El pasado 5 de agosto culminó en la Sala Tito Junco del Centro Cultural “Bertolt Brecht” la obra Richard III, de William Shakespeare, por la compañía de teatro Aire Frío.

Jazz Martínez-Gamboa a cargo de la dirección y puesta en escena, junto a un elenco de féminas, recreó la célebre obra dándole un toque contemporáneo, con la inserción de elementos de la actualidad en la escenografía y la actuación, logrando así la mezcla de dos épocas sin perder la trama de la historia.

“Había un grupo de mujeres con talento muy deseosas de hacer teatro. Traté de hacer La Gaviota, pero vi que faltaban actores masculinos y los pocos que había en La Habana estaban complicados.”

“Pensé en Shakespeare, jugando con el período isabelino donde solamente los hombres podían hacer teatro; en las primeras Romeo y Julieta y Macbeth los personajes femeninos fueron interpretados por varones, y decidí jugar con eso y hacer una obra con todo el elenco de mujeres”, refirió Martínez-Gamboa.

“Traerla al 2018 significa que ha sobrevivido a más de 400 años y a la gente le sigue gustando. Se vieron trajes de los años 40 de la centuria anterior y, de pronto, una discoteca con música actual o un carro de juguete moderno.”

“Para mí lo que habla el drama histórico pertenece a todos los tiempos, que es la ambición desmedida por el poder y a qué lugar tan oscuro y desolado te puede llevar”, añadió.

Shakespeare dibuja en su obra un típico antihéroe, un aristócrata deforme, sanguinario y despiadado. La reina consideraba a Richard III enemigo ancestral de su familia, pero el tiempo ha sacado a luz algunos de sus aspectos positivos.

A él se debió un sistema de justicia gratuita para los pobres, junto con el procedimiento de libertad bajo fianza para los acusados de delitos comunes. Liberalizó también la venta de libros y estableció el inglés como idioma oficial de los tribunales, en vez del francés que había primado en Inglaterra los 400 años antes.

Sin embargo, Jazz Martínez-Gamboa de Aire Frío logra en su versión darle un poco de humanidad a Richard III, con el cual el público en algunas ocasiones simpatiza y en otras lo odia, dejando atrás el arquetipo de malvado.

“Tratamos de hacer algo un poco naturalista, las personas piensan que hacer Shakespeare es hacerlo de una manera anticuada y, no lo descarto, pero puede también ser de una forma más naturalista y relacionada con las emociones de los actores”, acotó.