Recordando a Eduardo Sánchez de Fuentes


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Una vasta obra, en la que abundan géneros disímiles, dejó para la posteridad el compositor y escritor cubano Eduardo Sánchez de Fuentes. En una familia de intelectuales nació este creador el 3 de abril de 1874, en la misma ciudad donde cerró sus ojos para siempre.

Inició su aprendizaje musical a los 12 años en el Conservatorio del pedagogo y pianista holandés Hubert de Blanck y fue, posteriormente, discípulo de los maestros Carlos Anckermann e Ignacio Cervantes. La habanera , su primera pieza de trascendencia internacional, la hizo con apenas 18 años de edad.

Eduardo Sánchez de Fuentes compuso zarzuelas (Por citarse en el corral o Los líos de Perdiduela, Entre primos o Cuartel General y La dulce caña);  operetas (El caballero de plata y Después de un beso) y óperas (Yunurí, El naúfrago y Kabelia).
Sobresalen en su obra las canciones Corazón, Tus plácidos encantos, Presentimiento y Vivir sin tus caricias; las habaneras Mírame así, Cuba, y sus leader Yo sé de un beso, La volanta y Rosalinda.

Este artista cubano se graduó en 1894 de Licenciatura en Leyes y fundó en la capital la Academia Nacional de Artes y Letras, en 1910, de la que llegó a ser presidente en el período 1930-1942. Vale mencionar entre sus piezas para orquesta y coro el oratorio Navidad, con libreto de Néstor de la Torre, dado a conocer en el patio del colegio La Salle (ubicado en El Vedado, el 29 de diciembre de 1924). Sánchez de Fuentes hizo la revista musical Cubita bella, dedicada a la compañía de la vedette mexicana Lupe Rivas Cacho.

Autor de varios libros sobre la historia de la música folclórica cubana fue crítico del periódico El Mundo, y de la Revista Pro Arte Musical. También colaboró con publicaciones como El Fígaro, El País, Diario de la Marina, Boletín del Archivo Nacional y Anales de la Academia Nacional de Artes y Letras. Murió en La Habana el 7 de septiembre, de 1944.


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