Orden Carlos J. Finlay para tres intelectuales: Miguel Barnet Lanza, Araceli García Carranza y Rafael Acosta de Arriba


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“La ciencia no es caperuza de dómine, ni misterio de iniciados, ni privilegio de los aristócratas de la mente, sino el medio único que tiene el hombre de explicarse las leyes de la vida…”.

José Martí, “Peter Cooper”. La Nación 3 de junio de 1883.

 

Entrega y pasión es lo que define a tres intelectuales que han dedicado la mayor parte de sus vidas a aportar, desde sus respectivas y sistemáticas investigaciones, al gran compendio que representa la cultura cubana. Me refiero a Miguel Barnet Lanza, Araceli García Carranza y Rafael Acosta de Arriba. Esa entrega y pasión innatas, pulidas con el paso de los años, se hizo reconocer el 17 de marzo pasado, con la entrega, a cada uno de ellos, de la honorífica Orden Carlos J. Finlay, alta distinción que fue establecida en Cuba en 1928 y reinstaurada por Fidel Castro en 1981; y que es la más alta condecoración estatal que se otorga en el país en el ámbito de las ciencias. De manera habitual ha sido entregadaa científicos de las áreas de las ciencias médicas, biofarmacológicas y otras, pero raramente se había otorgado a representantes de las ciencias sociales. Hablo, y no está demás decirlo, de tres voces que prestigian las letras y el pensamiento en Cuba, en el presente. 

Cuando se menciona el nombre de Miguel Barnet (La Habana, 1940) de inmediato viene a la mente el escritor, etnólogo, investigador, poeta, narrador, promotor cultural, guionista, y fundamentalmente, la imagen de un defensor de la conquista de lo cubano. Miguel Barnet es Biografía de un Cimarrón y viceversa. Con él, estamos ante esa generación que se dio a conocer con la eclosión cultural que se dio en la década del 60 en el país, a partir de la creación de varias instituciones de ese perfil. Aquel escenario -sabiamente aprovechado- resultó formador en un hombre que, en lo adelante, se identificaría por rescatar una parte de la historia que resultaba relegada por la historiografía tradicional: la identidad cultural cubana. Fueron la etnología y la antropología las ciencias que le ayudaron a diseñar ese camino y serían, inicialmente, los testimonios de los cimarrones y sus visitas a los barracones lo que particularizaría sus investigaciones; Luego Barnet las traduciría magistralmente a novelas-testimonios. Barnet, también fundador y director de la Fundación Fernando Ortiz,se adentró y lo sigue haciendo en los cimientos culturales de nuestra nación, pero también en los del Caribe. Su obra intelectual, que empezó en 1966, precisamente con Biografía de un Cimarrón, se extiende a decenas de publicaciones (entre novelas, poesías y ensayos). Además, ha sido merecedor de múltiples reconocimientos, entre los que se encuentran el Premio Nacional de Literatura, en 1994, y el título Doctor Honoris Causa de la Universidad de las Artes en el 2020.

En tanto, referirse a Araceli García Carranza (La Habana, 1937), es hacerlo sobre nuestra primera bibliógrafa, y es señalar, en primera instancia, los atributos de una flor. Desde su delicadeza y erudición bibliotecológica, por seis décadasde trabajo en la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí, ellaha creado un imprescindible aparato bibliográfico compuesto con los repertorios de importantes intelectuales de nuestra cultura nacional. Ella es, además, la jefa de redacción de la Revista de dicha institución desde hace 15 años, fundadora de lo que es hoy el Centro de Estudios Martianos (antes Sala Martí) y ocupa la jefatura del departamento de Investigaciones de la BNJM. Aquella joven tímida, que en 1962 se entrevistó con María Teresa Freyre de Andrade en busca de trabajo en la Biblioteca, actualmente es un nombre inseparable de la institución. Su talento, inteligencia y vocación de enseñanza ha ayudado a notables intelectualesde nuestro país. Posee otros reconocimientos como la Medalla Alejo Carpentier y el Premio Nacional de Investigación Cultural (a la obra de la vida).

Con Rafael Acosta de Arriba (La Habana, 1953) estamos ante un  investigador natural. Poeta, crítico de arte, escritor, ensayista, curador, promotor cultural, profesor e historiador.Acosta es hoy un referente ineludible si de Carlos Manuel de Céspedes se trata (su primer doctorado versó sobre el pensamiento político de esa figura, a la que ha dedicado tres libros), lo mismo sucede con la obra poética y ensayística del escritor Octavio Paz (su segundo doctorado fue sobre la crítica de arte del mexicano) y con sus valiosos análisis críticos sobre arte y fotografía. Su vida académica en universidades cubanas y y de otras latitudes es sumamente activa. Es autor de veinte libros y participa de una treintena de libros de varios autores. Ha recibido varios reconocimientos, entre ellos, en 2018, el Premio Nacional de Investigación Cultural (a la obra de la vida). Su obra intelectual sigue resultando tan fecunda que  consta, hasta el momento, de más de 1000 asientos bibliográficos, entre activos y pasivos. Rafael Acosta de Arriba, revistero de larga data y actual director de la Revista de la Biblioteca Nacional José Martí, constituye uno de los intelectuales cubanos más activos y prolíficos del presente.

He expuesto en estas apretadas líneas solo una pincelada de tres intensas vidas intelectuales. Tengo la impresión de que las condiciones impuestas por la pandemia no han permitido la correcta difusión de tan importante reconocimientos a tres creadores de la cultura nuestra, no obstante haber sido galardonados con la mayor distinción que otorga el Estado cubano a nuestros científicos. ¡Enhorabuena Miguel BarnetLanza, Araceli García Carranza y Rafael Acosta de Arriba!Y qué sigan aflorando nuevos éxitos a favor de la cultura cubana.


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