Pablo Ruíz Castellanos: música y nación


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Oración Negra y poemas sinfónicos: Rumba en Rapsodia (1935), Monte Rus (1940), Río Cauto (1941), Ensoñación guajira (1945), y Sinfonía Heterodoxa (1949), El Gran changüí y Danza cubana (1950); son algunas de las obras que nos permiten identificar y recordar a Pablo Ruiz Castellanos, músico y compositor guantanamero, nacido el 29 de junio de 1902 en Monte Rus, sitio rural del actual municipio de El Salvador, en la provincia de Guantánamo.

No pocas las personalidades claves de nuestra cultura nacional describieron su forma de crear como la esencia de la cubanía. Para Harold Gramatges, importante músico, compositor maestro de generaciones y Premio Nacional de la música, Pablo Ruiz Castellanos practicó un nacionalismo a ultranza a través del poema sinfónico.

Según Alejo Carpentier, destacado novelista, autor entre otras celebridades literarias de El siglo de las Luces, la característica principal de Castellanos fue la serenidad y la honradez dignas del mayor respeto, su espíritu, a la hora de hacer la música era limpio y claro como su inspiración. Tales afirmaciones se hacen evidente dentro de la obra de este artista con la creación de El himno Libertad, realizado en 1953, por encargo de José A. Echevarría; Sinfonía a Patricio Lumumba en 1971, Sinfonía No. 3 (1971), Trova entre palmares (suite) en memoria de Sindo Garay,1972, entre otras obras que hoy nos hacen recordarlo como un referente obligado en el panorama musical cubano.

Quizás esta vocación por la composición bebe de su paso por formatos de bandas musicales, donde el conocimiento y la interpretación de instrumentos en conjunto desarrolla las habilidades y las inquietudes para explorar en la música. Desde muy joven, en 1924, ingresa en la Banda de música del Crucero Cuba, tocando trompeta y trompa, con la que realiza extensas giras por el exterior del país.

Más tarde experimenta con la Banda del Cuartel General de La Habana, y la de infantería. Estas vivencias adquiridas en las diferentes bandas, junto a la oportunidad que tuvo de descubrir y apreciar las partituras de los clásicos, le permitieron ampliar sus conocimientos musicales hasta convertirse en director de orquesta de compañías teatrales, y continua estudios de armonía y sinfonismo nacional.

Como creador, a Ruiz Castellanos, se le atribuye el hecho de aportar, desde cada una de sus partituras para orquesta sinfónica, de cámara y para la escena, un marcado interés por reflejar el espíritu nacional expresada desde la música cubana, a través de sonoridades que evocan los campos, ríos y montañas que formaron parte del entorno donde creció.

Títulos como Monte Rus, Río Cauto, Escenas campestres y Campiña, son ejemplos evidentes del empeño de este músico y compositor, autor de un catálogo de obras que incluye: Rumba en Rapsodia, Sinfonía heterodoxa cubana, El gran changüí, un Concierto para piano y orquesta donde, además del conjunto sinfónico, incluye voces; pero su mayor logro lo constituye Monte Rus.

Su labor como profesor y director de bandas es también reconocida y agradecidas por las generaciones que a la orden de la batuta del maestro y músico Pablo Ruiz Castellanos conocieron la expresión de la nacionalidad cubana desde el arte musical.


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