La Ruta especial José Martí en el camino de los libertadores, efectuada en el Museo de la Ciudad, antiguo Palacio de los Capitanes Generales, se dedicó al aniversario 120 del inicio de la Guerra Necesaria (1895-1898), última etapa por la liberación del colonialismo español liderada por el Apóstol y el Partido Revolucionario Cubano.

El público pudo apreciar siete gigantografías que reúnen evidencias históricas relacionadas con ese hecho y pertenencias del Maestro. 

Ramón Guerra, especialista del Museo Casa Natal de José Martí, se refirió inicialmente a cómo esta edificación se salvó gracias a la insistencia de la generación de emigrados de Tampa y Cayo Hueso.

En las pancartas se muestran la llave del colegio Santa María, en Caracas, donde Martí trabajó; una réplica de la tribuna del Liceo Artístico y Literario de Guanabacoa, desde la cual él pronunció su primer discurso público en Cuba; objetos de su oficina en New York; el sombrero que le obsequiaron en su último cumpleaños en Estados Unidos; sus espuelas y la escarapela que perteneció a Carlos Manuel de Céspedes, Padre de la Patria.

Posteriormente, la conducción de la ruta, que incluyó el servicio de interpretación para las personas sordas, fue asumida por Michael González, especialista del Museo de la Ciudad, quien explicó que la función de este inmueble es contar la historia de la ciudad y la nación.

González encabezó un recorrido por las salas Cuba heroica y de las Banderas, situadas en la primera planta del edificio. Cuba heroica exhibe machetes; juegos de revólveres y fusiles; dos cañones de la guerra de 1895 traídos a Cuba en expediciones de Estados Unidos, así como una colección de cuadros que fueron pintados por Federico Martínez Matos, a petición del Ayuntamiento de La Habana. Los óleos reflejan rostros de próceres participantes en las guerras de 1868 y 1895.

En tanto, la sala de las Banderas reúne estandartes que ondearon en las guerras libertadoras de 1868 y 1895. De manera particular, atrajo la atención de los participantes el rifle expuesto en esa área, que usara el mayor general Antonio Maceo durante su estancia en Costa Rica y obsequiado por él como regalo de despedida a su amigo, el sueco Ake Sjogren, antes de regresar a Cuba para incorporarse a la guerra necesaria. El fusil Winchester, modelo 1873, de repetición, fue donado recientemente al Museo de la Ciudad.