Matilde Marín: El mar, como intimidad e intemperie…


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Fotos: Cortesía de la artista argentina.

Dos palabras se agolpan en el pensamiento cuando nos acercamos a las genuinas creaciones de la destacada artista argentina Matilde Marín: intimidad e intemperie. Y es que el tema de la obra que llegará a La Habana con los aires de Bienal aborda un elemento que ha atrapado con fuerza sus trabajos en los últimos tiempos: el mar.

Palabra vasta que cuando la escuchamos transmite la inmensidad, lo azul, lo profundo y sus misterios, la lejanía, porque no existe en el vocabulario humano algo que caracterice más la distancia que el mar…También nos motiva la transparencia, y la oscuridad. Por supuesto, el silencio desanda por esos reinos, y, a pesar de que los océanos conforman la mayor parte de la tierra en que vivimos, son menos conocidos que lo externo del planeta. El hombre dedica esfuerzos, recursos y tiempo en viajar por el cosmos, pero a lo más lejano del mar no ha podido llegar…

Sin embargo, la artista se ha sumergido en él para develarlo en arte como protagonista de sus historias. Precisamente, su original instalación El manto del Océano, integrada por la pieza fotográfica Faro del Fin del Mundo en el Atlántico Sur y El manto del Océano, donde combina módulos de escamas de papel en diferentes grados de azul —regalándonos las diferentes tonalidades del mar en el universo—, “anclará” con fuerza en la muestra El hombre y su universo que acogerá la Academia de San Alejandro como parte de las exposiciones colaterales de la 12. Bienal de La Habana, el 25 de mayo (5:00 p.m.).

Matilde Marín (1), quien cursó estudios en disímiles Academias de Bellas Artes de Argentina, y en la Kunstgewerbeschule de Zúrich, Suiza donde realizó un entrenamiento en técnicas gráficas contemporáneas abre, en sus palabras, el camino del diálogo con ¿el mar? En Argentina, comenta con dulce voz, es muy importante el mar. Está conectado con el descanso, con el disfrute, y tiene una gran fascinación para los habitantes de Buenos Aires. De niña pasé algunas vacaciones familiares frente al Atlántico con su color azul oscuro; después, a los 26 años viví un tiempo en Venezuela y conocí otro mar, entonces podía sentir la diferencia de color, de temperatura de ese —para mí—, nuevo mar.

Ese amor surgió en ella… “desde siempre porque me gusta mirar el mar, sentarme en la playa y observarlo/estudiarlo. En el sur, las playas son muy extensas y podemos sentarnos, muy solos a disfrutar y meditar. También inspirador fue el libro Al Faro, de la destacada novelista, ensayista y escritora inglesa, Virginia Woolf, y cómo ella relata un viaje que se demora y donde siempre está presente… el mar.”

¿Cuándo surgió el mar en su obra?

Como elemento de trabajo, se introduce de una manera intensa en mi trabajo cuando hace 10 años organicé unas jornadas de arte en el Estrecho de Magallanes, al sur del continente americano, refiere. Recuerdo que se llamaron Las formas del fin, “fue especial e intensa la observación de ese mar, pues el Estrecho… es el lugar donde se unen los océanos Atlántico y Pacifico, y hay días que es muy calmo y otros, muy furioso. Allí, en ese escenario es donde inicié mi serie Pharus, que tiene como protagonistas principales a los mares y al Faro como testigo de ellos”.

Un testimonio de lo posible

La obra de Matilde Marín se nos ofrece, pues, como testimonio de lo posible y de lo increíble a ras de mundo, como inventario de un universo que es preciso redescubrir con tanta ingenuidad como exactitud. Pero, al mismo tiempo, su trabajo artístico tan de fijación de lo que se cumple en el tiempo, se presenta como un reto. Sus piezas, imaginativas son, a partir de esa inmediatez, producto del pensamiento vertiginoso. Creación contaminada. Creación en toda su pureza… Desde este presupuesto, su quehacer tiende a desarrollarse por conjuntos. Las imágenes que recorre desde múltiples aristas artísticas: instalaciones, grabado, fotografía, video… armando sus “productos” visuales se pueden definir por el reconocimiento/invención de la naturaleza, marinas, interiores, la acción del hombre, las novelas de la cotidianeidad, el paisaje espléndido y tremendo en que el hombre se encuentra y pierde a sí mismo… Muchos temas se reconcilian en sus trabajos a partir de la placidez que cala, con indescriptible sensualidad. Así, más allá de los superiores valores formales y estéticos, la creación de Matilde Marín resulta un prodigioso ejercicio narrativo en que encarnan las múltiples posibilidades de la existencia.

La historia de la creadora en el arte se inicia cuando “mi padre con sensibilidad aceptó que no podía estudiar comercial o cualquier otra cosa. Son muchísimos años en esto, desde los 13, que comencé a asistir a las Escuelas de Bellas Artes de Buenos Aires. Pasé por tres academias para completar mis estudios”.

Entre todas las técnicas abordadas en el camino… “Los códigos gráficos siguen filtrándose en mi obra actual, me sigue inspirando trabajar con el papel y el libro de artista. El papel tiene una seducción especial, tanto, que muchos artistas jóvenes contemporáneos lo han descubierto e incorporado. Aprendí técnicas que sumaron mucho a mi obra, estoy muy agradecida al grabado por todo lo que me permitió hacer como artista”.

La fotografía va de su mano, la acompaña siempre ¿por qué?

“Estudié fotografía paralelamente mientras cursaba la Escuela de Bellas Artes y la dejé ahí, quieta, mientras trabajaba mucho en el grabado. Luego tuve una operación de manos, cosas que nos pasan a los creadores por levantar peso. Y la fotografía se introdujo silenciosamente, ayudando a solucionar la producción de mi primera serie fotográfica Juego de Manos. Ahora es parte importante de mi producción. La puedo complementar muy bien con el video y las instalaciones, que forman parte indisoluble de mi creatividad”.

Matilde Marín, nacida en Argentina donde reside y trabaja,  desde finales de la década del 90 del pasado siglo, se desenvuelve con fuerza en la fotografía y realizando series de video-instalaciones. Obra que comienza trabajando lo que la artista denominó La memoria interna del hombre, y su producción actual se focaliza “en el papel del creador en tanto que testigo, registrando a través de la fotografía y el video relatos sobre el universo que habitamos”.

El registro social del entorno urbano está presente en algunas de sus series de obras como Bricolage Contemporáneo, producido entre los años 2002 a 2005, proyecto presentado en el Museo MALBA de Buenos Aires. En el exhibió la recolección urbana mediante registros fotográficos realizados en Latinoamérica.

¿Cómo ubica su obra en el contexto del arte argentino?

“En mi país tuve una etapa muy destacada a partir de los 80 dentro de la gráfica, participé  en el Grupo Seis, de vanguardia, cuyo tema  influyó mucho a las generaciones más jóvenes, y personalmente alcancé reconocimiento a mi trabajo con muchos premios importantes. Luego, como dijo el crítico Fabián Lebenglik la fotografía hizo que el arte entrara de otro modo en mi obra y el tránsito de un medio a otro fue suave. Sigo vigente y reconocida, es mucho en una trayectoria de 30 años”.

Interrogaciones/preferencias…

¿El camino de Matilde Marín por estos tiempos?

“Estoy concluyendo una serie de obras sobre papel titulada El viaje imaginario de Kasimir Malevich. El pintor ucraniano, creador del Suprematismo, uno de los movimientos de la vanguardia rusa del siglo XX, ha sido una mis obsesiones. Estudié su biografía y su obra, vi muestras suyas en muchos museos del mundo y todo lo que posteriormente a su muerte influyó, tanto en las vanguardias y en el arte contemporáneo. Me emociona como armaba sus muestras en su pequeño estudio. La serie son fotos que tienen una vuelta conceptual.  Las hice libremente cuando encontraba en algún país huellas de su obra. Me gusta y me divertí mucho haciéndolo”.

¿El instante de la creación?

“La creación ha variado desde que estaba en la Escuela de Bellas Artes. Soy nacida en el siglo XX. Antes, nos enfrentábamos al papel, la tela o la materia virgen. Recuerdo, al principio, el pánico de trazar una línea y equivocarme. Con el tiempo, y volviéndose más profesional, uno anda creando con la mente suelta. Aunque parezca snob cuando comencé a viajar por trabajo, en los aviones llevaba una libretita donde anotaba ideas, fue una muy buena práctica. Actualmente, y desde hace un tiempo, practico meditación trascendental, es una tarea excelente para el artista. La imaginación se desata o se ordena, da energía.

¿Es feliz? ¿Está complacida con lo que hace? ¿Busca más?

“A los 15 años no sabía bien cómo iba a ser mi vida, no tenía muchas expectativas. Dejé que el arte fuera ocupando la vida y estoy muy agradecida por ello. Paso por una etapa donde no sólo es la producción de la obra, sino la enseñanza, por medio de Seminarios para generaciones jóvenes, y también los proyectos sociales están incluidos en mi horizonte. Me identifico con el artista testigo y aunque sé que el arte no puede cambiar el mundo, algo deja el creador en él, que finalmente influye”.

Cuba en el punto de mira

Esa palabra, de cuatro letras, la emociona siempre… ¿Cuba?

“A Cuba viajé, con mi imaginación, en los años 70 pero leyendo y leyendo sobre el país. Finalmente, en el 2000 llegué por primera vez a La Habana, para participar en una exposición individual en La Casa de las Américas, cuya curadora fue Marilyn Sampere Rosado, a quién había conocido en Buenos Aires en una muestra de artistas cubanos. El título era Utopías reales, sueño y razón de Matilde Marín. Y exhibí principalmente obra gráfica y algo de fotografía que recién estaba experimentando. Fue un conjunto bastante amplio de mi producción”.

¿La Bienal de La Habana?

“Es mi primera vez en una Bienal de la Habana, ella resulta un capitulo muy importante dentro de la historia de las Bienales en Latinoamérica, y en el mundo occidental. He participado en la de Puerto Rico donde fui laureada; en la de Cuenca (Ecuador), allí me otorgaron el Primer Premio, y en la de Ljubljana (Eslovenia),  entre otras. Intervenir en una Bienal es un compromiso, con uno mismo y con la organización. Disfruto mucho la relación con los otros artistas y en La Habana, especialmente, veo que hay creadores muy destacados invitados. Quiero disfrutar la obra de Pistoletto y Anish Kapoor…, aparte de los artistas cubanos que son absolutamente creativos”.

Epílogo

Con la sabiduría de alguien con pleno control de su mirada sobre lo visible y coherencia en su interpretación, Matilde Marín no es otra cosa que una narradora extraordinaria que sabe eternizar en sus creaciones la capacidad y la voluntad imaginativas de una adolescente que descubre deslumbrada el mundo y lo vive, en y desde su imaginación, en toda su intensidad y dimensiones físicas, cronológicas y fantásticas, para entregárnoslo vivo.

Bien sabemos que vida/sueño son tantas veces irreconciliables. No puede entonces aspirar la creación plástica a mayor privilegio que a plasmar con maestría esa verdad y su otredad. Es lo que hace magistralmente la artista argentina en sus trabajos que llegan desde cualquier espacio del arte. La carnalidad de sus propuestas, sus paisajes imaginativos y plenos de fuerza, junto con sus diversas imágenes son la regia traducción de la existencia que todos debimos o debemos vivir. La vida como es. Pura imaginación, siempre espléndida, vital.

 

 

Nota

(1)  En el 2009 recibe el Premio “Jorge Romero Brest” a la trayectoria, otorgado por la Asociación Argentina de Críticos de Arte. Desde el 2008 es Miembro de Número de la Academia Nacional de Bellas Artes de Argentina y Premio a la mejor exposición individual por la Asociación de Críticos de Chile. Ha sido premiada en la VII Bienal Internacional de Cuenca, Ecuador con el Primer Premio por su “Suite Itinerarios”, instalación de 60 piezas fotográficas. En el 2005 alcanzó el Premio “Becas Abiertas de la Dirección Nacional de Política Cultural”, para una residencia conjunta en la Universidad de Barcelona donde elaboró su proyecto fotográfico “La Necesidad”. El “Konex de Platino” como uno de los 20 artistas más importantes de la década en Argentina, y el Premio “Sigward Blum” al mejor video del año en 2002. También el Primer Premio de la Bienal Latinoamericana de Puerto Rico entre muchos otros. Su Libro de Artista Mitos de Creación, editado en Arte Dos Gráfico, Bogotá, Colombia, fue adquirido posteriormente para la colección del Centro de Arte Contemporáneo Reina Sofía de Madrid, España.

Matilde Marín ha expuesto decenas de exposiciones en importantes instituciones de Europa, Asia, América del Norte, el Caribe y América Latina, y su obra forma parte de colecciones privadas e institucionales de Europa, Asia, América Latina, Estados Unidos y Canadá.


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