Marta del Río es una de las más populares actrices cubanas tanto de comedia, como de obras dramatizadas, es, porque se mantiene en el recuerdo del público y por suerte en materiales grabados tanto de la televisión como el cine.

Los mayores recordarán cuando era una bella muchacha muy delgada y con unos ojos enormes que saltaban en su cara, sobre todo cuando reía en el añejo programa televisivo, casi olvidado, Casos y cosas de casa, que se transmitiera por espacio de 14 años consecutivos, y en el que hiciera pareja con el gran actor, ya desaparecido, José Antonio Rivero.

Hoy la actriz, bautizada en La Habana como Angela Martha del Río Rodríguez, cumpliría 85 años, falleció el pasado 16 de octubre.

Para muchos fue el rostro del dramatizado en Cuba, para otros la reina de los dramatizados cubanos, lo cierto es que desde 1956, hasta poco antes de su partida física Marthica del Rio, además de ser fundadora del ICRT, le entregó su vida a la actuación con un desempeño de altos quilates.

Es que la actuación llegó con ella; desde pequeña representaba en la escuela obras escritas por una de sus maestras que descubrió en ella el talento natural.

Pasados algunos años, pasa un curso de actuación que con el actor Santiago García Ortega, quien la presenta en la Sala Hubert de Blanck, en una obra de teatro llamada Un cuarto de vino de arroz, dirigida por Cuqui Ponce de León; interpreta un personaje muy joven,   debuta así en el teatro y en el arte.

En la televisión comienza en el año 1956 en el humorístico Mi familia, y a partir de este momento se concentra a la televisión en novelas, cuentos, adaptación de novelas de la literatura universal, teatro para la televisión, clásicos en versos, entre otros programas.

Su fuerte fueron los dramatizados, donde sin duda dejó un importante legado de la mano de los más importantes directores de la ápoca y compartiendo la escena con actores, galanes, en muchos casos, como Pedro Alvarez y el inolvidable Enrique Santiesteban, entre otros muchos.

Largo fue su camino en la radio cubana, fundamentalmente en Radio Progreso en la popular Novela de las 2 y en Estudio 4, protagonizando una gran nómina de importantes novelas.

Sus cualidades actorales fueron muchas: una hermosa, fuerte y dulce voz; una organicidad que aportaba a todos los personajes que encarnaba un gran humanismo, una expresividad, esencialmente en la mirada que enfatizaba sus parlamentos, y un talento extraordinario unido a la gran experiencia que alcanzó en años de incesante labor en todos los medios.

Por estas virtudes les fueron conferidos el Premio Nacional de Televisión 2007, y el Premio ACTUAR por la Obra de la Vida 2016, además de la Medalla Alejo Carpentier y la  Distinción por la Cultura Nacional, y fue depositaria de la admiración y el afecto de los espectadores y radioyentes cubanos.