Sondear el paisaje, la historia y la verdad, desde los bunkers de Alejandro Campins


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Fotos: Cortesía de la autora.

“Los seres humanos le tenemos siempre mucho miedo al cambio. Ya sea a nivel personal, a nivel familiar; de hogar, de país, de nuestras ideas, de nuestros conceptos. Siempre tenemos miedo a esos cambios y constantemente nos tratamos de proteger física y mentalmente contra ellos.

A ese cambio es a lo que yo le llamo la muerte. No la veo como algo fatal, como un final; sino como un cambio de etapa. Y para mí esa es la verdad: el cambio constante”.

En tales términos y con su hablar pausado, Alejandro Campins (Manzanillo, 1981) explicó al Periódico Cubarte el título de la exposición que mantiene abierta al público en el Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam, hasta inicios de enero próximo: Miedo a la muerte es miedo a la verdad.

En esta, su primera exposición personal en la prestigiosa institución capitalina, de la cual ha sido también curador, el artista nos trae dieciocho pinturas y una veintena de fotografías, por lo que esta exhibición se inscribe dentro de la decimotercera edición de Noviembre Fotográfico, evento auspiciado por la Fototeca de Cuba, con el fin de incentivar y promocionar esa expresión de la visualidad.

Las obras pertenecen en su totalidad a la serie Letargo, que Campins comenzó a trabajar a finales de 2015, cuando decidió realizar un viaje de investigación acerca de los bunkers que se construyeron en distintas partes del mundo durante la II Guerra Mundial y la Guerra Fría, visitando los que se encuentran abandonados en la actualidad.

Tales edificaciones defensivas, levantadas para protegerse ante un ataque o como límites de un territorio, constituyen en este caso un pretexto para discursar acerca de la muerte y de la verdad; impactado el autor además por la fuerza que emana de esas construcciones insertadas en el paisaje, uno de los temas que él trabaja de forma reiterada vinculándolo con la naturaleza, generalmente a partir del empleo de grandes formatos, en la presente ocasión con el empleo del óleo sobre tela o madera.

“Me gustan porque son sitios que cargan con mucha historia, mucha emoción. Emocionalmente son lugares muy fuertes y me gusta la idea de cómo se mezcla la arquitectura con la naturaleza”, expresó el artista, para quien sus paisajes son una especie de crónicas de los viajes que tanto le satisface hacer.

“La naturaleza es un lugar donde se manifiesta todo esto que yo digo del cambio, la permanencia. La idea del espacio me interesa mucho. Es también un lugar que siempre nos está contando historias, ya sea el paisaje intervenido por el hombre o no”, añadió.

Las fotografías, en tanto, son el registro en blanco y negro de sus visitas a estas edificaciones; algunas valiosas en sí mismas por su cuidada factura en técnica analógica.

Luego de no mostrar su obra en La Habana desde la pasada Bienal, este artista ha participado también este año en las exposiciones colectivas Positivo con Positivo, inaugurada en Galería Servando, en mayo pasado; y Pintar a contratiempo, abierta al público en el Centro Hispanoamericano de Cultura hasta el próximo día 16.

Graduado del Instituto Superior de Arte, Alejandro Campins es considerado una de las más interesantes jóvenes figuras del arte cubano contemporáneo.


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