Mirta Aguirre Carrera, artífice de una obra literaria meritoria


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“(…) Este articulista recuerda la alegría con que Cintio Vitier –quien no capitalizó odios y desquites– le narró la actitud con que la profesora Mirta Aguirre respaldó el cese de la “medida”, de corte ateocrático, que durante años impidió en el país la publicación de su libro Ese sol del mundo moral, cuya primera edición se hizo en México en 1975”.

La anterior fue, entre muchas, las valoraciones que el también profesor y escritor Luis Toledo Sande, realizara en uno de sus artículos referidos a la honesta y valiente actitud de la poetisa, crítica literaria, ensayista, abogada y militante comunista doctora Mirta Aguirre Carrera (1). Una de las intelectuales de este país cuya obra más apremia ser estudiada e investigada con mayor profundidad en estos tiempos de cambios.

Su presencia en el Periodismo fue constante en connotadas publicaciones periódicas durante una buena parte de la pseudo república y luego del triunfo de Enero de 1959, cuando su labor como poeta y ensayista se intensificó con nuevos estilos escriturales.

Junto a reconocidos intelectuales como Juan Marinello, Nicolás Guillén, José Antonio Portuondo y Carlos Rafael Rodríguez, la doctora Aguirre abrazó la ideología marxista desde muy joven cuando con tan sólo 18 años de edad, participó en la creación (1928) de la Alianza Femenina de Cuba, de cuya junta directiva formó parte, y que, transformada en Unión Radical de Mujeres, se sumó a la Liga Antimperialista, que Julio Antonio Mella había fundado en 1925. Ese mismo año se constituyó el primer Partido Comunista de Cuba, al que Aguirre se adhirió en 1932, momento en que más se recrudeció la lucha contra la tiranía de Gerardo Machado.

Al año siguiente se vio obligada a marchar al exilio. México le acogió hasta 1936, en que decide retornar a Cuba junto al pensador, político y profesor universitario Juan Marinello, entre otros, en el traslado a La Habana de los restos del militante revolucionario comunista Julio Antonio Mella, asesinado en tierra azteca por sicarios machadistas.

En el diario comunista Hoy, donde se mantuvo durante largo tiempo, estuvo al frente de la sección de cine, teatro y música, manifestación artística sobre la cual también cursó estudios—; al igual que mantuvo colaboraciones en órganos de prensa las revistas Mediodía, Mujeres Cubanas, Fundamentos, La Palabra, Lyceum, Bohemia, Cuba Socialista y el semanario La Última Hora, también insertado en la lucha partidista. Colaboró incluso en Vanidades, revista en la cual dio vida a la sección Seamos bellas, que firmaba con el seudónimo Ángela Velarde.

Su talento y persistencia como mujer intelectual la llevó a formar parte de los consejos de redacción de Cuadernos de Arte y Ciencia y de Nuestro Tiempo, órgano de la Sociedad Cultural homónima, a la que brindó atención política desde 1953 —además de brindar apoyo a la fundación del grupo Teatro Estudio— hasta 1959.

Entre su gran volumen de obras publicadas durante la etapa de la pseudo república podrían citarse:

Influencia de la mujer en Iberoamérica (1947) –Premio en el certamen organizado por la Unión Femenina Iberoamericana y, al año siguiente, el de otro concurso, auspiciado por el Lyceum Lawn Tennis Club, de La Habana, con Un hombre a través de su obra, con el que hizo público una de las trayectorias relevantes en los estudios cervantinos

Recuerdos de Mella (1937), Palabras en Juan Cristóbal (1940) y Clara Zetkin (1941).

En 1938 se editó su primer poemario: Presencia interior, elogiado por personalidades del mundo cultural latinoamericano como la Premio Nobel chilena Gabriela Mistral.

Canción antigua, dedicada al Comandante Ernesto Che Guevara, a raíz de su muerte, y que suscitó una bella exégesis de la también escritora y poetisa cubana Fina García Marruz.

Aguirre desempeñó diversas funciones como militante política y directiva tras el triunfo de la Revolución cubana, entre ellos su importante nombramiento en 1959, como asesora de literatura y publicaciones del Instituto Nacional de Cultura, y en 1961 como fundadora de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), de cuyo Comité Nacional formó parte. En 1962 dirigió la Sección de Teatro y Danza del Consejo Nacional de Cultura, constituido en 1961, y de 1963 a 1967 fue colaboradora de la Editora Política, adscrita al Partido.

Asimismo, en 1962 la doctora Aguirre inició una etapa muy rememorada en su hoja de servicios como profesional de las letras: la de profesora –durante años jefa del Departamento de Lengua Española y Literaturas Hispánicas– en la entonces Escuela de Letras y de Arte de la Facultad de Humanidades de la Universidad de La Habana. Fue admirada y respetada, cuando no querida, por sus colegas, entre quienes brillaban igualmente figuras de la talla de Camila Henríquez Ureña, José Antonio Portuondo, Vicentina Antuña, Beatriz Maggi y Roberto Fernández Retamar, y por el alumnado, en el que estuvieron muchas de las que después serían figuras relevantes en la cultura del país.

Entre sus obras más relevantes insertadas dentro del período revolucionario podrían citarse:

Juego y otros poemas (1974), y en la revista martiana La Edad de Oro, transmitida en el programa radial Enseñanza Musical. Ambos, dedicados a los niños.

El neorrealismo italiano (1963) y El romanticismo de Rousseau a Víctor Hugo (1973), y nuevas aportaciones cervantistas. Entre estas descuellan La obra narrativa de Cervantes y Miguel de Cervantes (1971 y 1973, respectivamente); y el estudio introductorio a la edición de El Quijote confeccionada por el Instituto Cubano del Libro en 1972. De su cosecha en la hispanística nacieron además los dos tomos de La lírica castellana hasta los Siglos de Oro (1977)

Ensayo Del encausto a la sangre. Sor Juana Inés de la Cruz, conquistó el primer premio en un certamen sobre la poetisa mexicana, y la Lengua española auspiciado en ese país

Ayer de hoy (1980), ensayos y poemas.

Otras ediciones póstumas:

Estudios literarios (1981) y, sobre Nicolás Guillén, Un poeta y un continente (1982)

Poesía (2008), textos que en gran parte permanecían inéditos o dispersos en publicaciones variadas.

En suma, su desempeño creativo fue impronta durante un gran período de tiempo, al lograr llevar a cabo tareas multifacéticas de carácter político junto a otras de atención docente. Incluso, cuando el doctor José Antonio Portuondo es nombrado embajador ante la sede del Vaticano, Aguirre le sustituye en el cargo como director del Instituto de Literatura y Lingüística, hasta sorprenderle la muerte el 8 de agosto de 1980.

Mirta Aguirre Carrera, artífice de una vida y de una obra meritoria que merece ser estudiada e investigada con mayor amplitud.

 

Nota:

  1. Nació en La Habana, un 18 de octubre de 1912 y fallece también en La Habana, el 8 de agosto de 1980. Poetisa, crítica literaria y ensayista cubana. Se doctoró en leyes en 1941. Realizó estudios especiales de literatura, música y filosofía marxista. Fue miembro activo de la Liga Juvenil Comunista, la Liga Antimperialista, Defensa Obrera Internacional, el Partido Comunista de Cuba y el Partido Socialista Popular. Vicepresidenta de la Federación Democrática de Mujeres Cubanas y responsable político de la Sociedad Cultural Nuestro Tiempo. Formaba parte del Frente Nacional Antifascista y de la Sociedad de Amigos de la URSS, cuando a mediados de los años 40 ganó el premio Justo de Lara por su artículo “Fritz en el banquillo”, publicado en el periódico Hoy, órgano del Partido comunistaDurante años tuvo a su cargo la sección de cine, teatro y música del Periódico Hoy. Después del Triunfo de la Revolución Cubana fue directora de la Sección de Teatro y Danza del Consejo Nacional de Cultura. Utilizó los seudónimos Rosa Iznaga, Rita Agumerri y Luis Robles Garza.

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