¿Qué sabemos hoy día sobre los descendientes de indocubanos? / Por Lohania Aruca Alonso


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Acabo de recibir un pequeño folleto o Boletín Especial Cajobabo que reúne algunos trabajos presentados en el “Taller de Indigenidad en Cuba”, celebrado del 29 de noviembre al 3 de diciembre en el Museo de la Playita de Cajobabo, Guantánamo, Cuba. El portador de este valioso documento, de evidente actualidad, es Alejandro Hartmann, historiador y conservador oficial de Baracoa, mi colega y amigo por muchos años.

El Boletín es uno de los valiosos resultados del Taller. Incluye las palabras  de la Presentación realizada por el Presidente del Instituto de Historia de Cuba, MSC René González Barrios; dos ensayos históricos, firmados por relevantes investigadores del tema indigenista: “Los Indios Mambises de Yateras en las Guerras por la Independencia de Cuba” por el Historiador de Guantánamo, José Sánchez Guerra y “Conciencia e intencionalidad: La Gran Familia Indocubana de los Rojas Ramirez”, de José Barreiro y Alejandro Hartmann; “Somos indios”, fragmento del libro Panchito: Cacique de Montaña, José Barreiro, Casa de las Américas, 2016; una carta dirigida al Grupo Kaweiro por Gerardo Hernández Nordelo desde la Prisión Federal de Victorville, California, el 25 de febrero de 2014, y versos titulados “Panchito”, escritos por Nidia Pérez Matos, editora del Boletín,  y esposa de Hartmann.

En la Presentación, el prestigioso historiador González Barrios afirma el carácter “desmitificador” de los ensayos antes referidos. Tres mitos de la historiografía cubana se deshacen. El primero, “es el del exterminio total de la población aborigen de la Isla luego del proceso de conquista y colonización, y del fomento de la trata negrera y la esclavitud para el desarrollo de la economía insular” […] “Después, vendría una etapa de convivencia poco estudiada y que tendría su más relevante visibilidad con el inicio de las guerras por la Independencia; segundo, de Cuba el 10 de octubre de 1868.” (González: 2) (1)

El segundo mito que se engendró en la historiografía cubana fue el de la ferocidad de los “indios” de las montañas de Guantánamo y su fidelidad absoluta al colonialismo español (suprimida su condición de esclavos, los “pacíficos” fueron declarados “vasallos” del rey de España, al igual que los pobladores guanches de las Islas Canarias), luchando dentro de las filas de su ejército contra los insurrectos mambises. “Algunos indios pelearon con [junto a] los españoles, es cierto. También lo es, que miles de cubanos, incluidos negros, defendieron con pasión y fe, la bandera española. Son temas que requieren una profunda investigación para lograr un acercamiento más certero a la complejidad del entramado social de nuestras luchas por la forja de la nación.” (González: 2)

Esta cuestión es documentada y analizada en el ensayo de Sánchez Guerra, demostrándose la participación mambisa de descendientes de indocubanos desde la Guerra de los Diez Años, con mención de sus orígenes en diferentes comarcas orientales, hechos de guerra, personalidades y posiciones jerárquicas dentro del Ejército Libertador. Entre sus héroes se recuerda a José Pineda, “Rustán”, de quien se dice fue tan valiente como José Maceo, “alcanzó los grados de coronel del Ejército Libertador y muere en la campaña de julio de 1872” (Sánchez Guerra: 7).

Con posterioridad a la Paz del Zanjón, hay una participación sostenida de los “indios” mambises en apoyo a Antonio Maceo, así como en la Guerra Chiquita y en la del 95, a pesar de que las condiciones históricas y económicas les fueron adversas. Un ejemplo muy digno fue la fundación del “Regimiento Hatuey- Indios de Yateras”, “[…] la mayoría eran hombres pobres, una cifra de ellos indigentes, que aparecen registrados como labradores, analfabetos, que vivían de sus conucos y pequeños potreros” […] “los jefes y oficiales mambises poseían mayores extensiones de tierras, como José F. Rojas, el Cacique, el capitán Juan Crisóstomo Ramirez” […] y muchos otros. El Regimiento Hatuey “[…] fue organizado por el Brigadier dominicano Dionisio Gil.”  (Sánchez Guerra: 18)

El ensayo del Historiador de Guantánamo se completa con un Anexo “Jefes, oficiales y clases incorporados a la Guerra Necesaria [1895]. Regimiento de infantería “Hatuey”, en el cual se hace la relación detallada (Grado militar, Fecha de incorporación, Nombres y Apellidos y Padres) de veintiocho miembros: un Comandante, dos capitanes, cuatro tenientes, ocho sub tenientes, nueve sargentos y cuatro cabos. Así como del “Dinero pagado a partir de 1903 a algunos oficiales y clases por su participación en la guerra” (Sánchez Guerra: 28), datos todos de importancia fundamental para nuestra Historia militar, económica y social.

El tercer mito, acerca de la no supervivencia indocubana en la actualidad, revela tal falacia en el ensayo “Conciencia e intencionalidad…”, ya mentado con anterioridad, y producido por José Barreiro y Alejandro Hartmann, con el apoyo de las investigaciones de campo y de un documental realizado por el Grupo Kaweiro —integrado por  jóvenes profesionales de diversas especialidades, como parte del proyecto Legado indígena en el Caribe.

Barreiro y Hartmann parten del concepto teórico de la “indigenidad”; este último incluye no solamente la pertenencia a un grupo de gente (gens) o parentesco, de ancestros comunes, sino que también tiene en cuenta otros indicadores de pertenencia a un grupo para considerarlo indígena como son “la tradición de autoabastecimiento en el lugar, base de costumbres eco-sistémicas (en sí patrón o sistema de vida marcador de indigenidad)” (Barreiro y Hartmann: 33)

En este ensayo se analiza cómo históricamente, a partir del siglo XIX, “se revela una fuerte motivación por la supuesta extinción a causa del mestizaje con la intención de despojar a la gente india de sus tierras. Un ejemplo importante de este proceso tiene lugar el 26 de enero de 1846, cuando, a medio siglo de su propia desaparición, la Audiencia de Puerto Príncipe (Camagüey) declaró la disolución de la jurisdicción del pueblo de indios de San Luis de los Caneyes o El Caney [al norte de Santiago de Cuba].

En su determinación expresa: “…la Real Audiencia de distrito [Puerto Príncipe] en acto solemne ha declarado extinguida la raza india…[en consecuencia de] mezcla de razas.” En consecuencia, “…fue destituido de su estatus de gente originaria y de su derecho a ser propietarios de las tierras concedidas en común como pueblo indio natural de Cuba.” Tuvieron que dislocarse hacia otras tierras y municipalidades, casi siempre,  lugares inaccesibles de las tierras orientales.

Esta relocalización forzosa y forzada, se interpreta como “el lógico origen de la extensa y gran familia que se auto-reconoce en los apellidos entrelazados de Rojas y Ramirez” (Barreiro y Hartmann: 33) Justamente, esta es la gran familia investigada y de la que se ocupa el ensayo. Los representantes de las distintas ramas de dicha familia, en la actualidad, provenientes de distintos lugares de las montañas orientales, formaron parte esencial de los asistentes y participantes en el Taller de Playita de Cajobabo. Los asentamientos localizados en el estudio de las familias Rojas Ramirez, o viceversa, abarcan numerosos lugares en las provincias de Guantánamo, Santiago de Cuba, Granma, Holguín, Las Tunas y Camagüey.

Una última parte del ensayo se refiere al lugar donde reside Panchito (Panchito Ramirez) actual jefe o, cacique, de familia Ramirez Rojas y viceversa: La Ranchería, Manuel Tames, Guantánamo.

Antes de concluir esta reseña, deseo mencionar el acompañamiento que en el Taller ofrecieron algunas organizaciones e invitados especiales, y citar sus percepciones de lo ocurrido. Jaime Gómez Triana, representante de la Casa de las Américas y Director del Programa de Estudios sobre Culturas Originarias, opina que el evento fue el más importante de los resultados obtenidos del trabajo de investigación organizado y desarrollado por Barreiro y Hartmann, y que el mismo ofrece nuevos puntos de partida para el tercer Coloquio de Estudios sobre Culturas Originarias de las Américas que se convocará, posiblemente, en febrero de 2018 en la citada institución cultural. Este tendrá como eje temático principal las lenguas indígenas y sus legados.

Entre las participantes extranjeras asistieron miembros de tribus indígenas de Canadá; por la parte de los Lil´wat (de las montañas de Vancouver), nos informamos del parecer de Lorna Williams y Georgina Nelson, muy interesadas en el encuentro efectuado en Cajobabo. Ellas tampoco conocían de la existencia de descendientes de indocubanos en nuestro país, y del intenso trabajo de rescate histórico y cultural reemprendido en el presente siglo.

(Durante el siglo XX, no se puede olvidar la labor intensa, en parte inédita, de arqueólogos y antropólogos cubanos como Antonio Núñez Jiménez y Manuel Rivero de la Calle; del lingüista Sergio Valdés Bernal, e historiadoras como Hortensia Pichardo, María Nelsa Trincado y Olga Portuondo, por citar unos pocos, y de estadounidenses bien publicitados como Mark Harrington y Reginald Gates. Todos ellos mencionados en la Bibliografía del ensayo de Barreiro y Hartmann).

Sobre este interesante tema, en pleno desarrollo, que atañe a los descendientes de los primeros pobladores de Cuba, de lengua aruaca, y constituyen nuestra raíz cultural más antigua y autóctona, volveremos nuevamente para comentarles acerca de los acuerdos del VII Simposio Emilio Roig de Leuchsenring, organizado por la Unión de Historiadores de La Habana, el 23 y 24 de noviembre de 2017.

 

 

NOTA:

(1) Todas las citas se refieren al Boletín Especial Cajobabo.

Las palabras destacadas en el  texto se deben a la autora de este artículo. LAA


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