Los sueños de Idalis Ramírez Ramírez una líder femenina de Caridad de los Indios


los-suenos-de-idalis-ramirez-ramirez-una-lider-femenina-de-caridad-de-los-indios

Una característica de la “indigenidad” cubana es el apego a la tierra, el amor por el cultivo de la tierra, y su fidelidad a la montaña. Ellos “hasta aquí, en la capital, siempre buscan el campo”, afirma sonriente Idalis, la hija del cacique “Panchito” (Francisco Ramírez Rojas):

“¿Por qué es el indio tan apega´o al campo? Porque de él es que vivimos, es donde sembramos nuestra matica de frijol, la yuca ¿para qué? Para comer esa comida que comían nuestros abuelos, el casabe, el calalú, la ayaca, que se le dice tamal, pero mi abuela tenía otro nombrecito que le decía, ducunú. Yo le decía, “Abuela, ¿cómo tu le dice ducunú? Dice sí, porque mi abuelita decía que la ayaca envuelta en la hoja de guineo era ducunú. Ese era el desayuno que nos daban allí y comíamos mucha yuca, el casabe, el boniato, la ayaca. Y entoncés en esta generación que estamos, estamos, miren mis hermanos aquí [en La Habana] y digo, ¿por qué se habrán ido? Dice mi papá “buscando otra mejoría, de economía”. Dice que él lo entiende y él sí nació allí y allí se queda.”

He aquí un problema dentro de la contemporaneidad campesina, que no padece el desalojo de sus tierras (en especial, los pobladores de la montaña generalmente son pequeños propietarios): la migración del campo a la ciudad, de lo rural a lo urbano, en busca de elevar la calidad de su vida diaria. No les falta la riqueza que les proporciona trabajar la tierra para su alimentación, para cocinar sus recetas tradicionales. Sin embargo, aspiran al desarrollo posible en la actualidad: energía eléctrica, o alternativa a esta, mejores caminos, mayor comunicación y visibilidad con quienes los rodean más cercana o lejanamente. Un paso de avance, sin menoscabo alguno de la cultura propia, cubana, que cuidan y defienden.

El despoblamiento de las montañas en cualquier parte es una amenaza a la conservación del medio natural, además indica un retroceso de la fuerza de trabajo local en relación con su participación y aporte a la economía local y nacional, desde un lugar que le es bien conocido de antaño. “Porque ya en mi comunidad quedamos solo 30 familias. ¿Por qué? Porque la mayoría han venido a otros lugares y otras provincias”, subraya Idalis.

Ella sueña ahora con tejer las familias, unir a todos los miembros dispersos de la  gran familia Ramírez Rojas y Rojas Ramírez. “Muchos añoran la montaña; yo estoy segura de que regresarían a sus tierras si se mejorara la vida en la montaña. En ella está nuestra riqueza, la tenemos en la mano: para tener refrigerador, televisor, lavadora, para no sentirnos aislados y poder intercambiar con la vida de otros pueblos hermanos, a través de buenos caminos.” (1)

Idalis ha sido, entre otras funciones en las organizaciones sociales guantanameras, presidenta de la delegación de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) en su localidad. Conoce bien las necesidades de las campesinas y amas de casa. Su padre la ha preparado, en la conciencia de su existencia y la de su gran familia, en los lazos indestructibles que los unen a pesar de la diáspora: “Tamos aquí, vivos y presente. Que no importa donde estemos, pero que esto es una cadena muy grande, y como esto es una cadena muy grande, cuando esa cadena se empate no hay quien me la rompa.”

Predomina en ella la tradición de pensamiento aborigen que aboga por la  solidaridad entre las personas, el respeto a la naturaleza y  el conocimiento y uso de la medicina natural, para sobrevivir en sus pequeñas poblaciones (¿caseríos?) dispersas, y alejadas de los centros urbanos.

No obstante, su fortaleza física y espiritual, evidentes, Idalis es sensible ante cualquier situación humana, y tanto ríe como se humedecen sus ojos cuando escucha una canción ritual o se dirige a otras personas explicándoles cómo es su comunidad, su papá, o su propia familia, hijos y nietos. Es posible que Idalis sea la próxima cacica de la Ranchería de Caridad de los Indios.

La primera vez que la encontré y entrevisté. fue en Casa de las Américas en el 2014 (I Coloquio Internacional sobre Pueblos Indígenas), me pareció una persona tímida y un poco asustada por el escenario en el que se desenvolvía por primera vez, aunque sabía lo que debía trasmitir a los presentes ―cubanos y extranjeros― y lo hacía con mucha claridad. Ella había soñado que así sucedería, y su sueño se hizo realidad con la invitación de los organizadores del Coloquio a su papá, Panchito, y a ella. Ahora, ya han transcurrido cuatro años y muchos otros eventos, en los cuales ella ha desarrollado con igual sinceridad y mayor habilidad comunicativa sus pensamientos, la historia y el presente de su comunidad y de la gran familia,

Cuando nos encontramos en Cajobabo, Taller II de Indigenidad cubana: Valores y saberes/ 2018,  me sentí muy feliz de oirla y verla rodeada de sus familiares, que llegaron desde distintas provincias del país. Creo que se hará realidad el sueño de reunir esta gran familia de miles de miembros (ya la cuenta sobrepasa los tres mil…).  También, confío en que será valorado en los más altos niveles del Estado y Gobierno cubanos, en todas sus dimensiones, este esfuerzo tan singular y humano de “restaurar” las familias y tradiciones, genuinamente cubanas, que constituyen el más valioso de los  legados de nuestros pobladores aborígenes, y que, por fin, ocupará el lugar que le pertenece en la cultura cubana la raíz primigenia indocubana.

Por cierto, antes de despedirnos me preguntó, muy bajito, si yo escribiría en este artículo una invitación de su papá, el cacique Panchito, al Presidente Miguel Díaz Canel Bermúdez, para que visitara la Ranchería de Caridad de los Indios y “poder conocerlo antes de quedarse completamente ciego, o,  morir de viejo”. Era otro de sus sueños. Yo le respondí que así lo haría. Y estoy cumpliendo mi promesa Idalis, porque me parece muy importante que el Presidente de Cuba visite y conozca estos lugares apartados, tan históricos, y a alguno de los linajes comprobadamente más antiguos e importantes de los descendientes de indocubanos que allí habitan, de sus tradiciones orales y de su amor por los ideales de la Revolución Cubana.

NOTA:

(1) Esta cita de las palabras de Idalis Ramírez y las siguientes, si no se aclara algo diferente, provienen de su intervención en el I Coloquio Internacional sobre Pueblos Indígenas, Casa de las Américas, 2014.  Dicha institución creó un Programa para el estudio de los pueblos originarios que dirige desde sus inicios el Lic. Jaime Gómez Triana (coa@casa.cult.cu ).       


0 comentarios

Deje un comentario



v5.1 ©2019
Desarrollado por Cubarte