Trinidad despide a un hijo: adiós al historiador de la tercera villa cubana Dr.C Manuel Lagunilla Martínez


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Este 23 de abril recibimos la triste noticia del fallecimiento del Dr.C  Manuel Lagunilla Martínez, hijo ilustre de la ciudad de Trinidad e historiador de esa villa patrimonial del centro de la isla, declarada por la UNESCO Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Tras varios días ingresado en el Hospital General Provincial Camilo Cienfuegos, de la ciudad de Sancti Spíritus, Lagunilla   falleció a los 82 años de edad, debido a complicaciones derivadas de la Covid-19.
Historiador de la Ciudad de Trinidad desde hacia más de diez años, tenía un cariño singular por su terruño, en especial por destacar los aportes de los trinitarios a la cultura e independencia nacional.
Abogado de profesión y amante de la historia por pura pasión, Lagunilla ejerció la abogacía y se nutrió de las experiencias de importantes académicos y historiadores para ejercer  la docencia de la historia en su natal terruño trinitario. Quienes le conocieron  dan fe de la pasión de él por la preservación de la historia y el resguardo de los valores históricos, sociales y culturales de esa tercera Villa cubana que lo vio nacer y a la amó y defendió hasta sus últimos días. 
Cuentan quienes lo conocieron, que su casa en la céntrica calle Meceo de la añeja urbe, era  un espacio de encuentro con el pasado. Entre libros, objetos decorativos y anécdotas de acontecimientos relevantes de la región, el visitante quedaba deleitado ante la capacidad y el gran conocimiento de un hombre que a través de sus relatos acercaba a estudiosos y amantes de la historia a momentos cruciales o acontecimientos de la villa trinitaria. 
Solía verle  en su despacho, rodeado de libros  revistas y documentos, viejos y valiosos reconocimientos que atestiguan su grandeza, entrega y compromiso con la historiografía cubana. No dudaba en recibir a quienes a él se acercaban en su despacho o el las calles,  en búsqueda de algún dato, conocer sobre algún suceso o simplemente conversar. Ese encuentro con las personas constituía para él una forma de redescubrir su ciudad, las formas y modos de las personas que la  habitan. Y de esos diálogos se nutría también para contar a través de la literatura que fue otra de sus pasiones, y ello se evidencia en la vasta obra literaria que dejó, donde sobresalen  investigaciones, cuentos, novelas y testimonios, entre estas ‘Steecher 9 mm. ¿Culpables o Inocentes?’ y ‘Trinidad de Cuba: tradiciones, mitos y leyendas’.
El historiador de la tercera Villa cubana laboró en el rescate histórico de la memoria inmaterial de la localidad a través de la tertulia Los Amigos de Manolo, de la emisión radial Puertas a mi Ciudad y otros programas televisivos.
Para su ciudad natal tenía el calificativo especial de la “Esmeralda de Cuba”, y a ella dedicó gran parte de su vida. 
Trinidad llora la pérdida de uno de sus hijos ilustres, se conmueve ante la partida de un hombre que bien conoció su geografía, que desandó sus empedradas calles, respiró el aire con olor a salitre y la arcilla de los tejados de una villa que se resiste a los años.


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