Dio un bastonazo sobre la mesa, sin dar crédito a la magnitud del acto al que asistía. La historiadora santiaguera expuso en airado tono su inconformidad. ¿Cómo los holguineros celebrábamos el aniversario 470 de la fundación del Hato de Holguín, como si se tratara de una de las siete primeras Villas? ¿Estábamos conscientes de que festejábamos el mero hecho de marcar una propiedad circular entre árboles y matojos?
Era el 4 de abril de 2015 y, a pesar de todo, seguimos celebrando por todo lo alto de la Loma de la Cruz. La historiadora no contaba con nuestro orgullo y sentido de pertenencia. Es más, si los hechos se pudieran reescribir y hubiese existido en el siglo xvi un holguinero para hacerlo, hubiese traído de la mano a Diego Velázquez hasta aquí, entre los ríos Jigüe y Marañón, a fundar la primera villa de Cuba.
Pero la historia es como es y el holguinero, también. Por eso, seguimos celebrando cada 4 de abril el aniversario del asentamiento del Hato que en esa fecha –por tradición popular– trasladó García Holguín desde El Yayal hasta Cayo Llano, donde se encuentra actualmente el casco histórico de la Ciudad Cubana de los Parques.
Inauguración de la estarua de Calixto García
Quiso el destino o el ánimo del ya naciente sentimiento de holguineridad que, en esa misma fecha, pero de 1720, se fundara el pueblo de Holguín. Narra la historiadora Ángela Peña Obregón que «el nacimiento del pueblo ocurrió por el año 1716, cuando las familias poseedoras del hato de Holguín, los Gonzáles de Ribera, solicitaron licencia para trasladar la ermita desde el asiento de Las Guazumas. Ello fue posible gracias al vecino don Diego de Ávila y de la Torre, quien de su peculio trasladó las campanas y otros aditamentos, y construyó la iglesia».
Mas la fecha definitiva para celebrar el florecimiento del pueblo de Holguín es el 4 de abril de 1720. Un día antes se bendijo la Iglesia y, en esa misma jornada, se ofició la primera misa. La parroquia se colocó bajo la advocación de la Virgen del Rosario, por las creencias de las primeras familias y de San Isidoro, por la espiritualidad del capitán García Holguín. Ese es el aniversario que este año celebramos, los 300 del Pueblo de Holguín, que no ciudad. Eso vendría después, según revela la historiadora Peña Obregón:
«A partir de 1720 los holguineros, con el mayor interés de separarse de la Villa de Bayamo por las vejaciones que sufrían, batallaron por atraer más vecinos y trazar el poblado con las calles y plazas que dictaban las Leyes de Indias. Construyeron iglesia con mejores condiciones, lo que lograron en 1730. La iglesia fue ampliada en el año 1751, cuestión que infiero lo fue para las celebraciones relacionadas con el reconocimiento del pueblo, felizmente elevado a Ciudad de San Isidoro de Holguín, el 18 de enero de 1752.»
Eso lo lograron los holguineros por persistencia. Hasta entonces ciudades en Cuba eran Baracoa, Santiago de Cuba y La Habana. A Holguín le dieron un título más alto que el de Bayamo, la Villa Madre, pues se confió en su desarrollo económico gracias a la minería de oro. Después se descubrió que las minas no rendían lo esperado, pero nos quedamos con el Título de Ciudad y esa es otra fiesta que celebramos cada 18 de enero, en la Semana de la Cultura Holguinera.
Por tanto, los holguineros tenemos tres grandes sucesos que festejar: 4 de abril de 1545, fundación del Hato de Holguín; 4 de abril de 1720, nacimiento del pueblo de Holguín y 18 de enero de 1752, obtención del Título de Ciudad.
En este 2020 enfatizamos en el aniversario 300 del pueblo de Holguín, una fecha bien cerrada y redondita que acompaña el latir del holguinero «pura sangre», que cada día se empeña en ver su tierra más linda, culta, turística y universal. Ya la marca Holguín 300 reluce grandísima hasta en las latas de la cerveza Bucanero. Otras iniciativas surgirán cuando, en 2045, se cumplan los 500 del Hato y en 2052, los 300 de la Ciudad.
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