Una vez más se reafirma el valor eterno de la Protesta de Baraguá


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La defensa intransigente de la independencia total y la soberanía de Cuba,  frente a quienes intentan arrebatarle al pueblo cubano lo que constituye su legado histórico, ideológico y ético más valioso, recibido de los mambises de los siglos XIX y XX, se renueva en las voces de las jóvenes generaciones que protestan contra los disturbios ocurridos el 11 y 12 de julio, organizados y efectuados, en su mayor parte, por delincuentes instigados y pagados desde el exterior por agentes de la contrarrevolución.  

Hay quienes argumentan cansancio, agotamiento moral, desánimo a causa de los largos años de lucha y resistencia para mantener viva a la Revolución Cubana, sobreponiendo los peligros, las carencias, los errores y las dificultades de toda índole,  las cuales enfrenta el proyecto radical de Cuba socialista.  Si no se continúa adelante en el empeño político de salvaguardar la independencia, la soberanía, la dignidad nacional y el derecho a optar por la vía de desarrollo socialista ¿qué nos resta por hacer?

¿Rendirnos y entregar el país a los poderosos enemigos del norte? ¿Unirnos a los Estados Unidos de América y liquidar la nación, la nacionalidad, la cultura, amén de traicionar de tal forma al pueblo cubano? ¿Existe alguna otra alternativa descubierta y no comunicada aún, por parte de los que padecen de agotamiento moral? ¿Cuál es esa solución maravillosa que nos llevará al paraíso terrenal yanqui, que nos evitará los esfuerzos y padecimientos del parto de un país próspero y feliz “con todos y para el bien de todos”, y, al mismo tiempo, ganar los aplausos y alabanzas del gobierno imperialista estadounidense?

Sonrío con total incredulidad cuando leo el párrafo que he escrito anteriormente, lleno de interrogantes difíciles o imposibles de responder con seriedad y tino.   Tan difícil como unir el aceite y el vinagre, resultaría tener un país independiente y soberano, próspero y feliz, con el beneplácito del imperio americano.  La experiencia histórica de la República de Cuba, fundada y reconocida internacionalmente en 1902,  mediando para ello la Enmienda Platt (1901-1934), el símbolo más humillante de la política intervencionista del gigante norteño, es suficientemente amarga para dar crédito a una segunda vuelta de dependencia nacional.  

Por si fuera poco, ahí tenemos otras experiencias fallidas, las relaciones estadounidenses con las repúblicas latinoamericanas. Hasta hoy, unas sometidas, otras en constante pugna y oposición,  más o menos violenta, para obtener el debido respeto y la paridad que merecen con el gobierno de Washington.  Más que ignorar la historia de los gobiernos americanos y sus intromisiones con los países de América Latina y el Caribe, los profetas cubanos de la violencia, el terror y la traición a su pueblo, hincan rodilla en tierra y suplican para que les sean abiertas las puertas del Paraíso yanqui, sin estar invitados aún al banquete de la opulencia,  y reciben el desprecio hacia su “raza” y cultura.  Callan y sueñan, al menos, con recoger las migajas del banquete.

Nosotros, los cubanos y cubanas que nos enorgullecemos de pertenecer a un país pequeño, pero verdaderamente libre y democrático, hemos optado por seguir otros ejemplos y enseñanzas.  Para nosotros, la vida modesta, sencilla, digna, llena de las inquietudes, esfuerzos y pequeños éxitos por llevar adelante una obra verdaderamente creadora, grande, exigente, con cambios necesarios y riesgos constantes, es lo esencial. Somos naturalmente inconformes, por el propio amor que sentimos por la obra, y el futuro que avizoramos.

Hemos aprendido de ejemplos inolvidables, entre ellos el realizado por el Mayor general Antonio Maceo y Grajales, quien  dotó  a la ideología mambisa, independentista, revolucionaria, de un gesto lleno de dignidad y honor combativo en la Protesta de Baraguá,  frente a la representación de la España colonialista. El recordado historiador cubano Jorge Ibarra Cuesta, realizó el siguiente análisis en torno a ese hecho glorioso:

La actitud asumida por Maceo estaba avalada por una posición de principio. La posibilidad de una derrota militar inminente era mil veces menos peligrosa que matar las esperanzas del pueblo cubano en una conciliación claudicante. Por eso la oposición radical al Zanjón dejaba encendida la llama de la rebeldía, que no podría ser sofocada ni por los rejuegos de Martínez Campos, ni por la política conciliadora de los autonomistas.  Diecisiete años más tarde, desde el sitial histórico de Baraguá, la Invasión de Gómez y Maceo propagaría la inextinguible llama de la Protesta a todo lo largo y ancho de la isla. (Jorge Ibarra, Ideología Mambisa, Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1972, pp. 160-161)

La Protesta tuvo lugar en plena manigua, en 1878, poco después de firmado el Pacto del Zanjón por una parte del Ejército Libertador, que de esa forma puso fin a su agotamiento material y moral con una rendición deshonrosa –así la calificó Maceo-,  ante el mando militar español,  encabezado por el general Arsenio Martìnez Campos, “…sin que el honor de nuestras armas, los intereses de todos, la sangre derramada que debió fertilizar una idea, y por fin nuestra tradición gloriosa de 10 años, fuesen suficientes a contrarrestar algunos intereses particulares y con la venalidad de otros.”  (Ibarra: 161, Carta de Maceo a Vicente García, 5.5.1878).

Maceo, acompañado de su Estado Mayor,  rechazó firmemente el Pacto; solamente aceptó una corta tregua antes de reiniciar las hostilidades. A pesar de ello, no pudo sostener por mucho tiempo el estado de beligerancia debido a la falta de recursos.  Entonces tuvo que salir de Cuba a buscar el apoyo que necesitaba.  

Sin embargo, salvó para siempre la honra de los combatientes cubanos; la mayoría de ellos nunca renunciaron a la lucha por la independencia, y prosiguieron con perseverancia sus intentos al siguiente año, en la Guerra Chiquita (1879-1880). Fracasada esta última, se organizaron de distintos modos,  dentro y fuera de Cuba, hasta lograr, en 1895, reanudar la guerra necesaria predicada por José Martí Pérez.


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