Vanidades/Vanités: pretextos fotográficos para cantar a la vida


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Vanidades/Vanités: pretextos fotográficos para cantar a la vida

La fotografía es, antes que nada, una manera de mirar.

No es la mirada misma.

Susan Sontag

De similar manera, ante las fotografías de Franck Delorieux en la exposición Vanidades/Vanités, expuestas en la Galería de la Alianza Francesa en el Palacio de Prado hasta finales de agosto, la gran pensadora norteamericana sostendría que la condición moderna de mirar es ver en-fragmentos. Se tiene la impresión de que la realidad es en esencia ilimitada y el conocimiento no tiene fin. De ello se infiere que todos los límites, todas las ideas unificadoras han de ser engañosas, exageradas; en el mejor de los casos provisionales; casi siempre, y a la larga, falsas. Pero, cuando las prisas del vivir nos recuerdan cuán importante es emprender transacciones generosas con la Naturaleza a favor de ganar tiempo y negociar la perdurabilidad nuestra como especie en la tierra, pretender desentrañar el misterio de las espléndidas imágenes del artista Franck Delorieux en esta muestra fotográfica, nos sumergiría en el placer de un enigma de muchos agujeros. Quizás como los fragmentos que insinúa Sontag, el mirar la realidad a la luz de determinadas premisas unificadoras tiene la ventaja innegable de dar contorno y forma a nuestras vivencias (escarmientos, deseos, experiencias, desafíos. Aquí, en la veintena de fotografías curadas por Marc Sagaert para la exposición, el tradicional concepto de “vanitas”, como género artístico que pondera la vacuidad de la vida y la relevancia de la muerte y su ser fin de mundanos placeres, también estalla en fragmentos. Ella, la muerte, se nos revela solo como aquello que está al otro lado del camino; mientras la vida que tan veloz transcurre en nuestro aquí y ahora aun sin darnos cuenta de su suceder, coloca el binomio vida/muerte en dimensión extraña, tan simbólica y alegórica, como trivial y atrevida.

Nos diría su curador, el también escritor, traductor y director de la Alianza Francesa en Cuba que, el socorrido cráneo, la habitual flor deslucida, el reloj de arena, la vela consumida, la fruta desgastada, son símbolos de la naturaleza efímera de la vida que Delorieux resemantiza, recoloca y redibuja para nuestro presente, a modo de muerta natura en jugada perfecta que desafía a la muerte y, también (por qué no) a la vida.

Con esta exposición, vuelve la Galería del Palacio de Prado, sede de salones de clases para la enseñanza de la lengua francesa, a conectar la amplia red de espacios destinados a exhibir buen arte entre las barriadas de Centro Habana y la Habana Vieja. De la calle Galiano a los centros culturales y casas museos del amplio complejo de instituciones del centro histórico habanero, pasando por las instalaciones del Museo Nacional de Bellas Artes, varias son las muestras donde la fotografía se parece a la vida de quienes en ella admiramos a la ciudad, a la vida y a sus gentes.

Quizás, en ese mismo orden y distante de demonios, miedos y furias, de vestigios religiosos o rituales, estas Vanidades/Vanités se antojan como breves estaciones pausadas sobre el ancho muro blanco del Palacio que ahora apaciblemente acoge a la muestra. Quizás aquí, como en aquellas “Miradas a La Habana” que Delorieux nos propusiera en marzo de 2022 en visión muy particular de la urbe, hoy nos re-invita a participar junto a él en esa aventura de sentir que es el dueto vida/muerte, sutil pretexto de la riqueza que entrañan sus fotografías. Ellas, diversas y enigmáticas, iguales y distintas, tradicionales y extrañas, añaden significaciones no menos misteriosas y cotidianas. Ellas, las imágenes de Franck Delorieux, son un guiño de ojo a la Historia, quizás porque saben cómo contarla desde la seriedad que teje y desteje su permanente juego a través del detalle. Ellas, las imágenes en su contenido, color, textura, enfoque y desenfoque son, al fin y al cabo, reinvención celebrante de la vida. Pues, como bien certificara Sontag, la fotografía registra lo aparente, el detalle, el cambio; siendo un fragmento: un vislumbre. Y aquí, tras el ingenio del fotógrafo, vemos cómo acopiar reflejos, fragmentos, destellos. Entonces, como en el suceder cotidiano, más allá de lo pautado, más allá del encuadre y la lente, no habrá fotografía definitiva para cantar a la vida.

 


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