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Sentir el abrazo de una Artista


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Ay, amor…!

Sin ti no entiendo el despertar

Ay, amor…!

Sin ti mi cama es ancha

Ay, amor…!

Que me desvela la verdad

Entre tú y yo la soledad

Y un manojillo de escarcha….

Probablemente, estos versos clasifiquen entre los de mayor lirismo de aquellos en que se le ha cantado al dolor que encierra el desamor. Cuando disfrutamos a Joan Manuel Serrat en la canción el Romance del Curro El Palmo, es tal el dramatismo alcanzado por el popular músico catalán, que nos hace compartir toda la tristeza en torno a la trágica historia de un hombre muy pequeño, menospreciado por una hermosa mujer, pero a la vez este es capaz de crecerse hasta insospechadas alturas de la emotividad, confines expresivos a los que solo se puede llegar por la autenticidad de los sentimientos.

Sin embargo, en la noche del pasado domingo 30 de agosto, tuvimos una inesperada experiencia al comprobar que dicha pieza puede decirnos aun mucho más todavía.

Escuchar este clásico en una desbordada sala del capitalino teatro Mella, lugar donde nos hicimos cómplices del silencio de esa multitud absolutamente conmovida por el rango de una soberbia versión, resultó impactante. Escuchar a Ivette Cepeda en el modo que ha asumido esta composición de Serrat, resume el clímax de todo un complejo concepto de interpretación que desarrollara durante dos horas de espectáculo sin que en ningún momento decayera el nivel de interés por nuestra parte.

Quizás, la potencia de su prodigiosa voz represente el punto de partida para comprender como Ivette, logra apropiarse de nuestras emociones, pero obviamente, el dominio de la proyección profesional de una artista, implica la obligada imbricación entre variables diversas a tenerse en cuenta. La Cepeda es de las figuras del panorama de la canción cubana contemporánea que antes de apropiarse de la obra del otro, observa, analiza, degusta en el sentido preciso y exacto de la palabra, la naturaleza de una pieza desde su misma génesis, la formula preferida por los que saben como hacer definitivamente suyo, cualquier número musical. Es entonces, cuando el torrente de melodías cantadas, aparece coloreado por una sensibilidad profunda, imprescindible para contribuir a la revelación de todo lo bello que se puede encontrar en versiones bien hechas. De las decenas de canciones seleccionadas de entre su amplio repertorio, no hubo una sola que pudiera llegar a considerarse como relleno en el mencionado concierto.

Todas son tratadas con el mismo amor, puesto que todas merecen el mismo respeto. Es que personalidades como Ivette Cepeda enaltecen la vocación de ser intérprete al revalorizar el prestigio de una profesión sumamente riesgosa al invadir un territorio ajeno. Cuando una mujer de la sencillez y humildad de Ivette Cepeda se para en medio del escenario para abordar obras de Raúl Torres o de Tony Ávila y hasta de Silvio Rodríguez y de Pablo Milanés, como que somos convocados a olvidar circunstancialmente quienes son los progenitores de estos temas debido a una inusual elevación de la entrega, la apropiada para convencernos que, efectivamente  también son canciones suyas. A la vez, el fenómeno artístico Ivette Cepeda, es proyectado con una absoluta coherencia donde nada escapa de esta voluntad, por insignificante que pudiera parecer. En tal sentido, Ivette no solo hizo gala de su capacidad de escoger acertadamente las canciones apropiadas para el concierto, sino que además recorrió una sorprendente diversidad de géneros y en todos dejó claro que los dominaba a la perfección. Lo mismo desde un son, el bolero y una canción de la trova que hasta el guaguancó y una conga… en cada una de estas piezas, deja satisfecho por semejante interpretación, hasta al critico más exigente.

En nuestro universo de la música popular, hay quienes no dejan de mirarse constantemente en el espejo de las frivolidades para intentar creerse que la temporalidad de sus éxitos, podría ser más duradera. En el caso de Ivette Cepeda, nos ha demostrado que cuando se es genuino, no valen espejos de ningún tipo. No necesita de ellos. En esa noche, realmente mágica, sentimos el abrazo de una Artista.


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