El 20 de octubre, Día de la Cultura Nacional, concluyó en Bayamo la celebración de la Fiesta de la Cubanía en su 23 edición. Un grupo numeroso de artistas de diferentes manifestaciones se unieron en la tierra donde por primera vez se cantó nuestro Himno Nacional para ofrecer lo mejor de su arte.
En el Parque de la Fraternidad comenzó la ruta de algunos de los que asistirían a este evento, haciendo honor al nombre, la fraternidad, comenzó allí, entre preguntas, risas y presentaciones. Sobresalía un grupo numeroso de jóvenes de la tercera edad, que elegantemente vestidos, mostraban su entusiasmo y hasta algunos tiraron su pasillito.
El viaje prometía. Dos muchachos de la Editorial Futuro de la UCI, con cajas llenas de libros, hablaban entusiastamente, uno de ellos de Palmira, su tierra natal, donde según él la cubanía se mostraba sobre todo el 4 de diciembre cuando salían a la procesión de la Santa Bárbara, acompañados de unos tambores que solo existen en aquel maravilloso sitio donde además existe la fábrica Ciego Montero.
En Santa Clara, una pareja subió con mucho colorido y alegría, eran artistas del Mejunje, centro cultural dirigido por Silverio.
En Cienfuegos, la ciudad del Benny, un grupo inquieto de jóvenes se unieron a la travesía, con orgullo afirmaron que eran estatuas vivientes y que aunque su arte es incomprendido por muchos, era un arte que requería mucha concentración y estudio; por ejemplo, ellos personificaban al Benny Moré, Celina González, Faustino Oramas “El Guayabero”, y alguien que cantaba maravillosamente y respondía al apodo de “Pelusa”, dijo escenificar a Celeste Mendoza; viajar con tan distinguido grupo me hizo sentir orgullosa de su cubanía. Y al momento me hizo planificar una presentación de mi libro El arte de ser cubanos, donde junto al coautor Luis Bertrán, nos proponemos hablar sobre tan controvertido tema.
Ya en Bayamo, convertida en la ciudad de las Artes, participamos de las competencias de danzón, y nuestros amigos me contaron del fuerte movimiento aficionado que hay en el país y cómo existen competencia no solo de adultos sino también de niños; esos mismos danzoneros bailaron al compás de la rumba interpretada por Rumbatá en el Parque, junto a la estatua de Céspedes.
La lluvia también quiso festejar e hizo cambiar un poco el programa, pero aun así en cada esquina sucedía la actuación de un grupo de teatro, un pintor, muñequerías, escultores, etc.
Isaac Delgado, “El Chévere de la salsa”, conversó animadamente con nosotros y comentó que iba a Manzanillo, y lo contento que estaba por estar allí rodeado de un público excelente.
El Centro de Promoción literaria Juan Clemente Zenea era un hormiguero de constructores y trabajadores que daban los toques finales a un patio de presentaciones, allí los escritores tendrían un sitio más confortable para reunirse.
El 20 de octubre el matrimonio formado por Luis Carlos Suárez y Lucía Muñoz nos habló de la presencia de Sara en la ciudad, hasta en silla de ruedas, acompañada de su fiel Diana y siempre con un nuevo plan; en esa ocasión se mostró entusiasmada con una canción sobre Celia Sánchez.
Raúl Paz, hace honor a su apellido y está muy lejos de esos artistas orgullosos y prepotentes casi siempre con muy poco talento, se confesó escritor de cuentos que nunca había enseñado a nadie, departió con los decimistas del patio sobre su deseo de hacer un reportaje sobre la décima, un género que se adapta bien a los nuevos tiempos y hasta puede hacer una fuerte competencia al reguetón. Sus conciertos fueron muy aplaudidos y terminaron a ritmo de Carnaval.
Polito Ibáñez, Pepe Ordás y Marta Campos también estaban presentes, departiendo con los jóvenes de la Asociación Hermanos Saíz en su bella sede del bulevar, donde se desarrolló un recital que fue muy bien acogido.
No lo vimos, pero las esquinas reían por las ocurrencias de Kike Quiñones, Carlos Gonzalvo, Los Hepáticos (Rikimbily y Amado Fiel del Toro), Caricare, La Leña del Humor y La Oveja Negra.
Eduardo Torres-Cuevas dio clases magistrales de Historia, y Abel Prieto departió con los jóvenes sobre Sara, la literatura y arte en general. El vicepresidente Díaz Canel también participó de esta celebración, y alabó el trabajo cultural en la provincia.
No faltaron el Circo Granma, el repentismo, el cine, y otras manifestaciones. Es imposible en una sola crónica narrar todo lo que sucedió en esta Fiesta de la Cubanía. El respeto mutuo, la fraternidad, demostró una de las características del cubano, esa solidaridad y modestia que nos ha caracterizado desde aquel 20 de octubre cuando Perucho Figueredo, montado en su caballo, escribió la letra de nuestro himno y nos convirtió a todos los cubanos en bayameses.
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