grupo Los Ases del Ritmo y transmitió a muchos músicos holguineros su sabiduría sonera. En los años ochenta, ya enfermo, aparece con una orquesta acompañante en el Cabaret Las Vegas en La Habana.

Luís Martínez Griñán recibió en vida un colosal reconocimiento por parte del gobierno de su provincia, al igual que por el Ministerio de Cultura. Aunque falleció en La Habana fue enterrado en su terruño de Guantánamo.

En Guantánamo, cada año, el Festival del Son que aquí se celebra le rinde tributo. Y dicen que no es extraño que todavía se le escuche tocar en las noches de esta fiesta guantanamera. Por eso resultan justas las palabras de Manuel de Jesús “Koko” Leyva, trompetista y director de la orquesta Avilés, cuando expresó: “No he oído un pianista en el son como Lilí Martínez”.


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