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Un abstracto cubano en la Ramistrasse


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Fotos tomadas del sitio www.artemorfosis.com

En el número 31 de la Ramistrasse, calle situada en el corazón de la ciudad suiza de Zurich, los aficionados a las artes plásticas tienen la posibilidad de apreciar cómo una de las corrientes estéticas puestas en boga por las primeras vanguardias del siglo pasado, vigente en la actualidad, tiene en Cuba manifestaciones originales, que demuestran la capacidad de los creadores de la Isla para proyectarse a escala universal con un muy definido sentido de la identidad.

La galería Artemorfosis, especializada en la promoción de las artes visuales cubanas, acaba de inaugurar una exposición del pintor Gilberto Frómeta (La Habana, 1946) titulada Luz tropical, en la que se muestra cómo este creador se apropia y desarrolla el abstraccionismo.

Los cuadros que llevó Frómeta a Suiza, pintados casi todos en fechas recientes, plantean desa­fíos visuales que en buena medida tienen que ver con las inquietudes de los informalistas pero que a la vez  rebasan dichos planteos.

Si para aquellos la densidad material que se opo­nía a los dictados geométricos era esencial, Fró­meta dinamita los límites entre las texturas características de esa tendencia y la libertad espacial que preconiza en el tratamiento de las superficies.

Cada cuadro suyo exhibe un balance compositivo racionalmente concebido, pero al mismo tiempo es posible acceder a los estallidos emocionales de un artista que comparte su intensidad poética con el espectador.

Los jirones de la realidad descompuestos en Lluvia, pieza del 2005, se han ido concentrando en pasajes donde el uso de determinado color define la tesitura lírica de la obra (Verdes esporas de la vida, del 2010 y Grito en amarillo, del 2011) o en especulaciones policromáticas que revelan cambiantes estados de ánimo (Eternidad, del 2010).

No caben dudas acerca de la potencialidad de la luz como reflejo de la condición insular del artista y a su vez instrumento codificador de una voluntad comunicativa. El arte de Frómeta no es una cifra hermética sino una invitación a sensibilidades abiertas. Quizá en ello influya uno de los oficios que alternó con la pintura: el diseño gráfico. Tiene razón el crítico Rafael Acosta de Arriba, en sus palabras al catálogo cuando advierte en las obras presentadas en Suiza una especie de recuperación de la geometría, no para definir el estilo, sino como soporte de las imágenes y elemento central en las composiciones. Esto se hace mu­cho más nítido en las obras de más reciente factura, como Relación tardía, del 2014, e Intimidad, del 2015.

La presencia de Frómeta en Zurich puede servir de plataforma de lanzamiento para el interés de espectadores, expertos y coleccionistas europeos en torno al abstraccionismo cubano, una zona de la creación que vale la pena recolocar más allá de nuestras fronteras.


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