Mis recuerdos de Cintio Vitier (IV)


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El último momento que deseo subrayar, ocurrió durante la visita del poeta y religioso Ángel Gaztelu a Cuba en 2002, cuando este vino  acompañando a Pablo Pérez Cisneros, hijo del gran crítico y promotor de arte Guy Peréz Cisneros, a quien el Consejo Nacional de las Artes Plásticas le entregaría públicamente un reconocimiento, de manera honorífica y post mortem.

En esa ocasión fue muy emotivo (cuando digo muy me quedo corto en la expresión) para mí ser testigo del reencuentro de los viejos amigos del grupo Orígenes. Gaztelu se había marchado de Cuba en la década de los ochenta del siglo pasado y no había regresado más, de manera que hacía casi dos décadas que no se encontraban. Hubo mucha alegría recíproca entre los tres ex origenistas.

En el Hotel Nacional se produjeron las primeras conversaciones entre ellos, a las que tuve el privilegio de asistir (un grupo de fotografías que conservo documentan momentos de esa reunión). Gaztelu estuvo en la Isla pocos días, durante los cuales realizó algunos viajes a Bauta. El padre Gaztelu (Puente de la Reina, España, 1912-Miami, E.U, 2003) era entonces un anciano afable, con mucha chispa en sus comentarios y una sed enorme de recordar momentos de su vida cubana, la que duró por seis décadas, pues llegó a Cuba con apenas trece años de edad.

Sus colaboraciones en las revistas Verbum, Espuela de Plata y Nadie Parecía, y por supuesto, Orígenes, así como la inefable y protagónica figura de José Lezama Lima, más otros recuerdos entre los que sobresalieron las menciones a Juan Ramón Jiménez fueron evocados entre risas y comentarios anecdóticos que hubiese valido la pena haber grabado para la posteridad.

Todo fue muy espontáneo y lleno de alegría genuina por el reencuentro. Unos días más tarde, en un almuerzo en el restaurant El Ranchón, se produjo el cierre de la visita, de ahí acompañamos al padre Gaztelu al aeropuerto. Moriría un año después, de manera que esta visita fue su despedida de la patria que lo acogió con hospitalidad.

Una amistad consagrada a través de la poesía y los libros

Con el tiempo, mi amistad con Cintio quedó consagrada a través de la poesía y los libros. En marzo de 2002 le entregué para su apreciación una suerte de haikús aplatanados o mejor dicho, muy transculturados, es decir, sin seguir el canon silábico estructural del tradicional haikú japonés, pero manteniendo la esencia de su sentido poético, a saber: la captación de un instante. Los temas eran cubanos. Esperé unos días, pues sabía que Cintio estaba enfermo, hasta que me llamó por teléfono y me habló elogiosamente de aquellos brevísimos textos, me instó a hacer un cuaderno con ellos y me abrió las puertas de su excelente revista La Isla Infinita. Revista de Poesía, para publicarlos.

Fue una verdadera alegría para mí, que seguía (sigo) considerándome un poeta en ciernes. La evaluación positiva de esos poemas breves por Cintio fue motivo de profunda satisfacción, pues yo había puesto mucho interés en ellos y quererlos pasar como haikús eran un riesgo y sin duda un atrevimiento. El libro con los poemas, Momentos, se publicó por Letras Cubanas, en 2003, con ilustraciones del artista Juan Roberto Diago y un excelente prólogo de Jorge Luis Arcos y fue presentado en la Feria Internacional del Libro del año siguiente por el poeta Miguel Barnet. Es un libro que aprecio muchísimo por la historia personal que encierra.

En cuanto a la publicación de una selección de esos poemas en la revista que dirigía Cintio, esta se materializó en el número 8 de La Isla Infinita, año III, de 2004 (páginas 59-60). Así fue la nobleza y gentileza de aquel hombre ante los reclamos de un escritor que apenas comenzaba su andadura poética.

El día de su muerte, conversando con unos amigos, todos sinceramente entristecidos por la noticia, expresé que se nos había ido el último de nuestros sabios. Años después sigo creyendo en esa certidumbre. Pienso que el respeto absoluto (salvo  gruñidos inevitables de siempre) de que disfrutó y disfruta Cintio entre la intelectualidad nacional e internacional no lo tendrá nadie más, quizá con la excepción de su amada Fina, otra poeta, ensayista y erudita de marca mayor.

Nuestra historia, nuestra cultura, es también un arranque de la casona paterna al universo

No olvidaré nunca, entre las miles de páginas que he leído de Cintio, poesía y ensayos, cartas y artículos de mayor grosor, ese texto  muy inspirado, que son sus palabras el 20 de octubre de 1995, durante el acto de creación de la Sociedad Cultural José Martí[1], en el que, refiriéndose a la ligazón entre la cultura insular y la universal, expresó que el viaje de ida-vuelta de Céspedes a Europa y Asia, y de retorno a Cuba, cuando fue a estudiar y graduarse de abogado, era como el símil del viaje inefable de las culturas en el mundo y cito: como “una rama convertida en flecha del árbol de Bayam, el árbol indígena de la sabiduría, llegó hasta el Egipto y regresó para clavarse en la sombría barraca de San Lorenzo. Porque nuestra historia, nuestra cultura, es también un arranque de la casona paterna al universo, un regreso de lo más lejano a lo más entrañable y desgarrador. Sin dejar por ello de mimarla en sus rincones más queridos, no localicemos excesivamente nuestra historia, que pertenece al universo, como nosotros a ella”.

Y esa fue una de sus grandes conclusiones, extraída de sus profundos estudios sobre la cultura y la historia de Cuba, una ida y regreso constante de las ideas, las modas, los lenguajes, los símbolos de una cultura nacional en su diálogo, invisible a veces, con la universal.

Concluyo este apunte con la esperanza de que sea un sincero homenaje al gran intelectual y cubano íntegro en el centenario de su nacimiento. Ya con anterioridad la Revista de la BNJM le había dedicado un número a Cintio (1, enero-junio de 2001), cuando se conmemoró su cumpleaños ochenta, un número precioso. Cintio fue, además, un asiduo colaborador de esa publicación.

La obra y la persona de Cintio Vitier merecen recuerdo y estudio permanente, pues aportaron considerablemente a la cultura nacional, tanto, que es imposible, todavía, determinarlo con precisión. Será necesario que pase un tiempo y los estudiosos establezcan esa dimensión con objetividad.

 

 

[1]También publicado en el número enero-junio de 2021 de la Revista.


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