Otra idea… (4)


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Continuamos la publicación por entregas de partes del libro: Issac Delgado: aunque yo soy como soy… de la salsa a la timba.

Esta vez seguimos profundizando en su discografía. Se trata de un acercamiento a esta figura de la música cubana y sus conexiones con los acontecimientos de su vida.

Con ganas y otros asuntos

A comienzos de 1993 Issac y un grupo de músicos regresan a los estudios INTERSONIDO de Caracas; esta vez la producción corre a cargo del mismo Issac acompañado de Giraldo Piloto y es nuevamente Gonzalo Rubalcaba el director musical general.

Para algunos el haber llamado a Rubalcaba, con quien le une una amistad desde la adolescencia cuando se involucraron el grupo Proyecto; significaba una posible repetición de fórmula creativa; ingenuo quien pudo haber concluido de esa forma. Una de las grandes virtudes de Rubalcaba es su capacidad para no repetirse, de explorar formas y hasta atreverse a transgredir sus propios postulados estéticos y musicales. Su grandeza está en su constante capacidad de sorprender.

Si Dando la hora contenía ocho temas, una cifra conservadora pues la norma es de diez temas; la nueva producción a la que llamaron desde un inicio Con ganas se arriesgaría con quince temas; una cifra compleja para el mundo del disco en materia comercial, pero el riesgo lo ameritaba.

Además de Giraldo Piloto, que repetía con la cifra nada despreciable de cinco temas, uno de ellos de conjunto con Boris Luna tecladista de la agrupación –un treinta por ciento de toda la producción–; ocurría el debut como compositor de Issac Delgado con cuatro temas; y un listado que incluye a Juan Formell, Cándido Fabré, José Luis Cortés, Tony Lamas, Amaury Pérez y nuevamente incorpora un tema de Pablo Milanés, esta vez una versión musicalizada del poema Son de Cuba a Puerto Rico escrito por la boricua (Lolita Rodríguez de Tió), cuyos restos descansan en el cubano Cementerio de Colón.

A diferencia de su antecesor, Dando la hora, Con ganas es un disco más pensado para las dinámicas que se estaban desarrollando en la música cubana de ese momento, que para el mismo mercado latino e internacional; está más cerca de la timba que de la salsa erótica que para ese momento sumaba nuevas voces como las de José Alberto “El canario”, los Tito, Nieves y Rojas y la voz de sonera irredenta de “La India”. El riesgo siempre latente del fracaso del segundo disco parecía no existir para Issac Delgado y sus músicos.

Y aquí me permito señalar una característica que será constante en la carrera tanto musical como discográfica de Issac Delgado, su atinada inteligencia para navegar en casi todas las aguas musicales sin abandonar su autenticidad y lograr complacer a sus seguidores e ir sumando nuevos adeptos a su música. Una franca muestra de sentido común.

Con ganas logró colocar ocho temas en las listas de éxito en Cuba, todo un suceso en el que muy pocos repararon –sobre todo los difusores—; y afianzó la imagen del músico en el mercado puertorriqueño y en el europeo, fundamentalmente el español que comenzaba a ser el principal consumidor de música cubana de estos tiempos debido a causas extra artísticas. De España provino el grueso de los primeros empresarios que se establecieron en aquellos años una vez que se comenzaron a realizar reformas económicas y ese país se convirtió en el primer emisor de turistas hacia la Cuba de estos años.

Con ganas, El 443025, Dos Mujeres y Que pasa loco, entre otros, se insertaron en distintas listas de éxito en esos países, llegando a ser realizadas versiones por intérpretes de esas naciones que alcanzaron popularidad. Pero también fue una declaración de admiración por la música, el pueblo y los compositores de Puerto Rico, con quienes se comparten más de un sueño que se vería recompensada en un futuro no muy lejano.

No quedaban dudas, sobre todo a los ejecutivos de ART COLOR, Issac era una buena inversión tanto musical como humana que se debía preservar y potenciar por lo que no lo pensaron para que regresara a los estudios de grabación, aunque aún el disco Con ganas no hubiera agotado su ciclo en el mercado. Esta vez compartirá el trabajo con otro gran músico cubano: Adalberto Álvarez; y tendrá como título El Chévere de la salsa y el Caballero del son, solo que combinarían la producción con el naciente sello cubano PMM, fundado para trabajar en función de los proyectos culturales que comienza a impulsar la Fundación Pablo Milanés.

Issac era el salsero cubano por antonomasia y Adalberto el sonero heredero de una tradición y tal vez quien más lejos había llevado ese género en los años precedentes. Cuando se afirma que Issac Delgado era “el salsero cubano”, para nada se demerita el trabajo que desde fines de los años ochenta desarrollaba Juan Carlos Alfonso con su orquesta Dan Den; sin embargo en estos años noventa el sonido de Alfonso y Dan Den estaba más en función de acercarse a la corriente erótica que se desarrollaba en el Caribe continental, Colombia fundamentalmente, donde el músico Jairo Valera hacía historia con su orquesta a la que había nombrado Niche; mientras que Issac se acercaba más a la sonoridad neoyorkina.

Un disco donde se unen dos de los músicos más populares de ese momento en Cuba. Corre el año 1994, que es el año en que comienza la explosión de la timba en Cuba y aparecen las primeras señales de su posible internacionalización; es el mismo año que en Cuba se deroga la prohibición a la libre circulación de divisas y aparecen en la Isla nuevos sellos discográficos que se suman a ART COLOR, por lo que el papel de la EGREM como dueña y señora del entorno discográfico mengua; de hecho, ya ART COLOR había conformado un catálogo interesante al reunir además de a Issac Delgado, al grupo Sampling, a un naciente septeto llamado Jóvenes Clásicos del Son y a Adalberto Álvarez; y haber aplicado con ellos fórmulas económicas novedosas para el entorno comercial cubano, lo que cambió la mirada y la forma de asumir el papel de los músicos ante la sociedad.

El Chévere y el Caballero, fue todo un suceso, y un acontecimiento, pues por vez primera Issac hará dúo con el vocalista principal de la orquesta de Adalberto: Jorge Luis Rojas, uno de los mejores cantantes cubanos de aquellos años y tal dúo en el tema homónimo quedará como muestra de hasta dónde Delgado había desarrollado sus capacidades vocales, pues soneaba al estilo de estos tiempos, demostrando que podía asumir empeños mayores. El disco había roto todas las expectativas a pesar de que los precios de los CD eran prohibitivos para el común de los cubanos, que aún vivían a golpe de casetes; poseer un lector/reproductor de CD era todo un lujo por los altos precios con que salieron al mercado cubano.

El disco era un trabajo hecho desde el corazón y así fue recibido. Pero la vida debía continuar.


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