Martí, naturaleza y arte


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Hablar de José Martí es hablar de un hombre real, no de una fría estatua de mármol. Tampoco de un pensamiento y una acción inalcanzables. Martí fue, es y será un ser humano que, indiscutiblemente, lleva en sí el decoro de muchos hombres.

Y, a propósito del decoro también decía Martí[1]: “[…] Se sienta mal el que se sienta sobre hombros pagados; porque acabado el goce del dinero, para servir a nuevo señor o para recobrar decoro antesí propios, los hombres pagados dan, de una sacudida de su espalda, en tierra con los pagadores.”

Eso trae a la mente a  esos “seudo” defensores del arte y la cultura, que, además de mal pagados, son burdos pecadores peores que mansos bueyes. No importa a que costo prefieren comer restos de la mano del que ofrece el yugo para  dormir en rica y ancha avena, antes que, ni siquiera mirar a la estrella que como da tanta luz, los ciega.

En su carácter generalizador el Apóstol refería que había dos tipos de naturaleza: la humana y la extrahumana. De la primera dijo[2]: “En la Naturaleza no hay que confundir el espíritu físico, el ánima corporal, la fuerza impulsadora, ̶ con el espíritu afectivo, sintiente, y pensante.” De la segunda escribió[3]:

“¿Qué es la Naturaleza? El pino agreste, el viejo roble, el bravo mar, los ríos que van al mar como a la Eternidad vamos los hombres; la naturaleza es el rayo de luz que penetra las nubes y se hace arco iris; el espíritu humano que se acerca y eleva con las nubes del alma y se hace bienaventurado. Naturaleza es todo lo que existe, en toda forma, ̶ espíritus, y cuerpos; corrientes esclavas en su cauce; raíces esclavas en la tierra; pies, esclavos como las raíces; almas, menos esclavas que los pies. El misterioso mundo, íntimo, el maravilloso mundo externo, cuanto es, deforme o luminoso u oscuro, cercano o lejano, vasto o raquítico, licuoso o terroso, regular todo, medido todo menos el cielo y el alma de los hombres es Naturaleza.”

Véase como Martí rompe todo esquematismo y reduccionismo sobre el significado de la naturaleza. Él incluye tanto lo material, como la producción y reproducción material de esa naturaleza en la conciencia,  en el pensamiento del ser humano.

Martí vio más y vio más lejos, no solo que sus contemporáneos, sino incluso que el hombre de los tiempos modernos, actual.

Martí como pensador, científico, precursor y, como visionario, también vio la relación entre el hombre y la naturaleza, la importancia de esta última para la sociedad y la necesidad de su cuidado.

Sobre estos aspectos expresó:

“La naturaleza[4] da al hombre sus objetos, que se reflejan en su mente, la cual gobierna su alma, en la que cada objeto va a transformarse en un sonido.”

“La naturaleza inspira, cura, consuela, fortalece y prepara para la virtud al hombre. Y el hombre no se haya completo, ni se revela a sí mismo, ni ve lo invisible, sino en su íntima relación con la naturaleza.”

“El mundo sangra sin cesar de los crímenes que se comenten en él contra le naturaleza[5].”

Para ese “todo lo que existe” de la naturaleza, para ese rayo de luz y para ese espíritu, para ese mundo que Martí une y concatena también existe en interacción con el arte, puesto que en la naturaleza también hay poesía,  paisaje, colores, reflejos estético y artísticos, hay armonía y ética.

“Donde yo encuentro poesía mayor es en los libros de ciencias en la vida del mundo, en el orden de mundo, en el fondo del mar, en la verdad y música del árbol, y su fuerza y amores, en lo alto del cielo, con sus familias de estrellas, y en la unidad del universo, que encierra tantas cosas diferentes, y es todo uno, y reposa en la luz de la noche del trabajo productivo del día”.

Sobre la literatura explicó: “Leer es una manera de crecer, de mejorar la fortuna, de mejorar el alma, otra gran fortuna que debemos a la colosal Naturaleza.”

“Esto es una ley: donde la naturaleza tiene flores, el cerebro las tiene también[6].”

“La felicidad de los hombres y de los pueblos, está […] en el conocimiento de la naturaleza.”[7]

El conocimiento del hombre no da para Martí ningún privilegio de abuso, de violencia, de maltrato, sino todo lo contrario, de humildad del hombre ante la Tierra. Lo que indica es que se debe aprender de ella, para hacer bien las cosas, para enriquecer el espíritu, para reflejarla a través del arte y quererla.

“…los que sienten la naturaleza tienen el deber de amarla; las alboradas y las puestas son el verdadero estudio de un artista; un pintor en su gabinete es una águila enferma[8]”.

Para Martí ante todo está el amor y la defensa a la Patria, el simbolismo de la naturaleza a través de sus componentes, con sus metáforas: “¿Qué hacen en la playa los caracoles, que no llaman a la guerra a los indios muertos? ¿Qué hacen las palmas, que gimen estériles, en vez de mandar? ¿Qué hacen los montes, que no se juntan falda contra falda, y cierran el paso a los que persiguen a los héroes?[9]

“Patria es la suma de los amores todos, que sin ella es como flor de aroma que se va toda al viento; y en ella, como de más gloria y sabor[10].”

No es acaso Martí un trascendental educador. No es todo su pensamiento una enseñanza para todas las aulas, para todas las épocas.

La democracia de su pensamiento, la hazaña de su existencia y de su obra universal educadora se refleja también en el siguienteescrito:

“..la primera libertad, base de todas, es la de la mente: el profesor no ha de ser un molde donde los alumnos echan la inteligencia y el carácter para salir con sus lobanillos y jorobas, sino un guía honrado, que enseña de buena fe lo que hay que ver, y explica su pro lo mismo que el de sus enemigos, para que le fortalezca el carácter del hombre al alumno”.[11]

En esa integración educadora y provocativa para el crecimiento artístico Martí expresó:“(…) el escritor ha de pintar, como el pintor. No hay razón para que el uno use de diversos colores, y no el otro. Con las zonas se cambia de atmósfera, y con los asuntos de lenguaje[12] (…)”.

Otro ejemplo de la constante relación que ve y sobre todo siente entre la naturaleza y el arte:

Pasa en poesía, como en pintura. Se debe copiar del natural, y no hacer las figuras de memoria.”[13]

De sus diversos análisis críticos de obras de arte puede hacerse referencia al cuadro de Knaus:

“La familia sagrada” de Knaus quizás es el mejor cuadro del museo. El vidrio que cubre el lienzo le quita mucha de su belleza. La cara fina de la joven madre resplandece de amor extático. Los ángeles de Rubens no son tan ligeros y naturales como los de Knaus. La virginidad de su Madona es perfectamente humana. Su pureza es terrenal. Los querubines que la rodean vuelan en el aire pesado de esta tierra…” [14]

O en el caso de La tierra de la sed de Eugène Fromentin:

““La tierra de la sed” es su obra maestra. La oscuridad del cielo, las sombrías nubes, la arena en remolino, y el aire secante dan una expresión espantosa a aquellas infelices almas, cuyas violentas contorsiones y miradas desesperadas revelan la terrible angustia de la sed. Los detalles son admirables. Hasta los pliegues del albornoz están plenos de vida...[15]

En Martí todo es admirable, es ejemplo, no divino, sino terrenal, es para ser todos dignos alumnos y reproducirlo en los actos y en los pensamientos cotidianos.

Alguien duda que el Apóstol sea el más universal de todos los cubanos. Entonces respetarlo, defenderlo, es hacer Patria.

Cabría entonces preguntarse; ¿qué pensar de los que carecen de acción de honra? de los que tiene alma de manso buey y con cada acción en vez de dar luz con su obra, artística o no,  se hunden en la sombra y  se acercan, esclavo de cauces que invariablemente lo conducirán,del agradable dulce, a la salmuera para después despersonalizarse en la salazón, reduciendo sobre todo el alma en la escala de la evolución.

A ellos preguntarles.

Puede alguien creerse artista, verdadero artista cuando se tergiversa y manipula la “mano negra”del mercado salvaje.

Mil veces más dignidad tiene Leonor, la muñeca negra de Piedad, la del cuento de Martí, aun con sus maltrechos y desteñidos tejidos, Ah! Y con una sola trenza: “...Ven, pobrecita; ven, que esos malos te dejaron aquí sola, tú no estás fea, no, aunque no tengas más que una trenza...dime, Leonor, dime, ¿tú pensaste en mí? Mira el ramo que te traje, un ramo de Nomeolvides, de los más lindos del jardín...”

Aquí se expresa la virtud humana y el afecto de la protagonista sobre esta, y no otra muñeca, es su muñeca negra, la que nadie quiere, pero ella la adora y defiende, mostrando los valores que deben enseñar las verdaderas mujeres y los hombres, y los educadores y los mejores artistas. Valores y amor que están por encima de juguetes finos y de la opulencia que reina en la casa. Piedad tiene en su almohada, durmiendo en su brazo, y con la boca desteñida por los besos, a Leonor su muñeca negra, la más querida.

La primera pregunta que habría que hacerles a esos seres, que solo tienen cobertura mediática porque se la dan ellos mismos y sus amos: ¿Han leído a Martí? ¿Tienen conciencia de a quienes están mancillando? ¿Han aprendido algo del Apóstol?

Por favor vuélvanse cultos, que es el mejor modo de ser libres.

Y a los que a pesar de la buena rebeldía innata de la juventud, pero que en ocasiones se confunde de dirección y de sentido, y la mal utilizan, pedirles por favor, lean al Martí hombre, a lo que en la calle se le dice “ese es hombre a todo; lean y aprendan del Martí universal, patriota, de vastísimos conocimientos, del  Martí intelectual artista de pueblos y para el pueblo, que salió de su gabinete para pintar su amor en los campos de Cuba, incluso allí, donde el monstruo fue conocido, y no lo cegó la opulencia.

Aprender del también geólogo, naturalista, literato, poeta, crítico de arte, poseedor de tantos saberes, al que con su obra artística y humana, sigue aun dibujando futuro y creando, y haciendo posible un mundo mejor.

 

Notas:

[1] Carta de Nueva York”. La Opinión Nacional. Caracas, noviembre 26 de 1881.

[2] Cuadernos de Apuntes, número 9. 1982

[3] O.C. 19:364

[4] “Emerson”. La Opinión Nacional. Caracas, mayo 19 d 1882.

[5] “Rafael Sierra”. Para un libro. Patria. Edición 3. Nueva York, marzo 26 de 1892.

[6] O.C. 19:84

[7] O.C. 20:453

[8] O.C. 20:17

[9] O.C. 5:168

[10] “En Casa”. Patria Edición 47. Nueva York, enero 28 de 1893

[11]“Escenas norteamericanas”, OC, t12, p.348.

[12]O.C. 7:212

[13]O.C. 14:47

[14] O.C. 7:57

[15] O.C. 7:64


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