Que me digan feo


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Enrique Bonne

El que no conozca en Santiago de Cuba a Enrique Bonne, no es santiaguero. Uno le pregunta a cualquiera en el Parque Céspedes si lo ha visto pasar, y le podrán contestar enseguida: “¡Por ahí va, compay. Si te apuras lo encuentras en la Casa de la Trova!”

A Bonne todos le dicen “Enriquito”, como para darle cariño, y es porque ese mulato bonachón, sentimental y buena gente se ha ganado el cariño de todos. Primero, por eso: ser un buen hombre, amigo de todos; y segundo, porque con su música puso a bailar a toda una generación de cubanos. ¿Quién no recuerda el ritmo pilón? Mucho le debe Enrique Bonne a su compadre Pacho Alonso por dar a conocer sus composiciones.

Recuerda con nostalgia que un día se encontraban Pacho y él en la casa de un campesino amigo llamado José Ramón, cuando fueron invitados a tomar café. Entonces, cuando José Ramón pilaba los granos en el pilón, se producía un sonido muy peculiar, muy musical, cada vez que la mano del pilón chocaba con la madera y sonaba con mucho ritmo como si fuera un bongó o una tumbadora amenizando un guateque. Los dos, Bonne y Pacho, se miraron asombrados: “¡Compay, se puede bailar con el pilón!”

Ambos se pusieron de acuerdo y con el ritmo pilón llevaron a bailar a Cuba entera.

Corría el año 1965. El ritmo Mozambique y el pilón fueron de un impacto tremendo en Cuba y hasta en el extranjero. El éxito fue extraordinario, y así se logró detener la penetración de la música foránea.

“Junto con el Mozambique logramos hacer que nuestra juventud se detuviera y alegrara con su música. El pilón se vistió de largo y tomó por senderos de éxitos”, apuntó Pacho Alonso. El binomio Bonne-Pacho, se convirtió en una unión que mucho aportó a la cultura musical cubana.

Enrique Bonne y Omara Portuondo.El primer disco que impactó con la voz de Pacho Alonso, grabado por la RCA Víctor, contenía No quiero piedras en mi camino, de Enrique Bonne. En abril de 1961 Pacho graba su segundo disco LD, donde incluye la guaracha de Bonne Que me digan feo —también para la RCA Víctor— y la pieza del mismo género A cualquiera se le muere un tío.

Bonne expresó: “Pacho Alonso constituye, sin lugar a dudas, un valor de trascendencia en la vida artística y en el desarrollo de la cultura de nuestro país”. El poeta y periodista Félix Contreras opinó: “Pacho Alonso y Enriquito Bonne extrajeron de las entrañas del pueblo aquel ritmo y aquel puñado de guarachas, boleros, canciones y sones contagiosos que en toda Cuba pusieron a bailar ‘piloneramente’ sin miseria”.

Pero Enrique Bonne Castillo no nació en Santiago, como pudiera pensarse con sobrada lógica. Eso sí, es de San Luis —muy cerca— y se mudó para Santiago muy joven, donde comenzó a “empaparse” con la música de los tambores de la conga de Los Hoyos y el Tivolí. De esa influencia le nació, pienso yo, la idea de crear en 1962 el grupo Tambores de Oriente. Algo único, casi increíble, era ver a aquel hombre dirigiendo, como si fuera una gran orquesta sinfónica, a un conjunto de tambores donde estaban alineados en secciones las tumbadoras, congas, bocú, requintos, las campanas, los chekerés y —¡claro, no podían faltar!—, las cornetas chinas, ya que sin su música no se concibe a Santiago.

A Bonne se le reconoce, sobre todo, por sus composiciones de guarachas, pero ha compuesto hasta ahora de todos los géneros: danzones, cha cha chá, una guajira-son y dos obras para corneta china y percusión.

Volviendo al tema de las guarachas, una de estas, la titulada Se tambalea, le surgió cuando un amigo parado frente a la catedral le dijo: “oye, las torres de la catedral con el temblor de tierra de ayer se tambalearon”. Bonne pensó que eso era un buen tema para una guaracha, pero en aquellos momentos la dictadura de Batista también se estaba tambaleando. Entonces el estribillo de la guaracha era: “se tambalea, se tambalea…”, y todo el mundo tomaba el mensaje, y hasta las casas discográficas y las emisoras de radio cogían miedo al estribillo por la represión pero, no obstante, el pueblo la cantó a sabiendas de lo que contenía esa letra.

Documental dedicado a Enrique Bonne.Hace poco, el pasado día 23 de septiembre, se proyectó en la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) el documental Bonne, su legado musical, del realizador Manuel Jorge —producido por el Centro de Promoción de Documentales Octavio Cortázar, de la propia UNEAC—, que contiene testimonios de Bonne donde narra aspectos interesantes de su fecunda vida artística, y además se integran al filme las intervenciones de Rodulfo Vaillant, compositor y Presidente de la Filial de la UNEAC en Santiago, así como de sus hijos Angelito y Eduardo, sin faltar la de su compañera de toda la vida, Juana Elba.

El pasado 15 de junio Enriquito Bonne cumplió sus primeros 88 años. Fue a la Sala Villena de la UNEAC con su maleta de viaje, con ganas de regresar enseguida a su Santiago querido.

Sobre su guaracha Que me digan feo, hace años me contó cómo había surgido. Me dijo que una tarde iba por la Calle Heredia y le expresó un piropo a una linda santiaguera, y ella sonriendo pícaramente le respondió: “¡Míralo, tan feo!” Y casi enseguida Enriquito concibió una de sus guarachas, donde también le rinde homenaje a todos los feos.

 

Que me digan feo

En cuanto me vean

Si la dicha de quien no es bonito

Todos la desean.

 

 

 

FUENTES:

 

—Contreras, Félix: La música cubana, una cuestión personal. Ediciones Unión, 1999.

—De Pestre Catony, Leonardo: Homenaje a  la música popular cubana. Editorial Oriente, 1989.


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