Vistazo al ayer de una ciudad cumpleañera: Desventuras de una habanera que engañaba al prójimo


vistazo-al-ayer-de-una-ciudad-cumpleanera-desventuras-de-una-habanera-que-enganaba-al-projimo

Transcurre la segunda mitad de los años 1700 y los buenos vecinos de San Cristóbal de La Habana están, literalmente, ahogándose.

 La ciudad se sofoca tras el cinturón de murallas en forma de elipse, que le roban el frescor de las brisas marinas. A no dudar, algo hay que hacer para que no se asfixie La Habana, Llave del Nuevo Mundo, Antemural de Indias, Margarita de los Mares.

Entonces, allá por 1772, el gobernador Marqués de la Torre tiene el buen tino de construir el llamado Paseo Extramuros.

Y, al pasar de los años, allí, en el que hoy llamamos Paseo del Prado, en su intersección con una calle de mitología marina, iban a transcurrir las tribulaciones de una coqueta habanera que quiso engañar al prójimo.

UNA ESQUINA CALIENTE

Tal como lo decíamos: en la segunda mitad de los 1700 el Marqués de la Torre —de lo mejorcito que mandó España a gobernar en Cuba—  tomó una sabia decisión: construir el Paseo de Extramuros, donde los habaneros asfixiados podrían respirar el aire que faltaba en su amurallada ciudad. Los sucesores van introduciendo mejoras en aquella vía, aunque Tacón le sitúa una tétrica cárcel en su inicio.

El Prado también se llamaría Paseo de Isabel II, monarca de tan ingrata y repulsiva recordación como su padre y su abuelo. Por entonces nadie se imaginaba que una de las intersecciones, la que se forma con la calle Neptuno, iba a adquirir resonancia mundial. Era la esquina que iban a llamar La Antesala del Pecado.

NACE EL CHACHACHÁ

A finales de los años 1940, transitaba por Prado y Neptuno cierta pizpireta jovencita que era una provocación para cualquier sujeto masculino en ejercicio de su varonía. 

Ah, pero todo en la vida se sabe… y sus admiradores se enteraron de que las redondeces de la chica eran puro relleno utilizado por quien comenzaron a llamar La Engañadora. El asunto iba a contar con el testimonio musical del maestro Enrique Jorrín (1926-87), con lo cual, según dice la mayoría de los especialistas, nacería el primer chachachá.

En la Antesala del Pecado, en Prado y Neptuno, cerca de la non sancta barriada de Colón —zona de lupanares— surgió el ritmo que bailarían desde chinos hasta esquimales.

Aunque fuera solo por eso, valió la pena que el Marqués de la Torre decidiese construir el llamado Paseo del Prado.


0 comentarios

Deje un comentario



v5.1 ©2019
Desarrollado por Cubarte