Notas sobre la institucionalización de los estudios históricos en Cuba, época republicana: neocolonia (1902-1958)[i]


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El 20 de agosto de 1910 –próximamente se cumplirán 110 años– se firmó por el entonces Presidente de la República de Cuba, José Miguel Gómez, y Mario García Kholy, Secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes, el Decreto 772 para la creación de la Academia de Historia de Cuba, que existió en su primera época hasta 1962. [ii]

La aspiración a una institución de carácter eminentemente científico, se  había manifestado desde mucho antes por los historiadores criollos, intentando seguir el ejemplo de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, fundada desde 1861.[iii] No obstante, las propuestas presentadas al gobierno colonial fueron rechazadas, “dando por resultado que desde el cese de la soberanía española han venido desapareciendo los documentos que aquellos beneméritos patricios nos dejaron y destruyéndose objetos de valor inestimable para nuestra historia” (Decreto 772/ 1910).

En la fundamentación del citado decreto se subraya el argumento planteado anteriormente:

A evitar que en lo sucesivo sigan perdiéndose tan valiosos como interesantes testimonios, con el propósito de que de una manera uniforme y sostenida se emprendan y terminen los trabajos conducentes al fin propuesto, lo que aconseja la experiencia y justifica la necesidad es organizar la Academia Nacional de la Historia, con personal respetable e idóneo, que en acción común y diligente, identificada con las aspiraciones que animan a este Gobierno, se consagre a hacer, de modo constante, las investigaciones, estudios e informes más eficaces para, la conservación de todos los recuerdos históricos nacionales con resultado favorable. (Decreto 772, párr. 5)

Los Resuelvo a continuación, definen el carácter de la nueva institución: una Corporación independiente adscrita a la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes; la misión que se le asigna, “investigar, adquirir, coleccionar, clasificar, redactar y presentar a dicha Secretaría, para que ésta lo publique, todos aquellos documentos que en más o menos grado puedan ser una contribución al enriquecimiento de la expresada historia. De igual modo habrá de ocuparse en salvar, para provecho de la misma, todos los demás objetos que constituyan recuerdos históricos.

El documento establece la estructura de la Academia, integrada por:

Un Presidente ad honorem, que será el Secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes; un Presidente efectivo, de entre los Académicos de número elegido también por sus colegas; treinta Académicos de número, con residencia en la Habana; treinta Académicos corresponsales en provincias y en el extranjero y un Secretario, que “será elegido también por sus colegas de entre los Académicos de número”.

Los requisitos para ocupar el cargo de Académico consistían en poseer “la preparación o competencia demostrada por la dedicación a los estudios históricos, por la constante contribución al desarrollo de la cultura general o por la publicación de uno o más trabajos de cualquier ramo de la historia.

Otras cuestiones contenidas en el decreto mencionado, fueron: debía celebrarse al menos una sesión mensual; el cargo de Académico era vitalicio; el Académico tenía la autoridad propia para impedir la destrucción de un bien cualquiera considerado de valor histórico, llevando adelante por sí mismo la gestión necesaria, de lo cual informaría a la Academia. Anualmente la Academia debía publicar en un volumen titulado “Anales de la Academia de Historia de Cuba”,[iv] los resultados de sus actividades más descollantes.

Para la construcción de esta nueva corporación se designaron treinta personalidades relacionadas en el mismo decreto, que procedían de diversos sectores de la sociedad cubana. A la cabeza de la lista estaba el Lic. Manuel Sanguily (1848 -1925) abogado y periodista Coronel de la Guerra del 68, Secretario de Estado del gobierno de José M. Gómez, a continuación de él aparecen:

  • Dr. Enrique José Varona.
  • Dr. Alfredo Zayas.
  • Lic. Raimundo Cabrera.
  • Dr. Eusebio Hernández.
  • Dr. Rafael Fernández de Castro.
  • Lic. José de Armas y Cárdenas.
  • Sr. Juan Gualberto Gómez.
  • Dr. José A. González Lanuza.
  • Dr. Evelio Rodríguez Lendián.
  • Dr. Ramón Meza y Suárez Inclán.
  • Dr. Orestes Ferrara.
  • Dr. Fernando Ortiz:
  • Gral. José Miró Argenter.
  • Lic. Rafael Cruz Pérez.
  • Dr. Ezequiel García Enseñat.
  • Dr. Juan Miguel Dihigo.
  • Gral. Enrique Collazo.
  • Sr. Ramón Roa.
  • Dr. Manuel Pérez Beato.
  • Dr. Rodolfo Rodríguez de Armas.
  • Sr. Alvaro de la Iglesia.
  • Sr. Fernando Figueredo.
  • Lic. Francisco de Paula Coronado.
  • Dr. Luis Montané.
  • Sr. Domingo Figarola-Caneda.
  • Sr. Pedro Mendoza Guerra.
  • Dr. Sergio Cuevas Zequeira.
  • Dr. Tomás Jústiz.
  • Dr. Alfredo M. Aguayo.

Este grupo iniciador o gestor de la nueva Academia tuvo a su cargo la redacción del primer Reglamento y la celebración de la sesión inaugural de la corporación en la significativa fecha patriótica del 10 de octubre de 1910. El primer presidente electo fue Fernando Figueredo Socarras (Camagüey, 1846- La Habana, 1929), ingeniero graduado en los EE. UU., Coronel de la Guerra de 1868, activo miembro del Partido Revolucionario Cubano en la emigración radicada en los EE. UU.    

Sin intentar más que un muy ligero acercamiento al contexto histórico en que tuvo lugar este trascendental acontecimiento cultural, recordaré que el Estado-Nación había nacido el 20 de mayo de 1902 (ocho años antes), fecha en que concluyó la primera ocupación militar del archipiélago cubano por los Estados Unidos de América, después de ser aprobada la Constitución de la República de Cuba de 1901 con la incorporación forzada de la llamada Enmienda Platt, que creó las bases jurídica, económica y política (intervencionismo) de la primera neocolonia del mundo.

La segunda intervención militar estadounidense había terminado recientemente (1906-1908); en medio de tan grave situación,  el país se levantaba con gran esfuerzo de la destrucción total, causada por la Guerra del 95 que culminó en la confrontación hispano-cubano-americana en 1898, precedida por la Invasión de Oriente a Occidente enarbolando la “tea incendiaria” y la criminal reconcentración campesina ordenada por Valeriano Weyler (1896-1897).[v]

Un somero análisis de la composición de la Academia de la Historia de Cuba en el momento de su arrancada, evidencia el predominio (18) de los doctores en Filosofía y Letras y en Derecho, o Licenciados en esta última materia, la mayor parte graduados en la Universidad de La Habana (UH), incluidos entre ellos los  Decanos, en diferentes momentos, de la Facultad de Filosofía y Letras doctores Evelio Rodríguez Lendián y Juan Miguel Dihigo Mestre (Rector de la U.H. en 1925), y Derecho José Antonio González Lanuza.

Otros doctores pertenecen al campo de la Medicina y sus especialidades: Luis Montané y Dardé, catedrático en Antropología y fundador del Museo Montané de la U.H.; Eusebio Hernández Pérez, General de Brigada del Ejército Libertador y catedrático en Obstetricia de la U.H.; Manuel Pérez Beato (nacido en Cádiz, España), profesor de la Escuela de Artes y Oficios y director del El Curioso Americano. 

Procedentes de las Guerra de Independencia cubanas son siete Academicos. Además de los anteriormente citados, y con diversas ocupaciones en la vida civil republicana, se encuentran: José Miró Argenter (nacido en Sitges, Cataluña) General de División del Ejército Libertador (E.L.); Enrique Collazo y Tejada, General de Brigada E. L.; Ramón Roa y Gari, Teniente Coronel de la Guerra del 68; Pedro Mendoza Guerra, Coronel del E.L. y Orestes Ferrara Marino (nacido en Nápoles, Italia), Coronel del E.L. Juan Gualberto Gómez, periodista, fue el miembro del Partido Revolucionario Cubano encargado por José Martí como organizador de la Guerra del 95 en toda Cuba, no obtuvo grados militares por su detención inmediata, deportación y estancia en prisiones españolas fuera de la Isla.

Destacados intelectuales radicados en Cuba, como Álvaro de la Iglesia Santos (nacido en La Coruña, Galicia) escritor y periodista redactor de La Discusión y El Mundo; Sergio Cuevas Zequeira (nacido en San Juan, Puerto Rico) catedrático de Historia y periodista,  y Alfredo M. Aguayo Sánchez (nacido en Ponce, Puerto Rico) pedagogo.

Algunos de los primeros treinta fundadores ocuparon por elección el cargo de Presidente de la Academia en distintas etapas que son nombradas por Jorge Estévez: los años formativos 1910-1922; el primer esplendor 1923-30; la década crítica 1931-1941; la era Santovenia [Emeterio] 1942-1958; el final de la primera época de la A.H.C., 1959-1962.

                                    Cuadro: Presidentes fundadores de la Academia de Historia de Cuba 1910-1962


Tabla elaborada por Lohania J. Aruca Alonso. Fuentes: Academia de Historia de Cuba http://sociedadpcma.org.cu;*Instituto de Literatura y Lingüística de la Academía de Ciencias de Cuba, Diccionario de la Literatura Cubana, Tomos I y II, 1980;** Diccionario Militar, Centro Militar, Tomo I, 2001.

Sacar conclusiones acerca de la importancia que tuvo la creación y fundación de la Academia de Historia de Cuba en su primera época –estuvo entre las pioneras, quinta posición, de las Academias nacionales de Historia en América Latina, según afirma Funes, y, desde luego, fue la primera del Caribe– a partir de las modestas notas que presentamos al lector, no resulta una tarea fácil, ni la creo necesaria: en mi parecer es suficientemente obvia. 

Instar a conocer más, desprejuiciadamente, sobre esta corporación republicana, de sus trabajos, publicaciones, concursos, contratiempos de toda índole, contradicciones y polémicas, de sus aportes en el camino que abrió sostenidamente (contra viento y marea) a los investigadores y estudiosos de la Historia de Cuba, me parece lo más prudente y necesario, para el mayor enriquecimiento de nuestra cultura actual.

Notas:

[i] Para la redacción de estas breves notas, resumidas al máximo, hemos consultado y cotejado la información de una escasa bibliografía que se menciona más abajo. Además, de obras generales como el Diccionario de la Literatura Cubana (Instituto de Literatura y Lingüística de la Academia de Ciencias de Cuba, T.I  1980 y T.II, 1984); Diccionario Enciclopédico de Historia Militar de Cuba. Primera parte (1510-1898). Tomo I Biografías. Centro de Estudios militares, 2001, Ed. Verde Olivo, 2001.  

[ii]  En octubre de 2010, el Consejo de Estado de la República de Cuba acordó el restablecimiento de la Academia de la Historia de Cuba (AHC), una institución que en su anterior existencia llegó a tener 52 años desde su creación en 1910. Reaparece pues al cumplirse el centenario de su fundación y luego de casi medio siglo desde el momento en que será, a partir de ahora, el fin de su primera época.  Primera época de la Academia, 1910 – 1962” introducción por el Dr. Reinaldo Funes Monzote (excelente artículo, así como los firmados por Jorge Estévez) http://sociedadpcma.org.cu/index.php/Historia/La-Academia-de-la-Historia-de-Cuba-panorama-de-su-primera-epoca-1910-1962

[iii] Solamente fue efectiva la Sección de Historia, fundada en la Sociedad Económica de Amigos del País de La Habana (SEAPLH) a la cual me referí en un artículo anterior: “Notas sobre la institucionalización de los estudios históricos en Cuba: época colonial” 6.7.2020 http://cubarte.cult.cu/periodico-cubarte/notas-sobre-la-institucionalizacion-de-los-estudios-historicos-en-cuba-epoca-colonial/  Acerca del valor historiográfico local alcanzado por las publicadas en las Memorias y otros textos al cuidado de dicha Sección, la doctora Carmen Almodovar opina: “Estas obras a pesar de sus limitaciones cumplen su objetivo, contribuyen a mantener vivo el interés por la historia de la Isla en una etapa en la que no existían las condiciones para elaborar una historia sistemática de Cuba” (Almodóvar, C.: Antología crítica de la historiografía cubana: época colonial, Ed. Pueblo y Educación, La Habana, 1986, “Los inicios de la historiografía documentalista”, pp. 201-204).

[iv] Esta publicación es una fuente imprescindible para el estudio de la Academia de la Historia de Cuba en su primera época, los Anales de la Academia de la Historia de Cuba aparecieron desde 1919 hasta 1933¿?.

[v] Zaida Capote Cruz: “Testimonios, ficciones: la denuncia de un crimen La reconcentración de Weyler en la literatura cubana”, en La Gaceta de Cuba, no. 5, septiembre-octubre 2018, pp. 17-21-

Fichas personales:
[vi] Fernando Figueredo y Socarrás: http://sociedadpcma.org.cu/index.php/Historia/Miembros/Los-treinta-miembros-fundadores/Fernando-Figueredo-y-Socarras
[vii] Luis Montané y Dardé:http://sociedadpcma.org.cu/index.php/Historia/Miembros/Los-treinta-miembros-fundadores/Luis-Montane-y-Darde

[viii] Evelio Rodríguez Lendián:http://sociedadpcma.org.cu/index.php/Historia/Miembros/Los-treinta-miembros-fundadores/Evelio-Rodriguez-Lendian

[ix] Enrique José Varona y Pera: http://sociedadpcma.org.cu/index.php/Historia/Miembros/Los-treinta-miembros-fundadores/Enrique-Jose-Varona-y-Pera

[x] Fernando Ortíz Fernández: http://sociedadpcma.org.cu/index.php/Historia/Miembros/Los-treinta-miembros-fundadores/Fernando-Ortiz-Fernandez

[xi] Alfredo Zayas y Alfonso: http://sociedadpcma.org.cu/index.php/Historia/Miembros/Los-treinta-miembros-fundadores/Alfredo-Zayas-y-Alfonso

[xii] Tomás Jústiz y del Valle: http://sociedadpcma.org.cu/index.php/Historia/Miembros/Los-treinta-miembros-fundadores/Tomas-Justiz-y-del-Valle


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