Al margen de sus conocimientos sobre la trova y la música tradicional, Lino Betancourt Molina tenía elementos en su figura, que lo caracterizaban: espejuelos grandes y el sombrero alicorto o una gorrita al estilo Laserie. Y consciente de esos detalles, Lino los recreaba de una manera singular pues casi siempre a las dedicatorias de sus libros él agregaba una caricatura de su propia persona, muestra del humor más exquisito.

Ayer, el nieto, Fabián Betancourt, invitado especial al primer Festival de la Trova Pepe Sánchez sin la presencia de Lino, donó al Museo de la Música Pablo Hernández Balaguer, en Santiago de Cuba, el sombrero de su abuelo y un cuadro hecho por un amigo con la técnica de plumillas y que engrosaba la colección del periodista, locutor, investigador fallecido en La Habana hace solo semanas.

El trovador Eduardo Sosa, presidente del Festival, y Yoleixis González Guzmán, directora del “Pablo Hernández Balaguer”, agradecieron el gesto de Fabián, quien custodia el archivo y la papelería del abuelo, y le entregaron presentes y el documento que certifica el aporte a la institución.

“Esta es la primera donación pero no será la única, y este es el mejor lugar para resguardarlas, en una ciudad que él amó tanto”,  dijo Fabián.

El fotógrafo Pepe Cárdenas intervino para presentar su audiovisual Lino entre nosotros, que preparó con grabaciones de una conferencia con temática trovadoresca ofrecida por Betancourt Molina en Sancti Spíritus.

Como parte del espacio Del Canto y el Tiempo, coordinado por Yasmani Castro, el especialista Juan Carlos Berbes describió a los presentes la Sala de la Trova en el Museo, donde será exhibido el sombrero de Lino, junto a otros exponentes de figuras icónicas del género que atesora el recinto.

La donación, las palabras del bolerista Yoel Leyva, y las canciones del dúo femenino Voces del Caney, cerraron el programa en el “Pablo Hernández Balaguer”.