Yoel González Rodríguez: músico, poeta y … coreógrafo


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Yoel González Rodríguez: músico, poeta y … coreógrafo

Yoel González es simplemente un artista. Un creador joven con particulares inquietudes coreográficas.

Su formación académica está avalada por estudios en la Escuela Vocacional de Arte guantanamera Regino E. Boti entre el 2000 y el 2003; en la José María Heredia de Santiago de Cuba desde este último año hasta el 2006, y a partir del 2007, durante un lustro, en la compañía Danza Libre, donde dio sus primeros pasos bajo la tutela de uno de los más reconocidos maestros de danza en Guantánamo, Alfredo Velázquez Carcassés.

A partir de 2012, comienza a bregar en los ámbitos dancísticos con su proyecto independiente, que decidió nombrar Médula.

Con solo 26 años, ya cuenta con un promedio de 60 composiciones coreográficas y ha trabajado y tenido contacto profesional con “la meca” de la danza contemporánea actual de Cuba.

¿De dónde viene la inclinación de Yoel por la danza? O sea, ¿cuando te diste cuenta que querías dedicarte a este arte?

Ya cuando estaba cursando el nivel medio, porque todo el tiempo anterior lo mío era la música.

¿Estabas en la Escuela de Arte en la especialidad de Danza, pero con intenciones de estudiar música?

Sí, es que yo no tenía ninguna fe o esperanza de ser bailarín durante el nivel elemental. Las notas no me alcanzaban para llegar al pase de nivel. Pero ya en la recta final, mi maestro Alfredo me preparó, y en seis meses solamente subí las notas; pude ir al pase de nivel y aprobar. Después de eso, me fui a estudiar el nivel medio a Santiago de Cuba. Y fue ahí entonces, cuando ya estaba casi finalizando, que empiezo a darme cuenta que tenía dotes para crear.­ Empecé a montar obras y a inclinarme más hacia el mundo de la creación coreográfica. Ya en ese entonces empecé incluso a montar obras para el Teatro Heredia.

Al entrar a Danza Libre monté una obra que se llamó Detrás de mí, pero que no tuvo una buena acogida por la dirección de la compañía. No obstante, esto me dio paso para montar la segunda, y así fui creciendo como coreógrafo hasta que hice una buena obra.

¿Qué le agradeces a Danza Libre?

Todo. El hecho de que hoy yo me exija una buena coreografía viene desde Danza Libre. Allí, antes de mostrar algún trabajo al público, pasaba por un filtro, el de Alfredo, y luego por un consejo de expertos. Cada paso en el proceso de creación era analizado, el tema, los títulos…todo. El ejemplo más fehaciente es Retrato de un Bolero, obra cuyo resultado final se lo debo en buena medida a la exigencia de Alfredo y Danza Libre. Lo que aprendí en esa compañía es el fundamento de lo que soy hoy como artista

Te despides de Danza Libre porque querías seguir tu propio camino…

Sentí la necesidad de explorar nuevos horizontes. Luego de 5 años en Danza libre necesitaba cambiar, moverme… Llegó el momento en que mis obras no le interesaban  a la compañía, incluso teniendo buenos resultados en festivales y concursos. Es que a mí me gustan las obras danzarias con texto hablado, pero no eran del interés del grupo. Entonces se fueron sumando todas las diferencias que teníamos en la visión de la danza, y me fueron empujando a tomar la decisión de emprender mi proyecto individual.

Temas obligados de tus creaciones son la violencia y la mujer. ¿Por qué?

Te aseguro que lo de la violencia no es por mi experiencia familiar. Es más bien por la experiencia social, por lo fuerte de las imágenes que uno ve día a día en la calle, en cualquier esquina; por las historias que escuchamos por ahí. Esas imágenes no se me borran fácilmente, y las empleo como leitmotiv para mis obras. Hablo de la mujer en casi todas. Es que las féminas tienen una delicadeza combinada con una fuerza diferente, sobre todo como madres, dándole continuidad a la vida. Desde mi perspectiva, la mujer como figura en escena, comunica de una mejor forma lo que yo quiero decir.

Siempre te gusta romper los cánones, lo ya establecido

Me gusta cambiar de forma, ese es el estilo que defiendo, que se fundamenta en manipulación de cuerpos, en experimentación. Rompo casi siempre en el tiempo, agrego dificultad a los trabajos… lo que una vez hice y pasó a ser sencillo, la próxima vez trato de complicarlo. Es cuestión de trazarme nuevas metas y probar mis cualidades y posibilidades constantemente. Lo sencillo no me satisface. Trato los cuerpos como arcilla que se puede moldear para lograr el resultado que me complazca.

¿Quiénes son tus referentes en la danza?

Considero como mi más fuerte referente a Pina Bausch. En Cuba creo más en intérpretes que en compañías como tal, o sea que creo en los cuerpos con que cuentan esas compañías. No creo mucho en los nombres de figuras que están encumbradas porque dirigen, por eso es que los referentes para mí son los intérpretes. Admiro el trabajo de Osnel Delgado, de Macarela, Pepe Hevia, Carlos Acosta, Eugenio Ruiz, Lubien Mederos, jóvenes casi todos, la mayoría no muy lejanos de mi generación, cuyo trabajo sigo de cerca.

¿Y qué opinión te merece la salud del movimiento de danza en Guantánamo?

Lo creo saludable. Yo no creo en el fatalismo geográfico que muchos toman como pretexto. Los artistas guantanameros, los que yo utilizo para que muestren con su cuerpo mis creaciones, tienen lo que más se necesita para brillar en un escenario: unos terribles deseos de expresar esa tremenda fuerza interior.

Has sido premiado muchas veces por tus coreografías. ¿Qué crees de los premios?

Me indican que no voy por un mal camino.

Hace poco ganaste el Premio de Coreografía en el Concurso de Danza Atlántico Norte y Grand Prix Vladimir Malakhov. ¿Qué significó para ti esta experiencia?

Ese premio me ubica en un lugar que dice que no estoy trabajando en vano, que hay gente, y no poca, a quien le gusta y le interesa mi obra incluso más que a mí, ya sea en esta provincia, en la Habana y fuera del país. Me dice que no estoy considerado un artista provinciano, sino un artista con cierto reconocimiento. Y esto para mí ha sido muy grande, demasiado.

Además de la danza, llevas a la par la música y más recientemente la poesía. ¿Por qué? ¿De dónde provienen esas inquietudes?

Todo tiene que ver con mi presunta locura. Dicen algunos por ahí que yo soy loco. Y realmente de naturaleza lo soy un poco, es cierto. Pero para mí la locura es un don. Como decía mi maestro Alfredo, soy un loco cuerdo. Cuando no tengo posibilidad de expresarme mediante la danza, agarro un lápiz y la idea que venía la libero en un poema, que puede ser bueno o malo, pero alivia mis deseos de decir. Luego también compongo textos para música, que tal vez no tengan nada en común con los textos poéticos o la partitura danzaria, pero forman parte de la expresión que necesito para dar sentido a mi vida. Son simplemente inquietudes, que a veces ni yo mismo entiendo.

Hasta hoy, ¿Yoel González se siente realizado?

Siento que voy en el sentido correcto, pero aún no he realizado mi obra maestra.

¿Y cómo sería esa obra maestra?

Universal. Que me marque para toda la vida. Un tema como el de Súlkary, como La Consagración de la Primavera… un tema que se quede por mucho tiempo grabado en la memoria colectiva, sobre todo de mi país. Que yo no pase por el arte sin dejar mi huella.


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