Pepe Menéndez: «El diseño en su sentido más amplio me apasiona mucho» / Por Susana Méndez Muñoz


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Foto: Susana Méndez Muñoz.

Si los titulares hubieran sido “José Alberto Menéndez Sigarroa: Premio Nacional de Diseño del Libro 2017”, pocos se hubieran enterado que habían reconocido tan merecidamente a Pepe Menéndez, este hombre que parece que siempre va a ser joven.

Pepe tiene una larga y bonita historia de trabajo, muy  abarcadora, en la que se suma a la labor docente que realizó en el Instituto Superior de Diseño Industrial (ISDI), un conjunto de acciones que desarrolla en aras de la recuperación, preservación y promoción de la memoria del diseño gráfico cubano.

Desde el inicio de la conversación Pepe se muestra como un apasionado del diseño, tal y como declara.

¿Cuándo decidió que sería diseñador?

Cuando estaba en doce grado supe que la carrera de Diseño Industrial abriría por primera vez en Cuba porque anteriormente se estudiaba en Alemania. En esa época me gustaba la arquitectura también pero me presenté a la  convocatoria del Instituto Superior de Diseño Industrial (ISDI), que se fundó en 1984; yo pertenezco al primer grupo de 49 estudiantes que inauguramos ese instituto. Desde el principio opté por lo que se llamaba diseño informacional, ahora es comunicación visual.

En el instante en que conoció que había recibido el Premio Nacional de Diseño del Libro, ¿a qué maestros recordó y agradeció?

Hubo un profesor que fue muy importante para mí y para toda mi generación, uno de los tres pilares con que surgió la carrera de diseño gráfico en el ISDI. Estaban, Antonio Cuan Chang, arquitecto y primer decano, y el maestro chileno Hugo Rivera, hombre culto que impartía una docencia de alto nivel. El trío lo completaba Esteban Ayala, graduado de diseño editorial en Alemania en los años 60, y que pertenecía al grupo de grandes figuras de la gráfica cubana junto a Rostgaard, Beltrán, Muñoz Bachs, Mederos, Azcuy y demás.

Ayala, que falleció en la década del 90, fue el que nos formó en una comprensión muy particular de la función del diseño editorial; nos enseñó el abc, el origen de la tipografía y el libro desde sus surgimientos. Si tuviera que destacar un nombre sería el suyo.

Yo apelo a su sinceridad en todas las preguntas pero primordialmente en esta. ¿Qué especialidad dentro del diseño gráfico prefiere?

Me apasiona el diseño de carteles porque tiene varias cosas a su favor; en Cuba es una tradición muy poderosa, llega mucho a la gente, encuentra a sus destinatarios; el libro tiene que ser buscado y comprado por estos. El  cartel además da una libertad mayor, el creador puede expresar ideas propias, dar su opinión. En el libro lo que estás haciendo es el contenedor para un texto y tienes que respetar mucho al autor y al editor. Además las colecciones tienen pautas que hay que aceptar, se trata de un lenguaje visual que ya está acotado.

Pero el cartel y las publicaciones me gustan a la par, probablemente le he dedicado más horas al diseño editorial; yo he trabajado diseñando revistas, libros de arte, catálogos, compilatorios de artistas de la vanguardia como Víctor Manuel y Amelia Peláez, y también de algunos contemporáneos como los pintores Flavio Garciandía y Roberto Fabelo o el fotógrafo José A. Figueroa y también para artistas más jóvenes he diseñado libros y catálogos.

Los libros de arte suelen tener una estructura interna que los hace más desafiantes para el diseñador. Son complejos de hacer pero divertidos. Las revistas, por su lado, tienen la continuidad en el tiempo. Llevo casi 20 años diseñando, ¡con la misma editora!, la revista teatral Conjunto de la Casa de las Américas donde, como sabes, soy director de diseño.

¿Considera que las limitaciones de la poligrafía nacional determinan que los diseños de los libros cubanos no sean más atractivos o presenten una visualidad más novedosa?

Cuando uno va a una librería en Cuba encuentra mucha «grisura», esa es la verdad; para empezar la exposición prolongada a nuestro sol intenso anula el colorido de las cubiertas y los libros necesitan ser remplazados en los estantes. Pero de todas maneras el color original ya está menguado porque el estado actual de la poligrafía en Cuba es paupérrimo, con carencias tecnológicas y de recursos muy profundas.

Esto pone a nuestros libros en desventaja con respecto a la producción de cualquier país, no en cuanto a contenido, pero no somos capaces de acompañarlos con la imagen adecuada.

El diseño lamentablemente tampoco es siempre bueno; yo creo que goza de una salud relativa. Algunas editoriales y colecciones tienen un buen nivel y eso se hace visible en los premios que anualmente otorga el Instituto Cubano del Libro, pero eso no es lo que generalmente ve el lector que se encuentra cubiertas aburridas que no lo convocan.

No es muy común encontrar un diseñador que se interese además por la  recuperación y preservación de la memoria del diseño gráfico. Me refiero a su artículo «Apuntes para una cronología del diseño gráfico en Cuba», publicado en el libro colectivo Historia del diseño gráfico en América Latina y el Caribe ¿Tiene continuidad este trabajo?

El trabajo que mencionas tiene una versión más actualizada en un libro publicado por el ISDI a principios de este año.

Me propuse registrar hechos, autores y obras que son cardinales en nuestra historia; es polémico porque menciono cosas de períodos anteriores al mío y no consigo ser todo lo preciso que quisiera. Otros podrían listar y ordenar más certeramente pero me pareció útil aportar ese ordenamiento.

En conferencias y artículos he ido comentado otros temas de mi interés, también de la gráfica actual; ya sabes que además de diseñar colecciono carteles, hago curadurías de exposiciones, organizo eventos…, en fin el diseño en su sentido más amplio es una cosa que me apasiona mucho.

¿Ahora es el momento de hablar del CACa?

Sí; el Club de Amigos del Cartel es una de esas pasiones. En diciembre del 2007 junto a Nelson Ponce, lancé la convocatoria porque pensé que si nos encontrábamos los más activos en el diseño de carteles íbamos a hacer más visible nuestra obra.

Reunimos a cerca de cuarenta personas esa primera vez: diseñadores, críticos, estudiantes, impresores y promotores, cualquiera que compartiera la pasión por el cartel; después lo hemos hecho cada año, con una posterior exposición, también anual, de nuestros carteles en el Taller de serigrafía René Portocarrero. No hemos parado de crecer desde entonces.

El CACa tiene sobre todo la virtud de haberle dado visibilidad a un hecho: una nueva generación ha tomado la batuta en la creación de carteles en Cuba, con autores que tienen una calidad sostenida en sus obras y que se saben herederos de una forma de hacer que viene de principios del siglo XX;  estamos completando casi un siglo de cartelística nacional, una obra que es, por cierto, muy respetada fuera de Cuba.   

Este no es el primer premio que recibe. ¿Usted cree en los premios?

Creo que los premios tienen la utilidad de marcar referentes, establecer jerarquías y eso es muy importante. En lo que no creo es en que se diseñe para ganar reconocimientos.

Vi que soy el número veinte en la lista de este Premio Nacional de Diseño de Libros. Todos los que me antecedieron son creadores merecedores de mi respeto; algunos son o han sido además mis colegas y amigos. Por otra parte, faltan nombres para que esa relación recoja verdaderamente lo más valioso del diseño editorial en Cuba desde la segunda mitad del siglo XX. Estoy pensando en Umberto Peña, por ejemplo, una figura cimera que, por no residir en la isla, no puede ser premiado. Acepto agradecido este premio pero me quedo con la inquietud de una injusticia así, que habrá que solucionar alguna vez.


2 comentarios

Hugo Rivera-Scott
19 de Febrero de 2018 a las 15:18

Muy merecido reconocimiento a un diseñador de su estatura demostrada desde muy temprano, quien siempre ha sido gestor de una acción mayor que la de la exclusiva acción del hacer. Saludo en el al talento, que como siempre, es producto de “ una larga paciencia”.


Grefhel Martínez
28 de Abril de 2018 a las 12:46

Merecido premio a quien es hoy uno de los mejores diseñadores de cuba. quien ha rescatado el cartel cubano y sigue siendo cultivador del arte por excelencia en cuba, gracias PEPE

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