Otra idea… (5)


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Cuando los sueños son la puerta al futuro… o dímelo Fernández

Héctor Quintero era un reconocido dramaturgo cubano que gozaba de respeto y prestigio en todas las esferas de la cultura. Había dirigido el Teatro Musical de La Habana por algo más de veinte años y a su empeño se debieron obras trascendentes; así fue desde el estreno de Contigo pan y cebolla en los años sesenta; él había convertido el tema Pedro navaja de Rubén Blades en un drama musical interesante; siguiendo la obra de este compositor e intérprete cubano/panameño, produjo una versión cubana de Maestra vida sobre el original del mismo autor; entre otras importantes obras.

Pero una vez cerrado el Teatro Musical tras la crisis de los noventa, Héctor Quintero versiona para la TV su tragicomedia El año que viene en forma de telenovela; y como él también es un hombre de música –supervisó, versionó y escribió parte de la música de las obras que dirigía en el Musical– compone el tema principal de la telenovela de marras y propone a los productores que sea Issac Delgado –a quien conoce desde su infancia por la relación profesional que le unía a su madre Lina Ramírez, primera figura de esa compañía teatral– quien lo grabe sin saber que daba pie al tercer disco de la carrera de quien ya era uno de los músicos más populares de este primer lustro de los noventa en Cuba.

La relación profesional entre Issac Delgado y ART COLOR gozaba de una solidez extraordinaria. Sus ejecutivos estaban pendientes de las necesidades de este músico que prestigiaba y de alguna manera era la primera estrella de su catálogo.

Por eso una vez que se comienza a hacer popular el tema de la telenovela, Issac regresa a los estudios y entre La Habana y Caracas dedica energías a la grabación de un disco más cercano al sonido latinoamericano; y decir latinoamericano es hablar de influencias sonoras de todo el continente, fundamentalmente del Caribe –incluso continental– y del Brasil; esta vez no hay temas de compositores de la Nueva Trova (Pablo Milanés en lo fundamental había sido su gran contribuyente) y sí apuesta por la música de otro compositor cubano: José Valladares, sobre quien cae gran parte del peso lírico del disco; combinado con obras del mismo Issac, de Giraldo Piloto y de dos Franciscos, Céspedes y Amat; y como complemento del disco hace un recorrido por importantes obras clásicas de la música cubana y caribeña al que titula Popurrí para un sonero.

Diez temas que musicalmente quedan bajo la dirección del mismo Issac y de Joaquín Betancourt, uno de los músicos más talentosos de Cuba en los últimos años; Betancourt traduce musicalmente cada idea de Issac y así queda plasmado en el fonograma; y como es un disco de Issac Delgado no puede faltar la intervención de Gonzalo Rubalcaba, quien siempre dispone de tiempo en medio de su apretada agenda de conciertos para trabajar y/o aconsejar a quien además de su amigo es uno de sus grandes admiradores.

Se puede afirmar que la discografía de Issac Delgado ha sido el vaso comunicante de Rubalcaba con Cuba, y el espacio para poder disfrutar de su apego a la música popular bailable de la que su carrera como jazzista le alejó.

El año que viene no es solamente el título de un tema y el nombre del disco; es también una declaración de principio y de fe del músico para su vida, sus compatriotas y los sueños que abraza cada ser humano. Y como se trataba de una posible esperanza para el año que vendrá, bien amerita hacer sueños y esperar que se realicen; y así ocurrió cuando ART COLOR asoció su catálogo con RMM, la casa discográfica más importante dentro de la música salsa radicada en New York y que contaba con la contribución de figuras de la talla de Celia Cruz y Cheo Feliciano; dos imprescindibles de la música latina y universal. Cuba y Puerto Rico, dos islas o las dos alas del pájaro que soñó la poeta.

Qué es RMM y qué importancia tuvo la inclusión de Issac Delgado tanto para su carrera profesional como para la música cubana de estos años en general. A estas y otras interrogantes trataremos de dar respuestas groso modo.

Ralph Mercado o Rafael Mercado o Rafy Mercado, como comúnmente le llamaban algunas personas, era un promotor de origen dominicano que alguna vez soñó con ser músico importante en el New York de los años sesenta mientras era propietario de un club llamado el Cheeta en el barrio neoyorkino del Bronx y en el que comenzaron a converger los músicos latinos afincados en esa ciudad y que en aquellos años intentaban lograr un sonido que respondiera a sus aspiraciones. En aquel lugar trabajaba de modo constante una de las charangas más importantes de esa ciudad llamada La perfecta, dirigida por el pianista Eddy Palmieri, entre otros músicos que harán historia en el futuro. Su lugar ganó reputación una vez que es cerrado el Salón Paladium, que había sido el sitio por excelencia donde tocaban las grandes orquestas de música latina en aquella ciudad, por convertirse en el refugio de los bailadores de música cubana y latina en general.

Sin embargo el gran mérito de Ralph Mercado en los años setenta, los fundacionales de la salsa, fue haber prestado su Club y coproducido el filme Nuestra cosa latina junto con Jerry Masucchi que, para ese entonces, ya había fundado el sello Fania con el flautista dominicano Johnny Pacheco que agrupaba a lo mejor del talento joven latino en aquella ciudad y que se impuso sobre sus competidores en todos los Estados Unidos y cuya orquesta respondía al nombre de Las Estrellas de Fania, y será el mito obligado de la música salsa.

Para fines de los ochenta cuando Fania perdió el monopolio discográfico de la música latina, Mercado se arriesga a entrar en el ruedo comercial con más fuerza y funda RMM combinando además del talento establecido – Celia Cruz, Tito Puente, Justo Betancourt, etc. –  nuevas voces entre las que sobresalen las de José Alberto “el Canario”, los Tito (Rojas y Nieve), así como músicos talentosos como Sergio George (quien descubre a Marc Anthony y a DLG), Isidro Infante y Ángel “Cuco” Peña.

Masucchi, por su parte, se reinventa a sí mismo y con lo que queda de Fania comienza a la caza de nuevos talentos en Cuba en los años noventa; lo que llama la atención de Mercado que junto a la agudeza comercial de Alí Ko, presidente de ART COLOR, deciden en una primera etapa asociarse en la producción del disco El año que viene y en una segunda etapa incorporar a Issac como parte del catálogo de RMM; lo que dará a la carrera de Issac una dimensión internacional nunca antes sospechada para la música popular bailable cubana de estos tiempos.

La predicción del estribillo de la canción se había cumplido: “…para el año que viene lo bueno sucede…”. El año 1995 comenzaba lanzando la carrera de Issac Delgado al universo mundial, ahora era estrella de RMM y él, sabiendo de la importancia de este paso en su carrera y en su vida, actuó en consonancia.


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