Los museos: ampliar su espectro


los-museos-ampliar-su-espectro

Cualquier momento es oportuno para analizar algo, para meditar, para ampliar la razón de ser y enriquecer un proceso, sea social, cultural o económico, por solo señalar tres ejemplos. Claro, si hay una efeméride asociada, mejor, contribuye a tener un ambiente propicio y a la disposición de mejorar lo concebido y lo hecho, para enamorar, para mostrar, para soñar, para que se aprueben decisiones factibles a partir de la fundamentación adecuada.

 

El sistema museológico no escapa de esta realidad, incluyendo que en breve se conmemora el Día Internacional de los Museos. Por tanto, no hay que cansarse de argumentar, de disuadir, de insistir en argumentar y proponer nuevas o diferentes acciones que se estimen útiles para la sociedad, la educación en la formación de los mejores valores de la cultura, comprendiendo a esta en su sentido amplio, integral, que trasciende y con mucho, al arte y la literatura.

Un principio que pudiera ser expuesto es ir a lo genuino, a lo auténtico, a lo representativo de los pueblos, de las comunidades. Recrear su modo de vida, exponer, para educar, las causas que motivaron, como reflejo del medio ambiente en que vivieron, conductas, cosmovisiones, sentido del deber, defensa de intereses, complejos personales, seguridad en sí mismo, tristezas, alegrías, y la infinitud de patrones culturales en cada época y territorio.

Si hay sentido de la dignidad, de la identidad y de pertenencia, entonces meditar con sentido local y universal, con mente abierta a lo mejor; sea viejo, actual o nuevo, siempre llevará a enraizar la obra patria y a desarrollarla junto a sus raíces, que equivale a protegerla y a conservarla.

El pensamiento “Así siempre ha sido, y así ha de ser” nos conducirá a la muerte del sistema, pues al no existir gradiente de “algo”, al ser todo homogéneo, no hay movimiento, como decir, hay un estancamiento, e ineluctablemente “nos pasará por encima la rueda de la historia”, como reza ese refrán popular. Port tanto hay que también transformar a los acomodados en un status quo que les satisface, por lo que no hay, para ellos, necesidad de revolucionar nada, es decir no son revolucionarios en revolucionar la vida.

Es de plena vigencia esa visión tan amplia de Fidel que va desde lo local a lo universal y con una impresionante dialéctica materialista: cambiar todo lo que deba ser cambiado. Todo lo que deba ser cambiado no es una moda, no es siquiera una tarea. Es un pensamiento para incorporar como estilo de vida en el accionar cotidiano, es incorporarlo en la forma de actuar siempre, revisando lo hecho, no es ser revisionista, sino aplicar un pensamiento crítico, revolucionario. Y por supuesto lo viejo que siga siendo útil, eficiente, eficaz se mantiene, que no se trata tampoco de “dar un golpe de efecto” para demostrar que se está a la moda.

Por tanto, el sistema museológico, tampoco escapa de este pensamiento, pues nada escapa a esta idea universal que traspasa las fronteras del tiempo. En realidad está hecha para todos los tiempos.

Al pensar en los museos desde esa posición se comprende que, por una parte,  ellos atesoran o deben atesorar lo mejor de la cultura de acuerdo al objetivo para el cual han sido creados. Y todos, sin discriminación, deben tener lo mejor para mostrar esa historia anterior, que no por “vieja” hay que desechar, pues nos enseña lo que fuimos, lo que somos y nos ayuda a proyectar lo que queremos ser, siempre enraizados en la obra patria y en desarrollarla junto a sus raíces, en el fortalecimiento de la genuino, de lo autóctono de la verdadera identidad y no la mascarada que nos venden maliciosamente inducida e ingenuamente apropiada por algunos.

Consecuencia de aquellos devaneos con el que nos desprecia por indio, por negro o por pobre,  lo que lleva a cabo es defender la identidad del otro pensando que es la nuestra, incluso creyendo que se está defendiendo la libertad y los derechos de los humanos.

Los museos tienen entre sus funciones la de escudo, por eso nos tienen que mostrar nuestras raíces y esas se muestran sobre todo en los museos locales, en los municipales, por eso hay que estar también atento a su contenido integral y a la distribución de los recursos que el país pone a la disposición del sistema patrimonial. La cultura es el escudo de la nación y lo universal es parte de ese escudo, pero la esencia es lo genuinamente autóctono.

La herencia originaria está en nuestros barrios y hay que tener cuidado que si bien la buena manufactura del arte o la música interpretada con un Stradivarius o un Petrof, es admirada, venerada, y deseada, de la que nadie pone en duda su calidad, no son solo los muebles de perilla, ni los lujos de la etapa colonial o los bellos muebles de la burguesía lo que hicieron la revolución y los que nos dieron la identidad.

Hay que también exponer los zapatos gastados del obrero, la camisa zurcida pero limpia del pobre, tanto como su honestidad, las manos callosas de los constructores o de los cortadores de caña o las uñas partidas y despintadas de las amas de casa que tampoco tenían equipos Westinghouse modernos. Los que vivían en modestas casas, pero dignas, por padres que hacían devolver un mocho de lápiz o una goma usada a sus hijos porque no eran suyas, o los solares donde se hacía música en lata con y por amor, y donde había un código de respeto. Es este ambiente de valores de la comunidad el que hay que exponer con toda la amplitud necesaria para que enseñe, junto al hijo del barrio       que dio su vida defendiendo la justicia y que es hoy el mártir del municipio.

Eso hay que ampliarlo en los museos pues ellos muestran nuestros genuinos valores, originarios,  de ellos surgen lo que es hoy el pueblo cubano.

Hay que contribuir a formar esos valores, sin excluir los palacetes pero hay que explicar porque el negro, o el blanco, pero podre, tocaban música en cajón de madera, los bailes eran en el mismo solar y no en grandes y lujosos salones. No era porque fueran tontos, o porque no quisieran aplicar los adelantos de la ciencia y la técnica, sino por la enorme distancia entre las clases sociales. Los pobres también querían su máxima felicidad.

Por qué no entonces desarrollar más integralmente en los museos municipales esta parte de la cultura formadora de nuestra identidad. Allí, donde este en su historia, que se integre el cobo como alimento y como música o comunicador de señales y la gubia y la yuca, el pico y la pala, el juego colonial y el art decó y el art nouveau, el gallego, el asturiano y el chino de Cantón o de Manila, el árabe y el judío de Monte.

Y el solar…, hay muchos museos que muestran las lujosas vidas; ¿son los valores de la clase pudiente nuestro paradigma? Es correcto mostrar las artes y las decoraciones, la casona del Vedado, los palacios y los Castillos, pero también debería a aparecer el solar, sus costumbres y sus gentes. Museos de barrio, pero con la tecnología adecuada, engalanados dentro de su cultura, con técnicas y tecnologías tan buenas a la altura de sus valores identitarios.

La importancia de estos museos está en la educación del pensamiento y es proporcional a su humildad.

Y para eso hay que pensar en darle los recursos suficientes para presentar las exposiciones y el trabajo con la comunidad con diseños atractivos, unir junto a los conceptos de la nueva museología, la tecnología, para hacer verdaderamente atractivo el diseño museográfico, junto a un verdadero diálogo con la comunidad y a considerar realmente su papel protagónico.

Como parte de esa historia patria que comparten con todos y para el bien de todos nuestros museos está también la historia de nuestros héroes y veinticuatro horas después del día de los museos se conmemora el 125 aniversario de la caída en combte del Apóstol de Cuba, José Martí.

Y, aunque a Martí hay que pensarlo todos los días, no solo en sus efemérides, ni como estatua, sino como hombre vivo en el tiempo, que tampoco son modas, y que nació en una humilde casa de la calle Paula, hoy monumento nacional y museo Casa Natal, es importante la reafirmación de lo dicho por él y como parte de sus enseñanzas presentar los siguiente pensamientos que vienen muy a tono con el tema tratado

  • Injértese en nuestras repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas.
  • El vino, de plátano; y si sale agrio, ¡es nuestro vino!
  • La gratitud, como ciertas flores, no se da en la altura y mejor reverdece en la tierra buena de los humildes.
  • La madre del decoro, la savia de la libertad, el mantenimiento de la República y el remedio de sus males es, sobre todo lo demás, la propagación de la cultura.

Pensar y actuar por nuestros valores es también hacer patria.


0 comentarios

Deje un comentario



v5.1 ©2019
Desarrollado por Cubarte