El 13 de octubre, se conmemora el Día del Trabajador Azucarero. En esa fecha, pero del año 1960, se promulgaron la Ley 890 y la Ley 891. Mediante ellas, se nacionalizaron los bancos nacionales y extranjeros y 362 grandes empresas. Entre estas últimas, 105 centrales azucareros. Su aplicación puso fin al dominio de los Estados Unidos sobre el renglón más importante de la economía cubana y comenzaba a cumplirse el sueño de justicia social de Jesús Menéndez para los trabajadores del sector, quienes habían desarrollado numerosas y decisivas luchas en defensa de sus derechos a lo largo de la República burguesa. Muchas de ellas en abierto desafío a los propietarios norteños. Hasta el Senado y la Cámara de Estados Unidos llegó el líder obrero azucarero en 1948, para reclamar el respeto a los derechos de sus trabajadores y a la economía de un país, sometida a los vaivenes del mercado norteño.

La Central de Trabajadores de Cuba y el Sindicato Nacional de Trabajadores Azucareros coincidieron en declarar, el 13 de octubre, Día del Trabajador Azucarero. Ocasión en la cual cada año se entregan las diversas condecoraciones y distinciones que otorga dicho sindicato, entre ellas, la Jesús Suárez Gayol, y desde el pasado año, la de 50 Años como Trabajador de la Industria Azucarera.

El Museo de los Trabajadores Cubanos, Palacio de los Torcedores, abrió sus puertas para recibir y homenajear, con una hermosa actividad cultural, al grupo de cincuentenarios azucareros, vanguardias nacionales, Héroes del Trabajo de la República de Cuba y merecedores de otras distinciones del sector, que se encuentran en La Habana para recibir el homenaje de la CTC y sus sindicatos.

Dichos trabajadores fueron recibidos por un coro de niños de la Escuela Primaria Mario Muñoz, de Centro Habana, tras lo cual fue inaugurada la exposición fotográfica: Fidel y los trabajadores azucareros, conformada por donaciones del periódico Trabajadores, el Instituto de Historia de Cuba, el Archivo Histórico del Consejo de Estado y la ANAP, expresión de la vinculación de Fidel con los trabajadores azucareros y con su asidua labor personal en las zafras y otras actividades relacionadas con ella.

Como es conocido, la industria azucarera ha estado desde siempre muy vinculada a la cultura cubana, encontrando reflejo en canciones, poemas y obras teatrales. Para homenajear a los azucareros, se presentó el Grupo de Teatro Buscón, fundado por el recientemente fallecido José Antonio Rodríguez, Premio Nacional de Teatro, con la obra Arcoíris para el nuevo día, inspirado en textos de varios importantes poetas e intelectuales cubanos y que fuera estrenada con motivo del 130 aniversario de la Abolición de la Esclavitud. La pieza, muy aplaudida por los asistentes, hace un vibrante recorrido por la vida que fuera de los esclavos cubanos, la discriminación que sufrieron sus descendientes, su refugio en las religiones africanas y la vuelta a su dignidad tras el triunfo de la Revolución; gracias a la calidad de los textos y a la excelencia en la actuación del grupo, es un vigoroso reclamo al fin de la discriminación racial y social en el mundo.

El auditorio también rindió homenaje al gran Joseíto Fernández, trovador centrohabanero, autor de la mundialmente conocida Guantanamera, al cumplirse precisamente este 11 de octubre, el 37 aniversario de su fallecimiento.

Un momento trascendente lo fue también la presentación, por su autor, Miguel Lima Valdés, machetero e ingeniero maestro de azúcar de Ciego de Ávila, del texto titulado: Historia de la producción y la cultura del azúcar en Ciego de Ávila, de reciente publicación, que será presentado hoy día 13 en esa provincia, texto que constituye un indiscutible aporte al estudio del devenir de dicha industria, apenas abordada en la historiografía nacional.

Esos héroes anónimos del trabajo en nuestra industria agradecieron felices la actuación impecable del grupo Buscón, el coro de los niños, el cariño con el cual fueron recibidos por trabajadores y pobladores de Cayo Hueso, cada vez más vinculados a las acciones de la CTC en su centro cultural, que lo es también comunitario.

Al propio tiempo, los asistentes, conmovidos, pudimos conocer personalmente al primer Héroe del Trabajo de la República de Cuba, el machetero millonario Reynaldo Castro, quien nacido en Calimete, Matanzas, en 1941, cuando triunfa la Revolución era un adolescente que, desde los 6 años de edad, cortaba caña como medio de subsistencia familiar. En esta ocasión, al ver una fotografía de la exposición donde estaba Fidel en una combinada, tuvimos la oportunidad de escucharle comentar, con humildad y satisfacción personal sublimes: “Esa fue la primera combinada que llegó a Cuba, me la entregaron en un acto al cual asistió Fidel, quien de inmediato me pidió las llaves y salió manejándola”.

De estos héroes del trabajo numeroso y cotidiano, de su fidelidad majestuosa a los más altos valores del ser humano, se nutre el alma de la patria cubana.