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Un coloquio celebró la vida de Julio García Espinosa


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Coloquio homenaje dedicado a Julio García Espinosa.

Un coloquio homenaje dedicado a Julio García Espinosa y que celebró, no su memoria, si no su fructífera vida,  tuvo lugar en la Casa del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, en el contexto del evento fílmico que se está celebrando en La Habana.


Iván Giroud, presidente del Festival, agradeció la presencia de muchas personalidades de la cultura, no solo a aquellas que formaron parte del panel organizado como tributo, sino a las que asistieron para patentizar su respeto y admiración por el desparecido cineasta.




Giroud anunció que todas las intervenciones serían grabadas con vistas a la edición de un libro por parte de la propia Casa del Festival que será presentado el próximo año, el día 5 de julio, cumpleaños de Julio García Espinosa.


El escritor Reynaldo González fue el moderador en esta ocasión y expresó a modo de introducción “hoy estamos recordando a un hombre que quisimos todos, que quisimos mucho y que cuando trabajamos con él nos sentimos personas y eso era muy importante en aquella época”.


Destacó además su preocupación por todos los aspectos de la cultura cubana” sabía que tan importante era una guaracha que una sinfonía; que tan importante era una ópera como una rumba de cajón en un solar”.


El escritor Víctor Fowler inició las intervenciones evocando momentos en los cuales intercambió con García Espinosa y aseguró que fue” la representación extraordinaria del intelectual que transita desde un estrato profundamente popular hasta convertirse en un revolucionario del arte, de la vida y en la vida”.




“Hay para mí muchos Julios: el artista, el jefe, el amigo y lo recuerdo con muchísimo cariño y considero que la única manera de llenar la ausencia de alguien así es hacer la mayor cantidad de cultura posible e intentar transformar la vida como él lo hizo”.


El crítico Juan Antonio García Borrrero consideró que Julio fue uno de los grandes pensadores adelantados  acerca de la relación entre la tecnología y la cultura audiovisual y se refirió a su teoría del cine imperfecto; “fue coherente hasta el último momento de su vida (…) fue alguien que estaba “solo” y que podía en ocasiones no ser entendido”.


Compartió además que el realizador le enseñó “que la soledad  intelectual solo es llevadera si encontramos la complicidad de otra persona que nos permita pensar en el mundo no como algo hecho sino como un camino del cual siempre seremos parte mientras estemos vivos”, en exacta referencia a Lola Calviño, su esposa, presente en el acto.


Le siguió en el uso de la palabra el inglés Michael Chanan, estudioso del cine cubano y sus complejidades, desde hace mucho tiempo; “tengo muchas memorias de Julio y la mayoría muy divertidas; él me enseñó a entender la Revolución cubana, sobre todo a la revolución cultural y gracias a su trabajos me di cuenta de que se podía combinar la vanguardia política con la vanguardia estética”.


Seguidamente resaltó  la condición de visionario de Julio basándose en los planteamientos que le hiciera en una entrevista a inicios de los 80 sobre el Nuevo Cine Latinoamericano, acerca de la necesidad de parar de alguna manera el despilfarro de las sociedades  capitalistas, lo cual planteó, a la luz de la crisis económica mundial actual y de la conciencia ecológica resulta sorprendente pues en aquella época pocos pensaban en esas problemáticas.


Por último declaró que haber revisado con Julio la producción cinematográfica cubana para discernir qué filmes eran ejemplos de cine imperfecto y cuáles no, fue lo que le permitió escribir su libro The Cuban Image publicado en 1984.


El realizador Manolito Herrera por su parte comentó que se encuentra realizando un documental largo sobre Julio García Espinosa, Retrato de un artista siempre adolescente, lo cual lo ha llevado a profundizar en la investigación de aspectos del pensamiento de éste, de los cuales conversaron en su momento pero que hoy redescubre en su trascendencia “y uno se encuentra a un cineasta y teórico de condiciones excepcionales”.


Subrayó seguidamente que la unidad de la obra del homenajeado está en su voluntad de experimentar constantemente; “hace el mismo experimento en todas sus películas pero de manera diferente  y en todas está el mismo espíritu de subvertir las estructuras, de lograr que el cine llegue al espectador de manera que le de la posibilidad de estar pensando constantemente”.


Explicó además sus afinidades y sus diferencias con Julio, estas últimas basadas esencialmente en la manera en que ambos abordaban el distanciamiento en el cine: Julio a la manera de Bertolt Brecht y  él a la manera de Konstantin Stanislavski, por lo cual tuvieron algunas discusiones, pero, dijo, “con Julio nunca la sangre llegaba al río, pues en el momento más duro  afloraba un chiste o una frase irónica, no irrespetuosa”.


Para finalizar enfatizó en el carácter lúdico que García Espinosa le imprimió a la vida y agradeció a Lola Calviño, su amor y su dedicación, “que le permitió vivir más allá de lo que sus fuerzas le permitían”.


Las profesoras Ana López y Cristina Venegas, estudiosas del cine cubano, muy emocionadas, trasladaron al público asistente anécdotas que conservan del director de  Reina y Rey, así como la admiración que sienten por este intelectual que abarcó tantas facetas artísticas y teóricas.


La doctora Graziella Pogolotti consideró que sesiones como la que estaban desarrollando son indispensables no solo desde el punto de vista emocional, “sino para un proceso de recuperación, rescate, redimensionamiento y recolocación de Julio en el presente y en el futuro”.


Sobre su trayectoria aseguró que en la misma estaban íntimamente relacionados creación, pensamiento, vida y acción personal; en cuanto a los elementos de continuidad de su pensamiento apuntó su visión de la cultura, integradora y participativa, y su capacidad para entender y dar en cada momento las batallas que correspondían siempre con un propósito emancipador.


“Julio entendió muy bien qué significaba el desarrollo de los medios, de qué manera había que aprovecharlos, pero también los peligros que entrañaban en términos de manipulación; entendió muy bien qué había detrás del espectáculo como fenómeno cultural, pero también como elemento manipulador de las personas y de los valores, en una etapa en la que el mundo se estaba dirigiendo hacia “la fama y los aplausos”, afirmó la destacada intelectual cubana.


Opinó asimismo que el cine y la creación deben ser también una aventura del conocimiento. “Por eso creo que ahora mismo para el diseño de nuestro pensamiento y de nuestra política Julio es más necesario que nunca, por eso tiene que ser releído desde ahora dejando sobre todo la semilla creadora para el presente  y el futuro”.


Roberto Fernández Retamar leyó  y comentó algunos fragmentos del prólogo que hiciera a solicitud de Julio para su libro de ensayos Una imagen recorre el mundo; en un momento de esta intervención aseguró:


“García Espinosa no propone un haz de verdades olímpicamente descerrajadas sobre el lector si no un  haz de sugerencias, de hipótesis, de incitaciones; no nos exige malhumorado que pensemos lo mismo que él, nos invita estimulante a que pensemos con él, a que discutamos con él. Sus criterios son firmes pero no están osificados, se parecen más a la carne de un ser vivo que a la piedra de una estatua”.


Seguidamente dijo que los recuerdos más intensos que conservaba de su cálida compañía lo llevan al año 1970, cuando con otros compañeros visitaron Viet Nam para preparar una película contra la guerra de agresión que padecía ese país en aquellos momentos. “Allí aprendí a admirar su capacidad de trabajo, su sentido cordial de la organización, su don para mantener a media docena de gentes oyendo caer bombas apiñados en vehículos y cuartos con un excelente espíritu y una laboriosa camaradería”.


Durante esta estancia en Viet Nam, Retamar escribió el poemario Cuaderno paralelo, del cual forma parte JGE, dedicado a García Espinosa, al cual dio lectura el poeta como colofón a su intervención.


Posteriormente Humberto García Espinosa, hermano de Julio, leyó una emotiva semblanza familiar en la que agradece el papel que jugó éste como hermano mayor y la significación que en la educación de sus tres  hermanos tuvo su personalidad.


Ariel García, hijo de Julio García Espinosa agradeció las palabras de todos los oradores hacia su padre y quiso evocar tres de los que en su opinión fueron valores esenciales que le trasmitiera; su amor por la música, su sentido del  humor y la voluntad “de luchar por sus ideales contra cualquier oposición o barrera, sin descansar”.


Igualmente reconoció el amor de Lola Calviño por su padre y el cuidado que le prodigó hasta el último día de su vida.



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