Otra vez el cuerpo


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Fotos: Cortesía del autor.

“El cuerpo es el medio por el que nos materializamos como seres sociales,

por el que producimos espacio social”.

Henri Lefebvre

 

Una exposición de fotografía colectiva De cuerpo presente, abierta el mes pasado y expuesta ahora mismo en la galería La Nave, de la Empresa de Galerías Génesis, nos conduce nuevamente a la obsesión de nuestra fotografía por el cuerpo humano. Se sabe que es una verdadera obsesión por la sistematicidad con que los artistas del lente en Cuba han trabajado y recreado la figura desnuda del cuerpo, también por su antigüedad y permanencia.

A cargo de Clarisa Crive y Miguel Ángel García, ella más experimentada como curadora, él comenzando su andadura en el difícil oficio de la curaduría, la muestra exhibe obras de seis artistas jóvenes: Lisandra López, Khadis De La Rosa, Yanahara Mauri, Alejandra González, Katiuska Saavedra y Daniela Águila, todas con obras emergentes en el panorama del arte cubano, aunque las tres primeras poseen ya una experiencia considerable en mostrar sus trabajos. Al indagar porqué todas mujeres, la respuesta curatorial fue segura: porque son las menos visibles y quizá las más tengan qué decir.

Como es sabido, el acto de retratarse o tomar otro cuerpo como modelo o referente no supone que toda imagen fotográfica tenga como fin una simple intención estética. Más bien se trata de reafirmar un axioma: el cuerpo es la metáfora del universo y el arte ha hecho de él su motivo más recurrente desde los pictogramas en las cuevas de Lascaux y Altamira. La multiplicidad de miradas sobre el cuerpo mostrado, expandido, fraccionado o cualesquiera que sean las determinaciones discursivas que se tengan sobre su imagen misma, no han hecho otra cosa, en el transcurso de la historia del arte, que mostrarnos su fuerza icónica, la pluralidad de discursos que sobre su imagen es capaz de hacer la cultura de los creadores visuales y su incontrastable fuerza expresiva.

La era digital ha anulado ese intimismo de la mirada sobre el cuerpo y la pluralidad de intenciones sobre su imagen ha degenerado, no pocas veces, en vulgarizaciones que a veces colindan con lo escatológico. Mostrar un cuerpo en una foto, se ha convertido en un acto cursi y con frecuencia banal (por no decir cercano a lo porno). A la vez, es posible que no exista una imagen más límpida y clara que un cuerpo humano desnudo. Internet puede ser lo mismo la más extraordinaria galería fotográfica jamás soñada por el hombre y por el arte, como un muestrario de lo peor en cuanto a esteticidad se refiere.

El arte del desnudo en nuestra fotografía cuenta con una tradición sólida. Desde Joaquín Blez, pasando por varios miembros del Club Fotográfico de Cuba, hasta la generación de finales de los ochenta y principios de los noventa del pasado siglo (Marta María Pérez, Abigaíl González, René Peña, Juan Carlos Alom, Eduardo Hernández Santos, entre otros), y ya integrantes de generaciones más recientes como Jorge Otero y Rodney Batista, son diversos los artistas de nuestro panorama visual que han hecho del desnudo, o mejor aún, del cuerpo, un tema de trabajo muy gratificante.

Lisandra López ha creado un universo propio con el tema del contrapunteo entre salud y enfermedad; sus dos últimas exposiciones muestran una madurez que debe situarla en no poco tiempo en lo más alto de la creación fotográfica insular. Khadis De La Rosa, graduada del ISA, ya expuso en la Fototeca de Cuba (al igual que Lisandra) y su trabajo responde a una seria argumentación teórica en la que el cuerpo es basamento de discursos muy atendibles de orden sociológico y político. Yanahara Mauri ha centrado su trabajo en una iconografía que se inscribe dentro de las teorías queer (relativas a la alteridad sexual y de género), de mucha actualidad en el mundo occidental, pero que en la Isla posee escasos cultores. Yanahara, por otra parte, integró la muestra antológica de fotografía cubana (de cincuenta artistas) que se exhibió el pasado año en el Museo Nacional de Bellas Artes y este verano en Photo España, Madrid. Las tres ya poseen un reconocimiento de la crítica especializada. Para este autor resultó un descubrimiento el trabajo de las otras artistas de la muestra, creo que están muy bien representadas por los curadores en cuanto a las imágenes fuertes que presentan y, según me informaron, es Daniela Águila la más joven de todas, graduada de la academia San Alejandro (Katiuska es graduada del ISA y Alejandra ha pasado por varios cursos formativos dentro y fuera de Cuba).

Los curadores afirman en el breve texto que aparece en las tarjetas y que fungen como catálogo que: “De cuerpo presente se mueve por este terreno de arenas movedizas y cabalga a sus anchas con seguridad y firmeza. Por momento edulcora el cuerpo para luego lacerarlo y exhibir sus imperfecciones. Este hecho no es más que la somatización de la psiquis humana”. Realmente el fraccionamiento o fragmentación de la imagen corporal es uno de los rasgos distintivos de la imagen posmoderna, y el cuerpo atormentado o lacerado cada vez cobra mayor fuerza en la iconografía actual en el arte. Sigue siendo, pues, el cuerpo, el lugar donde se manifiestan todas las escisiones en la cultura de Occidente; esta muestra es una confirmación de dicha certeza.

Podría citar ahora, me parece oportuno, a la escritora italiana Lea Vergine, quien consideraba, con razón, que la elección del cuerpo como un medio de expresión era, es, un intento por hacerle frente a algún tipo de represión, la que, con el tiempo “regresa a la superficie de la experiencia con todo el narcisismo que contiene”. Y es que el mito de Narciso regresa una y otra vez, solo que ahora entrampado en la urdimbre intelectual de una posmodernidad que ha trastocado todas las interpretaciones visuales del cuerpo. Nuestro arte no es la excepción.

Recomiendo ver esta muestra que estará hasta fines del presente mes en La Nave. Será una experiencia interesante y placentera.


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