Renée Méndez Capote: una cubanita escritora y sufragista


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«Yo nací inmediatamente antes que la República.
Yo en noviembre de 1901 y ella en mayo de 1902,
pero desde el nacimiento nos diferenciarnos:
ella nació enmendada y yo nací decidida a no dejarme enmendar».

 Así comienza Una cubanita que nació con el siglo, (1969) de Renée Méndez Capote y Chaple (12 de noviembre de 1901-14 de mayo de 1989), y desde ese primer párrafo ya sabemos cómo pensaba la escritora acerca de la República, concepto que desarrolla a través de este texto considerado como un clásico dentro de la literatura testimonial cubana.

Leer a Renée Méndez Capote es un disfrute mayor y esto es inapelable; la nostalgia alegre y precisa con que esta mujer narró sus memorias e interpretaciones de su pasado cubano logra que uno perciba, hipérbole aparte, hasta los olores de lo que describe: «Ese olor del recuerdo, más poderoso aún que el del sentido», como dice ella misma.

Ciertamente los colores, sonidos y formas componen en su obra una realidad de la Cuba de principios del siglo XX y de su primera mitad que nos hace viajar en el tiempo y caminar por trozos de historia muy cubanos.

Gran poder de observación, sensibilidad, ternura, talento, extraordinario sentido del humor, chispa cubana, agudeza en las interpretaciones, precisión fotográfica en las descripciones, todo esto y más se hallan en las páginas una sostenida capacidad de asombro, com ola d los niños, por eso sus narraciones llenas conquistan desde la primera página, sobre todo a niños y adolescentes, pero no solo a ellos.

Los que agradecen acercarse a la historia de Cuba, desde la ficción o el testimonio, tienen en los textos de Méndez Capote una oportunidad muy efectiva.

Fue ensayista, traductora, y escribió literatura infantil, cuentos, ensayos y textos autobiográficos. Desarrolló una amplia labor periodística en publicaciones como Diario de la Marina, La Gaceta de Cuba, Revolución y Cultura, Unión y Juventud Rebelde, además de las revistas Bohemia, Social y Mujeres y el semanario Pionero.

En muchas ocasiones firmó su s trabajos con los seudónimos Io-san, Berenguela y Suzanne.

«Nací grande y gorda, alegre, sana, rebelde y vigorosa», dice la escritora al referirse a su nacimiento; muchas de estas características las mantuvo en vida, sobre todo lo de alegre, rebelde y vigorosa; quizás estas cualidades hicieron que más allá de dedicarse a la literatura, esta mujer también se sumara a la lucha de otras sufragistas y activista feministas.

Junto a Berta Arocena de Martínez Márquez, fue una de las fundadoras del Lyceum el primero de diciembre de 1928, una  importante organización feminista caracterizada por sus intereses intelectuales y culturales, a la vez que abogó por el voto femenino, se transformó en una institución lobista en el parlamento de Cuba y organizó diversos eventos feministas en la isla.

Entre sus volúmenes de ensayos se destacan Oratoria cubana (1926), Lento desarrollo de la Cuba colonial (1978), y entre las biografías Domingo Méndez Capote. El hombre civil del 95 (1957), Ché: comandante del alba (1977) y El niño que sentía crecer la hierba (1981).

Entre sus relatos, son muy célebres Apuntes (1927), Relatos heroicos (1965), Dos niños en la Cuba colonial (cuento, 1966), De la maravillosa historia de nuestra tierra (1967), Episodios de la epopeya (1968), Hace muchos años una joven viajera (1983) y A Varadero en carreta (1984).

Por todo esto se debe celebrar el nacimiento de esta cubana amante de su patria que trasmitió su amor y compromiso con ella desde las páginas de sus libros, en los que volcó sus recuerdos, sus sueños y sus certezas para disfrute de varias generaciones que aprendieron con ella de la manera más hermosa un poco más de la historia de Cuba.     


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