Memorias de la Guerra: en complicidad con el pasado y el futuro


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La Habana.- Este jueves de marzo Martí y Fidel visitaron el Centro Cultural Dulce María Loynaz con la misión de acoger en él –y en específico en su espacio mensual Memorias de la Guerra, con la conducción del historiador Yoel Cordoví--, el inolvidable avatar de dos prestigiosas figuras de nuestra última gesta de Liberación nacional. Una, el combatiente revolucionario Carlos Iglesias (Comandante “Nicaragua”); la otra, la recién desaparecida Natalia (“Naty”) Revuelta.

En el caso de Carlos Iglesias, o como todos le conocen Comandante “Nicaragua”, éste logró con genial locuacidad trasladar al numeroso público reunido en dicha institución cultural –conformado por viejos y nuevos combatientes, personalidades de la Cultura cubana, profesionales de diversas disciplinas, trabajadores, martianos y fidelistas todos--,  sus vivencias más sobresalientes sobre el difícil período que le tocó vivir como luchador revolucionario de la clandestinidad urbana junto al inolvidable Frank País García y a un sinnúmero de jóvenes pertenecientes a la heroica provincia de Santiago de Cuba; todos, dispuestos a vencer o morir ante las acciones asesinas de los sicarios de la tiranía de Fulgencio Batista, y por el logro definitivo de una Patria libre y soberana de toda injerencia extranjera.

“Nicaragua” trajo a la memoria diversas anécdotas acontecidas durante aquella etapa histórica, al igual que su infinidad de protagonistas –hoy en su mayoría héroes y mártires de la Patria--, su amistad con la inolvidable combatiente de la Sierra y del llano Vilma Espín, además de hechos acontecidos en calles, hogares, escuelas, centros de trabajo de todo tipo, demostrativos en general de la rebeldía de ese pueblo y su territorio: el más prominente (tanto en las luchas del llamo como en la sierra), durante nuestra última contienda. Así diría: “Los hechos del asalto al Cuartel Moncada, la figura de Fidel y de los compañeros que le acompañaron a tan difícil misión, prendió muy profundamente en Santiago de Cuba y, en específico en el joven maestro Frank País y de su familia (…) Veríamos que poco tiempo después  quien mandaba en toda Santiago era el Movimiento Revolucionario 26 de Julio (MR-26-7), comandado por Frank, ninguna otra organización más radical que esa (…) con un soporte muy fuerte y organizado muy eficientemente en sus grupos de acción y sabotaje”.

Entre las acciones clandestinas enumeradas por Nicaragua, no sólo en la heroica Santiago sino también en otras provincias del país, resaltó la figura de la joven habanera Urselia Díaz Báez, militante del MR-26-7, “y quien desafortunadamente perdió la vida tras una malograda acción clandestina realizada en el cine América en nuestra capital”.

Igualmente, sentido y hermoso homenaje en las palabras del presidente del Instituto de Historia, doctor René González Barrios, le fue tributado a la recién físicamente desaparecida Natalia Revuelta (Naty). Bella mujer militante del Partido Ortodoxo y quien no obstante su acomodada extracción social, simpatizó desde muy joven con la causa de soberanía y justicia social del Líder de la Revolución cubana, hasta llegar a ser desde inicios de la lucha de aquel, una de sus colegas más importantes.

González Barrios expresó en su escrito:

“(…) Naty irradiaba energía. Hasta el último momento diseñaba planes para un futuro inmediato. Tres proyectos ocupaban especialmente su atención: el libro que sobre su vida ejemplar escribía Seriosha Mora Candebat, a quien trataba como sólo se trata a un hijo, la idea de que se escribiera una biografía de su abuelo mambí, y el aliento perenne de mantener con vida y buena salud el espacio Memorias de la Guerra, del Centro Cultural Dulce María Loynaz, que con tanto amor contribuyó a crear junto al historiador Raúl Rodríguez la O hace casi una década. En una ocasión la poetisa española, Rosalía de Castro, escribió: “Es feliz el que soñando muere, y desgraciado el que muere sin soñar”. No tengo la menor duda de que esta encantadora mujer, la bella Naty, la amable y desinteresada Naty querida por todos, vivió soñando hasta los últimos instantes de su fructífera vida. Nobleza de espíritu, llevaba un ángel en el alma y un volcán en sus delatores ojos verdes que irradiaban luz y fuego. Su fino trato, su dulce voz, su eterna sonrisa, revelaba la dimensión de su carácter. Modesta y sencilla en exceso, jamás la escuché reclamar ningún merecimiento (…) Tuvo en su vida tan sólo un defecto: derrochar amor. Amor a la vida, a la familia, a la Patria, al prójimo. De ello podemos dar fe quienes le conocimos y nos honramos en estos momentos de haber compartido su amistad”.

En breve contacto con el Periódico digital Cubarte, el historiador Rodríguez la O subrayó que “el espacio Memorias de la Guerra --del cual fui su conductor durante varios años, fue creado en el 2005 por sugerencia de Naty--, estimo ha sido sumamente útil para la reflexión, la meditación, como espacio de análisis crítico y para dar a conocer, en suma, nuestra Historia. Por él han pasado grandes figuras de la cultura, de la política, al igual que connotadas personalidades y oficiales de nuestras Fuerzas Armadas y del Ministerio del Interior. Naty fue, realmente, el corazón y el alma de este espacio. Su entusiasmo siempre nos acompañó; nunca faltó a nuestras citas –no obstante ser una persona bastante mayor--, nos contagiaba a todos con su espíritu entusiasta. Realmente, en lo personal, he sentido muchísimo su pérdida física como también ha sido muy lindo este homenaje póstumo que en este espacio correspondiente a Marzo se le ha tributado con tanto amor y cariño”.

Este jueves de Marzo, Martí y Fidel visitaron el espacio histórico Memorias de la Guerra, con la misión (ambos) de acoger a dos revolucionarios de inconmensurables tallas. El primero, tomó del brazo a aquella mujer con mirada de amplísimo verdor, para no sin antes besar su mejilla y agradecerle su lealtad y profundo amor a la causa de la Revolución consagrada por su máximo Líder, y trasladarla después consigo al sitial de la gloria de nuestros héroes; mientras el segundo (Fidel), con su lenguaje siempre directo y conciso, le agradecía a Nicaragua  todo lo hecho, pero a la vez le explicaba que aún queda mucho (¡muchísimo!) por hacer y testimoniar por la Patria ante los nuevos tiempos que se avecinan. Así, y para orgullo de nuestra Cultura nacional y de los valores humanos de este pueblo, hoy estuvieron de visita en el Centro Cultural Dulce María Loynaz, Martí y Fidel, abrazando principios y en absoluta complicidad con el pasado y el futuro.


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