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Oyekun Tekunda


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Era la era de los muertos. La muerte, lo más natural de la vida, azotaba hora por hora, minuto a minuto al poblado de Ilé Ifé, pero nadie lo quería creer. Olofin mandó a buscar a Orunmila para saber qué se debía hacer.

Orunmila sabía que  podría tener una existencia satisfactoria, siempre que lograse  aquilatar con acierto lo mejor para su provecho.  Sabía que tenía que  sopesar  perder lo que  podría  lograr  y el riesgo de dejar lo seguro por lo inseguro. Pero era Olofin quién lo llamaba, el creador de Ifé, el supremo arquitecto, el que es digno de ser adorado, quien conoce sentimientos y corazones, el que da recompensa, y es bondadoso. Orunmila no podía negarse y decidido partió rumbo a Ifé.

Iba él por un camino cuando de pronto se encontró con alguien que le dijo que no siguiera. Orula no le hizo caso y sopló otí (aguardiente) con ataré (polvo de ashé) hacia los cuatro vientos y continuó su camino. Cuando iba por la mitad del pueblo vino otro y le dijo que si iba para la tierra de Ifá que no lo hiciera porque le estaban preparando una trampa. Orunmila continuó su marcha ignorando lo que oía.

Después de mucho andar,  cuando ya estaba saliendo del Nilú (pueblo) surgió otro aparecido y le preguntó para dónde iba. -voy en camino a Ilé Ifé por un llamado de Olofin- respondió Orunmila.

- Le recomiendo no vaya señor, lo esperan para matarlo-dijo el extraño.

Esta vez Orula sí se dejó guiar por el consejo que le dieron y salió huyendo para el monte buscando dónde esconderse. Después de buscar un lugar seguro sin encontrarlo, optó por refugiarse en el interior de un palo hueco.

Pasó el tiempo y pasó una mujer embarazada que iba todos los días al monte en busca de leña para vender en el mercado. Viendo la mujer un iguí seco se imaginó que era más fácil de cortar y hacia él se dirigió. Justo en el momento en que dio el primer hachazo escuchó una canción, la mujer se detuvo y después de un breve silencio volvió a escuchar a alguien cantar, continuó y al segundo hachazo se repitió la misma canción.

- Ese canto y esa voz es de Orunmila- se dijo ella.

- ¿Orunmila qué hace usted aquí cuando Olofin lo está esperando?

- Aquí me estoy ocultando porque me han dicho que me quieren para matarme.

- No hay nada más imposible. La gente y Olofin están muy tristes porque usted no aparece- y diciendo esto la mujer le dio la comida que llevaba.

Ella se fue a ver al Rey a quien le informó de la situación de Orunmila.

- Si es verdad lo que me dices te daré toda la riqueza que pidas, llévate a uno de mis hombres y tráemelo enseguida- dijo Olofin.

- Agó (con permiso)- dijo la  mujer y salió en busca de Orula.

Al ver llegar a Orunmila Olofin le preguntó:

- ¿Por qué no viniste cuándo te mandé a buscar?-

- Babá, para responder su pregunta es preciso que me mande a busca al chivo a la paloma y al gallo, ellos fueron los causantes. El Aunco (chivo) me dijo que me estaban esperando para echarme a Ogún, la Eyelé (paloma) que había una trampa  y el Akukó (gallo)  me dijo que me iban a matar.

Los tres animales llegaron temblando ante Olofin.

- A partir de hoy ustedes tres por mentirosos servirán para ebó. Tú, aunco, servirás para comida de Oshún, la euré para mí y el akukó para Eleguá. Orula se quedará con la riqueza, la mujer y los criados.

Fue así como a partir de ese día los tres animales referidos se utilizan para sacrifico o alimento a los dioses.


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