El cubano ha sido caracterizado a nivel internacional por ser un gran amante de la música y un buen bailador. Tenemos incluso grandes representantes en ese ámbito que han elevado el nombre de la isla a lo más alto del podio y quedan como referente cultural.
La historia de la música popular cubana es muy rica tanto en compositores, como en bailadores. ¿Por qué crees que no regresa ese bailador en la actualidad? El coreógrafo y director artístico Roclan González en entrevista para el Periódico Cubarte responde:
Es muy difícil superar una época donde tantos compositores se volcaron hacia los bailadores; aunque considero que una convocatoria haga que los creadores observen más al bailador.
Antes los arreglistas miraban al bailador y este les provocaba a los músicos las nuevas canciones y ritmos. Los carnavales fueron muy importantes; pues los músicos veían el peso del baile y buscaban nuevos ritmos a partir de la célula madre del son.
Los bailadores y la improvisación del danzón obligaron a estirar las piezas musicales y surge el chachachá. Pienso que la semilla está: la de Pello el Afrokán, de Juan Formell que miraban hacia el bailador. ¡Hay que mover esa semilla!
Con las redes sociales el bailador es más unipersonal. El afro house, el hip hop, el swing dance hace que la persona diga: ¡Mira lo que puedo hacer! ¡Mejor que tú! Así funciona en esos bailes.
En las décadas del 50, 60, 70 y 80 los bailes eran un poco más para divertirse en equipo. Pareciera que Juan Formell nació con esa inspiración de moderador; también lo tenía aprendido y renovó porque estaba interesado en el bailador. Soy un fiel admirador del maestro y su orquesta; en nuestro repertorio hay coreografías de su música, hasta una canción hemos compuesto a Los Van Van como homenaje.
¿Cómo logras transformar lo tradicional en contemporáneo?
Realmente tuve dos grandes maestros: Cristy Domínguez a quien no puedo olvidar, y el maestro Tomás Morales. Ellos me sembraron esa semilla de mirar hacia nuestras raíces, aunque siempre vine con ideas creativas de tratar de contemporanizar las cosas. También el vivir en un solar, me ayudó mucho a amar los tambores. No tengo santo hecho, pero amo a los santeros, su historia, sus patakines. Pienso que un poco de ese amor me sembraron esos maestros junto con la vida en el propio solar y sus ruedas de casino inmensas en las aceras donde yo nací.
La escuela me educó, Cristy me enseñó el camino y Tomás Morales me enseñó cómo hacer grandes espectáculos. A partir de ahí, quise ser un buen coreógrafo, un buen director artístico y para eso tengo que unirme a la cultura de nuestro país; pero desde lo que nosotros somos, desde lo popular. Somos un país lleno de mezcla y muchas ganas de ser.
Hay que estar atento a nuestra cultura desde lo que somos. Tú puedes ser lo más contemporáneo posible, porque es imposible no ir con los tiempos, pero sin olvidarnos de nuestra riqueza cultural; y no lo digo como parte del discurso sino es una verdad tangible que viene desde el chachachá, el mambo y la rumba.
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