"Si de algo serví antes de ahora, ya no me acuerdo: lo que quiero es servir más"


si-de-algo-servi-antes-de-ahora-ya-no-me-acuerdo-lo-que-quiero-es-servir-mas

Es preciso esclarecer el misterio que nos acompaña en esta hora de creación que vivimos, o como nos decía un portador auténtico de la mística martiana: Armando Hart, en este momento de filosofía. Y hablamos de la mística martiana que provoca ir en busca de actos nacientes, fundadores, llenos de espiritualidad; de lo que significó para una generación como la del centenario encontrar en Martí, aquello que Cintio Vitier llamó, en una exquisita interpretación de “Secularidad de José Martí, de nuestro Lezama Lima; la máxima impulsión histórica. Un Martí encarnado cuando llegó la hora justa y fue la fuerza que movió las almas de la Revolución. Es entonces una motivación constante apropiarnos de Martí, hurgar en sus esencias, descubrir o intentar hacerlo, el misterio que nos sigue acompañando.

Muchos son los que han entendido, desde su condición humana, este destello de amor; muchos son los que se han elevado sobre lo común de la naturaleza humana y han elegido el camino del Maestro: el de la utilidad de la virtud, el de su suerte echada con los pobres de la tierra, el de su preferencia por el arroyo de la sierra más que por el mar. Y es esa elección desafiante en tiempos de crisis humanística la que tiene extraordinario valor; la que salva, redime, nos cubre cual velo protector ante la desesperanza y el egoísmo. Creo que ahí está también el misterio que cabalga junto a nosotros y nos ayuda a vencer, nos llena de luz en medio de la oscura realidad, nos hace vibrar de emociones que quizás no podamos describir, pero sabemos que existen, son una especie de enlaces imaginarios y perpetuos que van tejiendo el alma de la patria.

Y una vez elegido el camino, el de la utilidad de la martianidad, se crea un compromiso con la obra humana que nos ha antecedido y es preciso salvar por el bien de todos. Hay que salvar nuestra cultura, como esencia primera, legado de Fidel que debemos defender con la fuerza de la verdad y las ideas; haciendo de lo hermoso lo cotidiano, cultivando la idea del bien que según el propio Fidel, era en sí mismo José Martí. Donde no esté la cultura, aprendimos de Hart, está el camino a la barbarie, y nos enseñó el Apóstol que: “…la madre del decoro, la savia de la libertad, el mantenimiento de la República y el remedio de sus vicios, es sobre todo lo demás, la propagación de la cultura: hombres haga quien quiera hacer pueblos”. He ahí la obra, reconocida en este acto solemne, de verdaderos martianos cuyas vidas han estado al servicio de la cultura, de la espiritualidad de los cubanos, de la salvaguarda de lo esencial.

Lo mismo desde lo más profundo de la investigación martiana, en esa búsqueda persistente de los detalles necesarios para una mejor comprensión de la vida, la obra y el pensamiento de Martí, basta leer los aportes de Sarracino y Marlene; hasta la más noble y hermosa misión de promoverlo, divulgarlo con pasión, respeto y altura ética; como estos queridos maestros de generaciones cuya labor de formación de patriotas no cesa un segundo; quién no ha vibrado de emoción con la grandeza del creador del Bosque Martiano del Ariguanabo, nuestro Felo querido, con el quehacer incansable de un hombre entero como Preval, con una maestra eterna martiana como Sara; ellos son también los pinos nuevos de hoy pues no importa la edad biológica que tienen, forman parte de una generación consciente políticamente de su papel en los tiempos que corren.

Y no es posible dejar de mencionar, en este breve agradecimiento, la labor incondicional de tres mujeres que han sido fieles seguidoras de Martí, que han demostrado cuánto bien se puede hacer a la patria desde la institución cultural que lideran: Maricela, Mercedes y Teófila, en ellas va el reconocimiento sincero a cada martiano que, como nos pidió Fidel, siembra ideas y conciencia. El contexto histórico en que nos encontramos demanda que las instituciones culturales, cada vez con mayor intencionalidad, propaguen la cultura que necesariamente nos mantenga a salvo, muestra de ello lo ha sido y es el museo Casa Natal de José Martí.

Me atrevo a decir que todos recibimos con gratitud, modestia y respeto esta distinción, pero ¿qué significa para un martiano un reconocimiento como este, cuando estamos próximos a conmemorar 150 años del inicio de la Revolución Cubana? La respuesta ha de darse en medio de un insostenible orden mundial, bajo los efectos terribles del capitalismo devorador de hombres, que promueve la insensibilidad, el egoísmo y lo más denigrante que ojos humanos hayan visto; y al mismo tiempo asistiendo a un momento trascendental para Cuba, de transformación revolucionaria, de genuina participación popular, de fortaleza ideológica. Este reconocimiento genera un compromiso mayor con la misión social, política y cultural que asumimos, refuerza el empeño ético de vencer la colonización cultural capitalista y nos da más bríos para construir una sociedad socialista cada vez más justa.

Y volviendo al significado de la distinción creo que la mejor respuesta nos la dio el Apóstol en carta a Joaquín Macal, ministro de Relaciones Exteriores de Guatemala en 1877, a propósito de la petición que este le hiciera de emitir sus criterios sobre el nuevo código civil guatemalteco, previo elogio a las virtudes de José Martí. Y con parte de su misiva al ministro Macal, reitero el agradecimiento en nombre de los distinguidos: “La vida debe ser diaria, movible, útil; y el primer deber de un hombre de estos días, es ser un hombre de su tiempo (…) Si de algo serví antes de ahora, ya no me acuerdo: lo que quiero es servir más. Mi oficio, cariñoso amigo mío, es cantar todo lo bello, encender el entusiasmo por todo lo noble, admirar y hacer admirar todo lo grande”.

Muchas gracias.

Yusuam Palacios Ortega.


0 comentarios

Deje un comentario



v5.1 ©2019
Desarrollado por Cubarte