Muy mala educación en el cine Chaplin


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No se refiere el título al capital humano de la reconocida institución cinematográfica, sino a una parte de los invitados, -¿o no?- que se encontraban en el lobby de esa sala mientras en la galería se trataba de rendir homenaje a Samuel Feijóo en su centenario, a Julio García Espinosa y a la película Aventuras de Juan Quin Quin, la más taquillera de la historia del cine cubano.

La causa no es que las muchas personas que hablaban en alta voz no alcanzaran sillas, ni que estuvieran lejos del panel que lideraba el homenaje, -por demás conformado por Mercy Ruiz, directora de Ediciones ICAIC, Arturo Arango, periodista y ensayista, Lola Calviño, quien tuvo a su cargo la selección de textos del libroAventuras de Juan Quin Quin. Guión de Julio García Espinosa, que se presentaba, Adamelia Feijóo, hija del escritor homenajeado, y Joel del Río, en calidad de moderador-, sino que esas personas estaban conversando en alta voz de espaldas al importante suceso cultural y de hecho saboteándolo, sin temor a la palabrita.

Ese grupo no estaba formado por “rastas”, ni “emos”, ni “mikis”, ni “reparteros”, ni “frikis”, ni siquiera por muchachos muy jóvenes, estaban allí muchos de los visitantes habituales de ese cine y hasta algunos trabajadores del propio ICAIC.

A pesar de los varios llamados al silencio del moderador, de las miradas intencionadas hacia la zona de algunas personas que presidían el acto, era muy difícil escuchar lo que los panelistas decían, pero más allá de eso, los que fueron realmente a rendir tributo sintieron que aquella situación era un ejemplo del absurdo y una triste muestra de hasta dónde ha minado a nuestra sociedad la mala educación, la falta de respeto, la negación de todas la normas de urbanidad y comportamiento, no ya de buenas maneras, las cuales se han esfumado.

Desgraciadamente esto no es un hecho aislado, responde a la realidad que se vive en la mayoría de los lugares públicos de la capital, ¡hasta en los hospitales se grita!, pero por otra parte no existe la contrapartida de la administración de estos sitios, en el homenaje mismo no hubo ninguna otra acción que no fueran las llamadas al orden por parte del panel; debe existir una actitud más agresiva ante estas situaciones, las instituciones e instalaciones deben ejercer el derecho de admisión en toda su plenitud y en todo momento, deben ejercer la autoridad que ostentan y cumplir con la parte de su deber que tiene que ver con que en su lugar de trabajo las cosas, todas, se hagan correctamente.

Es intolerable que un homenaje sea irrespetado, se convierte el esfuerzo y la intención en casi nada, pues se supone que el tributo no sea del panel y de los que estaban escuchando, sino de todos, pues todos deberían rendir culto a los grandes de la cultura cubana, si no, ¿qué hacían allí?


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